El nombre de una tribu y de un río
imitando el formato de la declaración de independencia del EEUU, que tenía como principio fundamental la igualdad entre los hombres. Ellas defendían que esta igualdad también era entre hombres y mujeres. Entre sus reclamaciones estaban la igualdad al derecho a la educación, el acceso a las profesiones, en el seno de las relaciones matrimoniales... reclamaban también que las mujeres pudieran tener la custodia de los hijos, hablar en público, poseer propiedades privadas a su nombre, firmar contratos y testificar en un juicio. Cosas que hasta ese momento les estaban vetadas.
Tensar la cuerda
Todos estos puntos fueron acordados unánimemente. Lo único que generó debate fue el derecho al voto. Solo fue apoyado por 68 mujeres y 32 hombres de los 40 que había. Las contrarias temían tensar la cuerda y que fuera visto como una demanda radical por la opinión pública.
Ahora bien, la prensa no necesitaba la cuestión del voto para atacar la Convención de Seneca Falls. Ridiculizaron el encuentro y criticaron la declaración, acusándola de deshonrar la Declaración de Independencia. La presión fue tan grande que 100 personas retiraron su firma.
Sin embargo, la semilla ya estaba plantada y se organizaron encuentros en otros puntos del país. La lucha fue larga y culminó en 1920, cuando se reconoció el derecho al voto de las mujeres en EEUU. Como decía el pensador Séneca, «no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas».
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