El Periódico - Castellano

«El pueblo merece la libertad»

Cuba vivió hace una semana una sacudida social. En la isla, miles de cubanos se alzaron para reclamar la justicia y la libertad que quieren para su pueblo. Lejos, aquí en Catalunya, además de salir a la calle a protestar, los emigrados hablan para dar a c

- BEGOÑA GONZÁLEZ

Ricardo tiene casi 32 años y regenta un restaurant­e cubano junto a su madre en El Masnou, La Sabrosita. A pesar de haber salido muy pequeño de la isla, sigue muy atento a la actualidad y a lo que ocurre en el país. «Aunque me haya criado aquí, la vena revolucion­aria la heredé de mi abuela», asegura.

Lo tiene claro: «La isla necesita unas elecciones democrátic­as urgentemen­te. Que los cubanos se alíen y funden partidos, que haya debate. Solo así se podrá conseguir una Cuba más próspera porque el triunfo de la revolución condenó a Cuba a la miseria». «Por Dios, lo que no puede haber son muertos ni desapareci­dos», apostilla su madre desde detrás de la barra del restaurant­e. «El cambio debe venir desde dentro y la gente ya se ha quitado la venda de los ojos. Los ciudadanos están saliendo a la calle y los exiliados estamos tratando de dar a conocer lo que ocurre al mundo», añade Riki, como le conocen en su círculo.

Ivonne tiene 48 años, es informátic­a y vino a España en 2005 tras casarse. Después de perder a su compañero el pasado abril, sigue viviendo en Rubí junto a su hija adoptiva y recuerda que, a pesar de que no querían casarse, tuvieron que hacerlo para poder empezar una nueva vida aquí.

Creer en la revolución

«Trato de ayudar a mi familia con todo lo que puedo. La gente que no recibe ayuda del extranjero lo pasa realmente mal. Hay tiendas en las que solo se acepta el pago con tarjetas y estas solo se pueden recargar desde fuera», explica. Según le cuenta su familia, llegan a hacer cuatro horas de cola para tratar de conseguir algún producto básico. La vida en Cuba se complica por momentos: el covid, la escasez, la falta de oportunida­des. «¿Cómo van a querer quedarse los jóvenes si los están ahogando? Es normal que esa generación ya no crea en la revolución», suspira.

Alejandro tiene 31 años, es profesor de baile y salió de su querida Cuba hace poco más de cuatro años. «Salí con un contrato de trabajo, tuve suerte. Allí las oportunida­des son muy escasas, casi inexistent­es», explica.

El joven, que llegó junto a su pareja a Francia para trabajar, terminó recalando hace tres años en Barcelona tras pasar por Zaragoza, y aunque asegura que se siente como en casa, reconoce que le gustaría poder volver a su tierra. «Cuba tendría que abrirse y dejar que la gente se exprese libremente y pueda vivir del fruto de su trabajo, sin necesitar de la ayuda de los familiares del extranjero. El pueblo bien lo merece», sentencia. Alejandro cuenta que cuando se marchó, la situación ya era dura en cuanto a la escasez y la falta de oportunida­des, pero que ahora se ha complicado a nivel exponencia­l.

Mezcla de emociones

Evelyn tiene 36 años, es ingeniera civil y lleva 11 años viviendo en España junto a su marido. «Me duele lo que está ocurriendo en mi país, y lo digo con el corazón, las cosas tienen que cambiar», asegura. Explica que siente una mezcla de emociones. «Por otro lado estoy feliz, porque la gente ha dicho basta», zanja. Evelyn vivió desde Barcelona el dolor de saber que su padre se apagaba a causa del cáncer en la isla sin que los hospitales pudieran ofrecerle atención médica adecuada, pruebas o medicament­os.

«Mi padre estuvo sin que le recetaran ni un solo medicament­o en meses ni le realizaran el escáner que necesitaba porque hay una escasez tremenda en la isla. La impotencia y la ansiedad que se siente son enormes», explica. La última vez que visitó la isla, en 2019, recuerda que ya costaba encontrar productos básicos, pero asegura que como ahora no habían estado nunca.

«El covid ha complicado mucho las cosas, ha dejado la isla sin turismo, pero ese no es más que otro problema añadido a un país que lleva años arrastrand­o una miseria y un malvivir que cuestan hasta de imaginar», asegura.

Janet tiene 46 años, y aunque no es su verdadero nombre, así lo ha preferido para evitar represalia­s. «Quiero poder volver a entrar en mi país, pero también decir lo que pienso -se justifica por el cambio-, antes era impensable hablar mal del Gobierno, pero la gente ya no puede más». Janet lleva 18 años en España y ha criado aquí a su hija de 12 junto a su marido.

«Mi hija conoce Cuba, pero me gustaría que la conociera próspera y abierta», razona. Asegura que se siente muy triste y que la impotencia es día tras día mayor. «Con las represalia­s que están habiendo solo por expresarse, ¿cómo voy a dar mi nombre? No quiero que les pase nada a quienes quiero y siguen allí viviendo», concluye preocupada.

«El país lleva años arrastrand­o una miseria y un malvivir que cuestan hasta de imaginar»

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Manu Mitru
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Ricardo Pérez (arriba) y Alejandro Balmaseda.

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