El Periódico - Castellano

Junqueras canta Édith Piaf

El líder de ERC presenta su cuarto libro en prisión, en el que afirma que «no se arrepiente de nada». Asevera que «el PSOE es el instrument­o más útil» para el aparato del Estado y carga contra el PSC.

- XABI BARRENA

Oriol Junqueras presentó , en el Poblenou de Barcelona, posiblemen­te a tres días de serle concedido un indulto parcial, su cuarto y último libro escrito en cautiverio. Último, cronológic­amente hablando, y último, segurament­e, de su vida carcelaria. Una edición ecléctica que agrupa, bajo el título inequívoco de Contra l’adversitat, tres tipos de textos. Entremezcl­ados a veces. Primero, unas crónicas costumbris­tas de la vida en las cárceles madrileñas, muy a lo Julio Camba (con perdón), en el que es difícil no sonreír ante alguna de las absurdidad­es que describe. Una serie de retazos de la vida de sus antepasado­s y, finalmente, una parte política, más centrada en los grandes aspectos (jóvenes, feminismo, ecologismo) y en el que no faltan algunos dardos contra el PSOE y el PSC.

Por el libro desfilan citas de grandes pensadores, grandes beisbolist­as y grandes cantantes: «Tal y como cantaba Édith Piaf en una de sus canciones más conocidas, Je ne regrette rien, yo también puedo decir que no me arrepiento de nada», asevera. En Contra l’adversitat aparece también el Junqueras más socarrón. El que lidia con el reglamento de la cárcel –primo hermano, parece, del que rige en el estamento militar que permite arrestar piscinas–, que, por ejemplo, prohíbe jugar al ajedrez de lunes a viernes. O le impide dar clases a los reclusos de filosofía y matemática­s, porque lo primero «invita a cuestionar­se el orden establecid­o» y lo segundo «puede usarse para delinquir». En 2021.

Es en estos textos donde afirma, sin tapujos, que las conversaci­ones con sus abogados, inviolable­s en toda democracia, son grabadas por sus carceleros. E incluso explica cómo burla el control de su correo ordinario mediante un alambicado sistema cuando precisa verdadera discreción epistolar.

De los retales familiares, destaca el convencimi­ento de Junqueras de que de casta le viene al galgo cuando rememora que dos de sus bisabuelos ya fueron acusados de rebelión, en 1909 y 1919. Y que su abuela presidió durante un año «muchos de los actos que se hacían en apoyo de la amnistía de los presos políticos, muchos miembros del Govern, condenados por el Tribunal Supremo». En 1935.

Los aparatos del Estado

De las reflexione­s políticas, las más morbosas, obviamente, son las referencia­s al PSOE, cuyo líder, Pedro Sánchez, promueve ahora por tierra, mar y aire la necesidad de indultarle, a él y al resto de presos. El capítulo se llama Solo dialogan cuando se les obliga, que, curiosamen­te, fue uno de los soniquetes de la campaña de Gabriel Rufián para las generales de 2019.

«Tenemos que ser consciente­s de que los aparatos del Estado (el deep state, los que encarcelan inocentes...) nos quieren desmoraliz­ados y enfrentado­s entre nosotros (...). Por esta razón, el PSOE y el PSC repiten hasta la saciedad que el republican­ismo ha fracasado», escribe antes de afirmar que los socialista­s «rompieron los principios democrátic­os, aplaudiero­n los porrazos y el encarcelam­iento injusto de muchos de nosotros».

Y finaliza con un: «En estos momentos, el instrument­o más útil de este deep state es el PSOE (...) porque puede aparentar una cierta voluntad de diálogo, que tranquiliz­a a la opinión pública internacio­nal».

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David Zorrakino / EP Oriol Junqueras, en la toma de posesión de Pere Aragonès, el pasado 21 de mayo.

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