El Periódico - Castellano

«Me dieron cita para siete meses después»

Édgar Cordido, que recayó en una depresión el pasado mes de marzo y sigue de baja, carga contra la «lentitud del sistema». Como muchas personas, este gallego de 24 años que reside en Madrid no puede pagarse una atención médica privada.

- B. P.

El lucense Édgar Cordido, de 24 años, recayó en su depresión el pasado marzo. En abril, acudió al médico de cabecera de su centro de salud de Madrid, donde reside desde los 18 años, con una crisis de ansiedad. «Expliqué que tenía antecedent­es médicos preocupant­es y pensamient­os suicidas recurrente­s», relata este madrileño al otro lado del teléfono. Desde entonces está de baja. Lo derivaron al psicólogo de otro centro de salud. «Y me querían dar cita para el 23 de noviembre. Me eché a reír. Le dije al telefonist­a que él no tenía culpa, pero que la crisis la estaba teniendo en ese momento».

El caso de Édgar ilustra cómo algunos pacientes con problemas de salud mental, que no están lo suficiente­mente agudos como para ir a las urgencias psiquiátri­cas, tardan demasiado tiempo en obtener una primera visita con el psicólogo o el psiquiatra de su centro de salud.

Édgar, que es artista y comercial («cobro menos que antes de la pandemia y malvivo», dice), no puede pagarse un psiquiatra privado. Así que decidió hacer yoga, ejercicio y meditación. Tuvo suerte un día que se volvió a acercar al centro de salud: había una psicóloga temporal con la que pudo ha

cer cuatro sesiones. «Ella, la medicación y el yoga me reequilibr­aron un poco. La psicóloga me pidió una cita con Psiquiatrí­a y me atendieron a finales de mayo porque ella me la consiguió adelantar», explica este joven.

Dos años con depresión

A Édgar le diagnostic­aron una depresión en marzo de 2019. Explica su historia con una calma que sorprende: proviene de una familia desestruct­urada y él sufrió maltratos psicológic­os y físicos siendo niño tanto dentro de su núcleo familiar como en el colegio. «Yo ya venía de ahí, pero siempre he tirado hacia delante. Un psiquiatra me dijo una vez que tenía un cadáver dentro de mí que me gustaba alimentar. Y me he encontrado mucha lentitud en el sistema», relata.

De marzo de 2019, cuando fue diagnostic­ado de la depresión, a junio de 2020, Édgar llegó a tomar hasta nueve fármacos diferentes. Costó encontrar el que hizo efecto en él. Tampoco se entendió con todos los médicos que lo atendieron. Algunos tuvieron más sensibilid­ad que otros, aunque su crítica principal es, repite, la «lentitud del sistema».

Incluso llegó a pedir un préstamo para realizar un tipo de terapia que no ofrece la Seguridad Social (la EMDR, una técnica psicológic­a utilizada para desensibil­izar y superar eventos traumático­s), pero tuvo que abandonarl­a porque necesitaba una colaboraci­ón en ella de su familia que no encontró. Estará pagando este préstamo hasta los 28 años.

La recaída de este 2021

Édgar cree que, si este año recayó en la depresión, es porque en agosto de 2020 se incorporó a trabajar, ya que la Seguridad Social (que, según él, no le hizo la pertinente valoración debido a la crisis sanitaria) le dio el alta médica. Considera que no estaba aún preparado para volver al trabajo y que el regreso le hizo recaer tan solo meses después.

«A mí la pandemia me ha ayudado para conocerme como nunca antes. Pero sé que mucha gente está sufriendo. Yo soy consciente de que tengo una depresión», cuenta Édgar. Las depresione­s y trastornos de ansiedad, así como el sufrimient­o emocional (que no necesariam­ente entraña un trastorno mental), están afectando de manera especial a la población más joven, y en concreto a los niños y adolescent­es. Un ejemplo: los intentos de suicidio en los menores de edad se han doblado en los últimos tres meses, como explicó recienteme­nte en EL PERIÓDICO la jefa de Psiquiatrí­a del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat), Montse Dolz.

Édgar mira su futuro con incertidum­bre, pero con cierto optimismo. «Solo quiero contar todo lo que se vive en esta situación a través del arte, que es mi forma de estar bien y seguir vivo. Más que cualquier fármaco», asegura. Dice estar «muchísimo mejor». Tiene cita para volver a ver al psiquiatra el 16 de agosto, pero confía en poder adelantarl­a.

«Expliqué que tenía antecedent­es preocupant­es y pensamient­os suicidas»

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