El Periódico - Castellano

La peor crisis desde la guerra civil

Los socios del Barça salvaron las cuentas para mirar hacia adelante y enterrar un triste pasado demasiado reciente. No faltaron abucheos y reproches a Moix, el vicepresid­ente económico de la junta de Bartomeu, que se refugió en la pandemia como causa de t

- RAÚL PANIAGUA

Enterrar el pasado y volver al camino del éxito. Ese sería el resumen que Joan Laporta intentó transmitir una y otra vez en la asamblea «excepciona­l» del Camp Nou, que se presentó como una transición hacia la junta extraordin­aria que tendrá lugar en octubre. El presidente pidió que se aprobaran las cuentas y así lo hicieron los socios en un ambiente que se movía entre la resignació­n y el enfado por la pésima imagen del club catalán.

«Queremos volver a tocar la gloria, pero esto no se hace de la noche al día», aseguró Laporta en el primer tramo de una asamblea guiada por la practicida­d y los buenos deseos. Antes ya se habían vivido momentos complicado­s, especialme­nte cuando tomó la palabra Jordi Moix, el exvicepres­idente económico de la cúpula de Josep Maria Bartomeu, al que le tocó defender lo casi indefendib­le.

«Nos ven en todo el mundo»

La pandemia emergió como el argumento para justificar todos los males. No lo tuvo fácil el exdirectiv­o para exponer sus ideas. «Rogamos por favor que se permita que el señor Moix se explique. Pedimos respeto para que se pueda expresar», apuntó Josep Cubells entre los abucheos del respetable esparcido por el Camp Nou. «Silencio, por favor, ruego silencio para que la asamblea se desarrolle con normalidad», agregó el secretario de la junta actual, uno de los clásicos de la tropa de Laporta. El presidente también tuvo que terciar: «Nos están viendo en todo el mundo. Entiendo la indignació­n por unas cuentas que no gustan a nadie, ni al señor Moix, pero estemos a la altura del FC Barcelona».

Las 14 primeras intervenci­ones de los socios compromisa­rios pusieron contra las cuerdas a Moix. Hubo quejas para todos los gustos. Y casi siempre con la misma respuesta: el covid. «Acepto la discrepanc­ia, pero si analizamos el impacto en los clubs del cierre de los estadios es brutal. El covid no es una broma. Dejamos de ingresar entre 150 y 200 millones. Recuperamo­s 60 gracias a la rebaja salarial que los jugadores aceptaron durante el parón de las competicio­nes. No se ha visto nada igual desde la guerra civil», dijo Moix.

Los socios le recriminar­on su cabezonerí­a a la hora de mantenerse en los cargos. «Cuando empezó la pandemia no nos planteamos dimitir, porque había que tomar decisiones. Lo más fácil hubiera sido saltar del barco, pero cuando hay una tormenta nunca hay que abandonarl­o, sino sacar agua. La temporada acabó con un doloroso 8-2. Somos tan responsabl­es de ello como del triplete de Berlín. El impacto de la pandemia ha sido devastador», insistió el exresponsa­ble económico, que achicó balones como pudo.

«El regalo de Suárez»

También hubo referencia­s a Luis Suárez, una ganga para el Atlético, flamante campeón de Liga. «No regalamos a Luis Suárez. Fue una operación similar a la operación de Villa, no fue un regalo. Se negociaron unas variables, como reflejarán las cuentas del año».

Los pitos dieron paso a una primera votación que evitó males mayores. Todo se aprobó sin apuros, pero la indignació­n con la anterior directiva quedó patente. «Les felicito por su mejor decisión: dimitir en octubre», resumió un socio. El protagonis­mo recayó después en Laporta, que se esforzó aliviar todas las inquietude­s, desde la deuda a la Superliga, pasando por el femenino. «Queremos devolver la alegría al barcelonis­mo. Nos sentimos dignos herederos de la obra iniciada por Joan Gamper», proclamó Jan.

 ?? Jordi Cotrina ?? Laporta, en un momento de la asamblea celebrada ayer en el Camp Nou.
Jordi Cotrina Laporta, en un momento de la asamblea celebrada ayer en el Camp Nou.

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