Les Corts exige más verde en el parque de la Colònia Castells
Los vecinos, que subrayan que «una quinta parte del proyecto aprobado es hormigón», sobre todo critican el dibujo de una inmensa plaza dura.
La primera vez que vieron que lo de la transformación –quien dice transformación, dice erradicación– de la Colònia Castells iba en serio fue en 1999, al leer un artículo de Maria Eugenia Ibáñez en este diario en el que se explicaba que empezaba a moverse el plan para convertir la vieja colonia de casitas bajas levantada en 1923 en los terrenos de la familia Castells en Les Corts en una «gran zona verde».
La noticia hizo saltar las alarmas entre el vecindario, que sabía que estaba afectado desde el PGM de 1976 pero que hasta ese día no fue consciente de que la cosa iba en serio. «Fue entonces cuando empezó la organización vecinal por pasajes. Se buscó un portavoz de cada calle para que todo el vecindario estuviera representado en la negociación», recuerda Adela Agelet, secretaria de la asociación de vecinos, mientras pasea por el pasaje de Piera, el único todavía en pie.
Esa organización vecinal forzó un cambio de planes en el consistorio y logró que la lenta –aún no ha finalizado– transformación fuera liderada por la Administración pública en vez de por promotores privados como en principio parecía. Aquellos primeros pasos se dieron con un Jordi Hereu entonces concejal del distrito de Les Corts.
Agelet recuerda aquella lucha frente a las últimas casas desalojadas, hoy tapiadas, y cuyo futuro está aún por acabar de decidir. Está previsto que sean un espacio de memoria de lo que un día fue una barriada de familias trabajadoras que hacían muchísima vida en la calle ya que eran familias grandes viviendo en casas pequeñas. En los más de 20 años que han pasado, el conjunto de casitas se fue vaciando y derribando, y se pactó dejar en pie las últimas de Piera (igual que se ha hecho en la también lentísima reconversión de las casas baratas del Bon Pastor, en Sant Andreu).
Lo que tiene hoy en pie de guerra a los residentes es la futura zona verde, cuya necesidad imperiosa llevó a borrar del mapa la barriada. Para llegar hasta el proyecto de urbanización inicialmente aprobado, y contra el que ahora una parte del vecindario se rebela, el consistorio organizó en 2018 un ambicioso proceso participativo, Tria el verd de la Colònia, que contó con una gran respuesta. Pero a ojos de Agelet, acabó, «como tantas veces», en una «participación frustrada».
El vecindario pidió mantener los huertos urbanos instalados en la urbanización provisional del espacio y reservar zonas para niños y mayores. «El principal problema del proyecto es que una quinta parte es hormigón. No entendemos que insistan en hacer una plaza dura y meter tanto cemento en la situación climática en la que nos encontramos», resume Agelet. Dos vecinas, usuarias diarias del parque, no solo le dan la razón, endurecen incluso las críticas. «Este proyecto es una gran contradicción», resume Lídia Canadell, residente en Taquígraf Serra.
Acuerdo no respetado
Algo en lo que coinciden vecinos de varios colectivos es en el «no respeto» al acuerdo alcanzando en el proceso participativo de marcar con árboles los viejos pasajes. En lugar de árboles, los caminos en el proyecto aprobado provisionalmente se señalan con pérgolas de acero para instalar placas fotovoltaicas, algo que no ha gustado, como la gran plaza dura circular.
Fuentes municipales insisten en que el futuro parque prevé la renovación de un área de unos 9.600 metros cuadrados «donde el verde será el protagonista principal». «La voluntad es que el nuevo espacio revitalice la zona y se convierta en un pequeño pulmón para el distrito», señala la misma voz, que detalla que 7.500 metros cuadrados serán zonas verdes en las que se plantarán «un centenar de árboles nuevos». En cuanto a la polémica plaza, defiende que «se ha ideado como espacio central, donde se podrán desarrollar actividades para fomentar la vida vecinal», y que se hará «con un ‘panot’ que permite el crecimiento de verde».
Tras cerrarse este mes el periodo de alegaciones, el consistorio las estudiará para «posibles cambios». La previsión es empezar las obras en marzo con un presupuesto de casi tres millones.
El consistorio afirma que 7.500 de los 9.600 m2 del futuro recinto serán ajardinados