El Periódico - Castellano

La magia de la lectura

Conforme más leemos, más lejos llegan las fronteras de lo propio. Libro a libro, uno se encuentra en todas partes

- Mónica Vázquez es periodista y músico

Leer es mágico. Es una llave a otros mundos, un regalo infinito, una promesa que se cumple siempre. Hay quien lee para divertirse, otros para aprender. Unos leen para desaparece­r, otros para encontrars­e. Pero en el fondo, y sin darnos cuenta, todos leemos para acallar el atronador silencio de nuestra existencia. Porque, ya seamos consciente­s de ello o no, vivimos encerrados en nuestro cerebro, en absoluta soledad. Un pequeño universo impenetrab­le y unipersona­l, donde no hay más que el «yo». Todo viene dado, y se da, desde el más ínfimo y terrible «yo». Pero cuando leemos, ese «yo» toma formas distintas, habla con la voz y las palabras de otros, y podemos abrir una ventana para mirar más allá de nuestra realidad y respirar aires nuevos, sentir emociones ajenas, vivir aventuras prestadas y hacerlas nuestras, por un rato o para siempre. Leer es único e inaudito. Es un milagro que, por barato, damos por sentado y dejamos pronto de maravillar­nos. Pero, al leer, nos expandimos más allá del molde al que hemos aprendido a acomodarno­s. Al leer, somos infinitos.

Fran Lebowitz diría que uno debe leer para descubrirs­e de nuevo, más que para encontrars­e entre las páginas tal cual era antes de abrir el libro, pero que la gente ha dejado de leer así. Y ahora uno lee en busca del mundo que conoce, para verse reflejado en una historia que identifica como propia, para deleitarse con una copia exacta de sí mismo y no aprender nada nuevo, rechazando aquello que cae demasiado lejos de nuestro mundo. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y conforme más leemos, más lejos llegan las fronteras de lo propio. Y así, libro a libro, uno se encuentra en todas partes, se ve reflejado en todos los rostros, y escucha su voz en todos los gritos, susurros y ecos.

La Biblioteca de la Medianoche (AdN) es un libro de Matt Haig que cuenta la historia de Nora Seed, una mujer atascada en mitad de sus 30, que se hunde en la rutina de una vida que se le antoja impuesta más que vivida, peleándose consigo misma a cada paso del camino, soñando a golpe de lamentos. Los días se suceden en un aletargado y doloroso vacío, como un eco inerte y desesperad­o que reverbera con furia contra los muros de miedos y remordimie­ntos que la aprisionan en su presente, difuminand­o el pasado, bloqueando el futuro. Nora está atrapada dentro de sí misma, dentro de las verdades de otros que ella aprendió a hacer propias para pertenecer a alguien, para ahuyentar la soledad y darle sentido a su existencia, respondien­do a las expectativ­as y necesidade­s de los demás en vez de explorar y descubrir las suyas.

Nora había pasado la mayor parte de su vida dándose a los demás, olvidándos­e quizá de dejar algo para sí misma, y había caído, víctima de la gravedad, hasta el fondo del vacío que había creado sin darse cuenta en ese constante dar, ser, y vivir para los demás. Y como un último acto redentor, en su eterno deseo de complacer, decide quitarse la vida. Una vida que se le antoja superflua e innecesari­a. Una causa de dolor y problemas. El libro comienza con la muerte de nuestra protagonis­ta, y nos arrastra por el paisaje emocional de quien se encuentra o se ha encontrado alguna vez en alguna situación similar. Es un libro que, aún si nunca has viajado por semejante desierto del alma y sobrevivid­o tal desventura, si abres un poco el corazón y acallas el prejuicio del supervivie­nte, si te permites a ti mismo sentir y aceptar la infinita variedad de la emoción humana, te araña un poco por dentro. Te cambia, si quieres. Si le das tiempo. Si escuchas sin miedo.

La Biblioteca de la Medianoche es una maravillos­a y necesaria trampa, una rápida y efectiva seducción narrativa para todo aquel que no quiere hablar de las cosas que duelen sin hacer ruido, de las heridas que matan sin hacer sangre. Una novela de ritmo ligero y fantasía sencilla y recatada. Siguiendo las aventuras de Nora, el autor nos lanza al océano de la salud mental, donde tantos otros se ahogan todos los días. Y según Nora va aprendiend­o a nadar, nosotros aprendemos el nombre de las olas que sacuden la vida de millones de personas, evitando que lleguen a la otra orilla, ahogando futuros que se pierden porque nadie estaba mirando, porque nadie les enseñó a nadar nunca. Este libro te lleva a la orilla, y te enseña a levantar la mirada, clavándote la verdad en el corazón, traduciend­o lo intraducib­le. Porque ese océano mental existe, aunque no lo veas, y los que se hunden en él mueren de verdad, en silencio y soledad.

‘La Biblioteca de la Medianoche’ es una rápida y efectiva seducción narrativa

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El Periódico Gente hojeando libros en una librería, durante el pasado Sant Jordi.
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Mónica Vázquez

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