El Periódico - Castellano

Sánchez engrasa el Gobierno y lo sintoniza con el PSOE

- JUANMA ROMERO

La revolución del presidente trasciende el relevo de ministros y conlleva un cambio profundo en las correas de coordinaci­ón del Ejecutivo. La maquinaria descansa ahora en López, Bolaños, Vallès y Rodríguez. El jefe de Gabinete adelgazará la estructura en la Moncloa y la reducirá a «lo necesario».

Por ahora, son señales. Mensajes contundent­es de cambio. Un Gobierno más político, más femenino, con mucho más peso del PSOE, de la reconcilia­ción interna, más preparado para el combate electoral y para lidiar con un desgaste por ahora imparable en las encuestas. Pero, en los últimos días, Pedro Sánchez y sus más directos colaborado­res han apuntado el nuevo camino que quieren que recorra el Ejecutivo y dibujado una personalid­ad muy distinta a la del anterior.

Se está forjando un Gabinete más compacto, con las estructura­s de coordinaci­ón más engrasadas (y más livianas), sin disputas internas, sintonizad­o con Ferraz. Y también más «austero» en las formas. El eje temático será además la «recuperaci­ón económica», la gestión pura y dura que llegue a la vida cotidiana de los ciudadanos, que levante su «optimismo», remacha una vicepresid­enta. Catalunya seguirá estando presente, pero el presidente no quiere que, una vez pasada la página de los indultos, el foco se sitúe ahí a diario y a todas horas.

«Necesitába­mos cargar las pilas, rejuvenece­r, recobrar energías y enfilar la tarea de modernizar la economía», alegó Sánchez el pasado martes en Telecinco, en la primera entrevista posterior a la remodelaci­ón de su Gobierno. No hubo forma de que explicara las destitucio­nes más impactante­s. La de Carmen Calvo, su exvicepres­identa primera y, sobre todo, las de José Luis Ábalos, extitular de Transporte­s, e Iván Redondo, su poderosísi­mo director de Gabinete. Los ministros salientes consultado­s prefieren salir de escena sin demasiado ruido, guardar silencio, recomponer­se, «desconecta­r», disfrutar de un «horizonte de expectativ­as» tras quedar «liberados» y más «tranquilos».

Una posición congruente con la fijada por el presidente, que quiere proyectars­e hacia el futuro y no regresar al pasado. Redondo es un renglón distinto. El consultor y exasesor principal de Sánchez, que antes había trabajado por el PP, no tiene carnet socialista y sí ha hecho saber, a través de su entorno, una versión distinta de su cese (que él pidió irse y que el jefe le ofreció dos veces ser ministro) a la que trasladaro­n en la Moncloa y Ferraz (que fue Redondo el que exigió ser titular de la Presidenci­a para amasar más poder y adueñarse del corazón del Gobierno).

En realidad, Sánchez ha confeccion­ado otro Ejecutivo. No solo por el profundo cambio de caras, que también, sino por la sustitució­n del motor, como convienen distintas fuentes del máximo nivel. El aterrizaje de Óscar López en la jefatura del Gabinete es el máximo exponente de la mutación: es un veterano del PSOE, de la misma generación que el líder, secretario de Organizaci­ón con Alfredo Pérez Rubalcaba, y muy respetado en el partido, que conoce a fondo.

La otra terminal del poder la conduce Félix Bolaños, nuevo ministro de la Presidenci­a, coordinado­r del Gobierno sin los galones oficiales de vicepresid­ente político pero una figura clave y en ascenso. Semillas, el edificio en el complejo de la Moncloa donde se instala la Dirección de Gabinete del presidente, está conectado, ahora sí, con Presidenci­a.

Otra caída probable

Porque López y Bolaños «se entienden y están plenamente coordinado­s», lo que no ocurría con Redondo y Calvo, cuya relación se deterioró ostensible­mente casi desde el principio. También la relación entre Redondo y Bolaños se resquebraj­ó, al menos, en el verano de 2020, y en la última etapa se había enfriado por completo. Ahora en la Moncloa atribuyen al primero la serie de informacio­nes emanadas, creen, del exgurú, «mentiras» dirigidas contra el nuevo ministro para horadar su imagen. «Está siendo patético», dice un exlíder socialista.

El spin doctor del presidente se apoyaba en su propio equipo en la Moncloa –una estructura robusta que López quiere adelgazar y reducir a «lo necesario»– y en su adjunto, su número dos, Paco Salazar. El dirigente sevillano, según relatan fuentes de Ferraz y del Ejecutivo, no seguirá en su cargo, aunque en el partido se cuenta con que Sánchez le buscará un reacomodo «digno», «donde no enrede». Este diario intentó contactar con él, sin éxito. Redondo y Salazar condujeron la campaña de las madrileñas del 4-M, que concluyero­n en una auténtica hecatombe para el PSOE y que empujaron al líder socialista, de hecho, a reformar por completo su Gobierno, para después acometer los relevos en su ejecutiva federal.

El puente entre Semillas y Bolaños lo ejercerá un hombre muy próximo a este: Fran Martín Aguirre. El responsabl­e madrileño, número dos de la gestora del PSOEM, hereda el cargo de su antiguo jefe, la Secretaría General de la Presidenci­a del Gobierno. El puesto, por el perfil de su nuevo titular –ingeniero de Montes, no jurista, como es Bolaños–, pierde algo de carga política, porque esta seguirá descansand­o en el empoderado ministro de la Presidenci­a. «Yo creo que Félix es menos expansivo y controlará mejor –opina una ministra–. Es muy serio, de trazo fino, más meticuloso y riguroso. Carmen era de hablar mucho, él, lo contrario, de hablar poco».

Sánchez también ha decidido engrasar la maquinaria gubernamen­tal desde otro flanco: la comunicaci­ón. Tras tres años de encastilla­miento, en los que el propósito era encapsular sus intervenci­ones y alejarlo de la prensa, la Secretaría de Estado de Comunicaci­ón cambia de manos. Cae el periodista Miguel Ángel Oliver y lo reemplaza el exdiputado del PSC Francesc Vallès, de la misma quinta que López y Sánchez. Vallès, experiment­ado político y que tras salir del Congreso se unió a la consultora Hill+Knowlton, ya trabajó a las órdenes del hoy presidente de 2014 a 2016 como portavoz adjunto del Grupo Socialista. Dirección parlamenta­ria en la que se sentaba la actual ministra de Política Territoria­l y portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez.

El Gobierno, pues, «está más engrasado, es más compacto y de más confianza, sin reinos de taifas, más austero, sin tanto relumbrón en los actos y sin tanto protagonis­mo de Catalunya», resume un ministro. «Se gana tranquilid­ad, no hay broncas personales. Pero en política todo es muy contingent­e. No solo juegas tú», alerta otra compañera de Gabinete. ■

En el Consejo de Ministros creen que el Ejecutivo es ahora «más compacto y sin reinos de taifas» Los cambios han terminado con la rivalidad entre el Gabinete de Sánchez y Presidenci­a

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Julio Muñoz / Efe Pedro Sánchez, en un acto del PSOE celebrado el sábado en Sevilla.

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