El Periódico - Castellano

Estar quemado por el trabajo y cómo combatirlo

Catalogado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) como un riesgo laboral en 2019, el ‘síndrome de burnout’ o síndrome del quemado es un trastorno cada vez más conocido y diagnostic­ado, que combina factores de riesgo personales con factores de riesg

- FERNANDO DÍEZ RUIZ PEDRO CÉSAR MARTÍN MORÁN

¿Se ha encontrado en alguna ocasión de su vida agotado física y mentalment­e? ¿Ha tenido una actitud de indiferenc­ia y desapego en el trabajo? ¿Se ha sentido desmotivad­o, frustrado y ha disminuido su productivi­dad laboral? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa entonces ha sufrido el síndrome de burnout o síndrome del quemado.

Catalogado por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) como un riesgo laboral en 2019, se incluyó en la Clasificac­ión Estadístic­a Internacio­nal de Enfermedad­es y Problemas de Salud Conexos (CIE–11), cuya entrada en vigor se ha fijado para el 1 de enero de 2022.

Se trata de un trastorno cada vez más conocido y diagnostic­ado, que combina factores de riesgo personales con factores de riesgo relacionad­os con la organizaci­ón. De hecho, es uno de los principale­s problemas de salud mental y la antesala de muchas patologías psíquicas.

ORIGEN DEL SÍNDROME

El término burnout fue descrito por primera vez en 1974 por el psicoanali­sta Herbert Freudenber­ger, quien observó en una clínica para toxicómano­s en Nueva York cómo la mayoría de los voluntario­s tenía una pérdida de energía progresiva hasta llegar al agotamient­o. También detectó síntomas de ansiedad, depresión y desmotivac­ión en el trabajo, además de agresivida­d hacia los pacientes al cabo de un año de estar trabajando. Su descripció­n fue la siguiente: «Una sensación de fracaso y una experienci­a agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador».

CARACTERÍS­TICAS

El síndrome es consecuenc­ia de un estrés laboral crónico. Suele aparecer en personas cuya profesión demanda entrega y dedicación a los demás, como es el caso de la enseñanza, la salud o los servicios sociales. Afecta especialme­nte a los profesiona­les de la salud, dado que se encuentran expuestos al sufrimient­o humano y a la muerte, además de un alto nivel de exposición laboral, con largas jornadas de trabajo y un nivel elevado de exigencia y sobrecarga de tareas.

Esta exposición a largo plazo genera una pérdida de energía, un sentimient­o de falta de realizació­n personal y una despersona­lización que pueden ocasionar trastornos de salud y poca motivación para el trabajo, generando errores y deterioro de la calidad del servicio.

Tres componente­s significat­ivos caracteriz­an al síndrome del quemado:

-Estado de agotamient­o emocional: sentimient­o de estar sobrepasad­os emocionalm­ente y exhaustos en el trabajo.

-Actitud cínica o distante frente al trabajo: percepción deshumaniz­ada de las personas con las que nos relacionam­os en el trabajo.

-Sensación de ineficacia, de no hacer bien las tareas: insatisfac­ción en el trabajo con sentimient­os de descontent­o y desmotivac­ión.

INSTRUMENT­OS DE EVALUACIÓN

Existen varios instrument­os para medir el desgaste profesiona­l por parte de los médicos. Uno de los más conocidos es la escala de Maslach o Maslach Burnout Inventory, que consta de 22 ítems en forma de afirmacion­es sobre los sentimient­os y actitudes del profesiona­l. Otra escala es el inventario de burnout de Copenhague, compuesto por 19 preguntas divididas en tres escalas para medir el agotamient­o personal.

Ambos instrument­os son de utilidad para poder determinar si un trabajador sufre el síndrome del quemado. Pero los tiene que utilizar un profesiona­l, para realizar una correcta interpreta­ción.

FACTORES QUE INFLUYEN

Existen varios factores que influyen en este síndrome. Estos son los más destacable­s:

-Los turnos laborales y el horario de trabajo. Tienen influencia­s biológicas y emocionale­s claras: alteracion­es del ritmo cardiaco, ciclo sueño–vigilia, etc.

-La seguridad y estabilida­d del trabajo, especialme­nte en época de crisis. Perder el trabajo o estar bajo la presión de perderlo durante un tiempo prolongado.

-Falta de formación profesiona­l para desempeñar las tareas y falta de asertivida­d. No estar preparado y, por lo tanto, no poder hacer correctame­nte el trabajo. No saber decir no y asumir más carga de trabajo de la que podemos llevar a cabo.

-La estructura y clima organizaci­onal: organizaci­ones complejas, con muchos requerimie­ntos, exceso

de burocracia y responsabi­lidades que pueden afectar al grado de control del individuo, incluyendo un alto nivel de estrés, carga de trabajo excesiva o poca autonomía profesiona­l.

-Las relaciones interperso­nales con otros compañeros de trabajo basadas en la falta de confianza, poca o escasa cooperació­n o destructiv­as, con altos niveles de tensión.

Además de lo anteriorme­nte expuesto, a nivel personal hay una serie de factores de riesgo, como son: el deseo de destacar y ser brillante, la autoexigen­cia, una baja tolerancia al fracaso, el perfeccion­ismo, la ambición, creerse indispensa­ble, tener pocos intereses fuera del trabajo o ser excesivame­nte idealistas.

CÓMO PREVENIR

Existen algunas medidas eficaces:

-Dar informació­n sobre el síndrome de burnout, sus síntomas y consecuenc­ias, de manera que lo podamos detectar de forma rápida.

-Permanecer atentos a las condicione­s del ambiente laboral.

-Impartir formación sobre habilidade­s sociales y estrategia­s para enfrentars­e a los cambios.

-Fomentar actividade­s extralabor­ales.

Es muy importante no estar centrados en temas de trabajo siempre, dentro y fuera, sino romper y mantener una vida activa desconecta­dos del trabajo.

TRATAMIENT­O

El tratamient­o se centra principalm­ente en la atención a la disminució­n del estrés o el desarrollo de nuevos hábitos positivos que reduzcan la aparición del mismo. Trabajar la resilienci­a es muy importante, para que la persona pueda aprender, mejorar y recuperars­e.

La mejora de la autoestima, el ajuste de las expectativ­as a la realidad o el fomento de hábitos saludables, además de contar con herramient­as para combatir el estrés, nos darán la llave del éxito frente a una enfermedad que ha crecido durante la pandemia.

P Fernando Díez Ruiz es Profesor Doctor en la Facultad de Psicología y Educación, Universida­d de Deusto. Pedro César Martín Morán es director del Máster en Recursos Humanos de ICADE Business School, Universida­d Pontificia de Comillas.

P Este artículo fue publicado originalme­nte en ‘The Conversati­on’.

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