El aspirante a nuevo líder supremo
El vencedor de las presidenciales en Irán fue alumno del ayatolá Jameneí, de quien se espera que siga su camino. Fue acusado en 1988 de ordenar la ejecución de 5.000 prisioneros durante la guerra con Irak.
Las vidas de Ebrahim Raisí, el nuevo presidente electo de Irán, y Alí Jameneí, el líder supremo, se parecen, y a Raisí le interesa que así sea. Ambos estudiaron, con 20 años de diferencia, en el seminario de Qom, donde se convirtieron en clérigos. Jameneí fue su profesor.
Desde ahí, ambos despegaron. El nuevo presidente empezó su carrera judicial el 1981; cuando Jameneí fue elegido presidente. Jameneí se convirtió en ayatolá en 1989 y ese es el camino que, según muchos expertos, espera justamente realizar el alumno a partir de ahora. Pero no lo tendrá fácil. La baja participación puede afectar su legitimidad. Raisí, sin embargo, defiende que su linaje familiar viene directamente del profeta Mahoma.
El nuevo presidente iraní no es una figura nueva. En 1985 fue nombrado fiscal general de Teherán, la capital, y en 1988 fue nombrado como miembro de una comisión encargada de purgar a los miles de disidentes en las cárceles iranís tras el final de la guerra contra Irak.
Esa comisión recibió el nombre de la «comisión de la muerte» y, según Amnistía Internacional, ordenó el asesinato extrajudicial de 5.000 prisioneros, mayormente de la organización socialista-islamista Muyahidines del Pueblo de Irán, que luchó junto con Irak en la guerra.
«Buscará una desescalada en el exterior mientras oprime a la oposición interna», señala Ali Vaez, experto en Irán en la organización internacional Crisis Group. «Irán se convertirá en un régimen más represivo».