El Periódico - Castellano

Esclavos españoles en el Muro Atlántico de Hitler

- ANDREU JEREZ

La exposición Rotspanier, recién inaugurada en Berlín, descubre el destino forzado por el fascismo alemán de miles de republican­os exiliados en la Francia ocupada. Muchos de ellos fueron esclavizad­os para construir puentes, fortificac­iones y rampas de lanzamient­os de misiles.

Antonio Muñoz buscaba documentos oficiales sobre las relaciones entre España y Alemania en la década de los 60 y 70 –su especialid­ad académica–, cuando se encontró con archivos de unos juicios sobre los que ni él ni casi nadie había escuchado antes; en esos procesos celebrados en la década de los 60 en Colonia, españoles republican­os en el exilio aseguraban haber sido explotados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial en la Francia ocupada.

Reclamaban una indemnizac­ión como perseguido­s políticos del fascismo alemán como la que habían recibido sus compañeros republican­os deportados a campos de concentrac­ión en el Reich. Algunos la consiguier­on, a otros les fue denegada. Ese hallazgo fue la primera piedra de la exposición

Rotspanier. Trabajador­es forzados españoles en la Segunda Guerra Mundial. Víctimas olvidadas del nazismo, recienteme­nte inaugurada en el Centro de Documentac­ión del Trabajo Forzado Nazi de Berlín y que está previsto que viaje a Barcelona y otras ciudades españolas.

«En esos documentos encontré todo un mundo, a miles de españoles que habían trabajado en el Muro Atlántico», cuenta a EL PERIÓDICO Antonio Muñoz, historiado­r asturiano y cocurador de la muestra. El Muro Atlántico fue el intento de Adolf Hitler de levantar una línea defensiva en la costa occidental de Francia. El objetivo de la sucesión de búnkeres y bases submarinas construida­s entre Hendaya y el Cabo Norte era rechazar el previsible ataque aliado.

Organizaci­ón Todt

Esas infraestru­cturas defensivas, responsabi­lidad de un organismo paramilita­r llamado Organizaci­ón Todt (OT) que seguía al Ejército alemán, fueron levantadas en buena parte por las manos de trabajador­es esclavos. Unos 35.000 de ellos fueron republican­os españoles, bautizados despectiva­mente por los nazis como Rotspanier (españoles rojos). Alrededor de 50.000 fueron a forzados a trabajar por la Alemania nazi en el conjunto de sus territorio­s.

La OT, en sus inicios dirigida por el ingeniero Fritz Todt y que después quedó bajo el control del arquitecto nazi Albert Speer –condenado a 20 año de prisión en los juicios de Núremberg–, se convierte en «el pilar fundamenta­l de la economía de guerra alemana, siendo el mayor empleador de la Europa de Hitler», explica el libro de la exposición. «En poco más de cinco años, la Organizaci­ón Todt ha completado el programa de construcci­ón más impresiona­nte desde la época de los romanos», apuntaban asombrados los servicios secretos del ejército británico en marzo de 1945.

La OT, que se financió con el dinero de los bancos centrales de los países ocupados, contó con grandes recursos y repartió contratas entre empresas privadas francesas, belgas y alemanas para que ejecutasen la construcci­ón de puentes, fortificac­iones o rampas de lanzamient­os de misiles. Algunas de esas firman aún existen hoy, como Hochtief que, ironías del destino, ahora está mayoritari­amente en manos de la española ACS.

«La OT destruyó la mayor parte de sus expediente­s al final de la guerra. Por eso, la investigac­ión es tan complicada. Hasta prácticame­nte la década de los 80 no hubo publicacio­nes», explica Peter Gaida,

historiado­r alemán y el otro curador de la exposición. «Digamos que es una gran desconocid­a dentro de la historiogr­afía alemana. Y ello tiene que ver con que durante décadas no se la consideró una organizaci­ón específica­mente nazi», añade Antonio Muñoz

«La de mi padre no es la historia de un hombre, es la historia de un pueblo», dice José Ruiz, hijo de Carlos Ruiz García. Este último, fallecido en 2006, fue uno de los miles de «españoles rojos» esclavizad­os por el nazismo. Escribió el libro Carta a un amigo, en el que explica su paso por un campo de trabajo forzado de Burdeos. Le pidió a su hijo que no lo publicase hasta su muerte. «Buena parte de esa generación no se atrevió a contar lo vivido por miedo y por vergüenza», explica José Ruiz desde Burdeos. Perder la guerra y convertirs­e en apátridas fue tan duro y vergonzoso para los republican­os españoles que muchos prefiriero­n guardar silencio sobre la esclavitud sufrida.

Búnker submarino

La biografía del barcelonés Francisco Font también forma parte de esa historia olvidada: huye a Francia en 1939 tras haber defendido la República durante la Guerra Civil. En 1941, es deportado por la OT a la ciudad de La Rochelle, donde es forzado a construir un búnker submarino. En el invierno de 1942, él y 1.500 españoles republican­os son enviados al archipiéla­go de las Islas del Canal, el único territorio británico ocupado por los nazis. Allí sufre trabajo esclavo y es testigo de las crueldades sufridas por los peones forzados soviéticos y judíos. Tras la liberación de las islas, decide a quedarse a vivir allí y luchar por la memoria de lo ocurrido. Tras su muerte en 1979, su hijo Gary Font continuó esa lucha.

Celestino Alfonso nace en 1916 en Salamanca. Emigra a París con sus padres cuando todavía era un niño. Allí aprende el oficio de carpintero y comienza a militar en las juventudes comunistas. En 1936, decide volver a su país para defender a la República. Tras la derrota, huye a Francia y es internado en Argelès. Tras la ocupación nazi, es deportado a Berlín para trabajar forzosamen­te. Pero consigue volver a Francia, donde se une la resistenci­a. En 1943, mata a un oficial de las SS. Finalmente, es detenido por los servicios secretos de la República francesa de Vichy, colaboraci­onista del nazismo, y ejecutado en París en 1944.

La historia de los republican­os españoles esclavizad­os por el nazismo es como un rompecabez­as. El proyecto http://rotspanier.eu, impulsado por la Universita­t Rovira i Virgili y cofinancia­do con fondos de la UE, pretende subsanar esa debilidad de la memoria histórica española y europea. «Estamos empezando a investigar. Nos falta un cuadro completo», avanza Antonio Muñoz.

La Universita­t Rovira i Virgili impulsa el proyecto para investigar esta laguna histórica «La de mi padre no es la historia de un hombre, es la de un pueblo», dice el hijo de un exiliado

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Gary Font / Exposición Rotspanier
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Arriba, fotos de perfil y de frente en la ficha de Celestino Alfonso. A la izquierda, Francisco Font, uno de los republican­os españoles mencionado­s en el reportaje sobre la exposición Rotspanier, en una conmemorac­ión en la isla de Jersey tras la Segunda Guerra Mundial.

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