Narendra Modi
PRIMER MINISTRO DE LA INDIA
Según un estudio elaborado por un exconsejero del Gobierno indio las muertes por covid en aquel país multiplicarían por 10 los datos oficiales, hasta alcanzar los 4,7 millones de fallecidos.
A mediados del pasado año se hablaba del misterio indio. La pandemia amontonaba cadáveres en el mundo desarrollado mientras un país con un sistema sanitario precario, hábitos higiénicos mejorables, ninguna medida de prevención y 1.400 millones de habitantes solo registraba un millar de víctimas. Ni siquiera la abundante juventud bastaba para explicarlo. Un estudio lo ha conseguido un año después: no hay más excepción india que su pereza contable.
El estudio sienta que las muertes reales podrían rondar de 3 a 4,7 millones frente a las 414.000 oficiales. No han escaseado en el mundo las trapacerías contables ni los fallecidos sin diagnosticar que escapaban de las estadísticas, pero la India ha batido las proyecciones más alarmistas. «La realidad es catastróficamente peor. Está trágicamente claro que mucha gente, millones y no cientos de miles, ha muerto (…) Es la mayor tragedia humana desde la independencia y la partición», sienta el estudio elaborado por Arvind Subramanian, antiguo consejero jefe económico del Gobierno, el Centro de Desarrollo Global y la Universidad de Harvard.
Los académicos han utilizado tres métodos. Primero, los datos del registro civil de nacimientos y muertes en siete provincias que contribuyen a la mitad de la población nacional. Segundo, los datos de seroprevalencia conjuntamente con las tasas de mortalidad globales y sin atender a aquella excepcionalidad india. Y tercero, una encuesta sobre el consumo económico familiar sobre casi un millón de personas. El análisis admite que los métodos por separado presentan carencias y la cantidad proporcionada «es vaga» pero es hasta ahora el más fiable sobre los estragos de la pandemia.
Contra el sentido común
Las conclusiones modifican el relato de las autoridades. Hasta ahora se pensaba que la India salió de la primera ola con menos daños de los temidos y se hundió sin remedio en la segunda a causa del precipitado triunfalismo del Gobierno de Narendra Modi, que adoptó la decisión de levantar las prohibiciones a los eventos deportivos, religiosos y políticos en contra del sentido común y las recomendaciones de los expertos médicos.
De aquellos meses son las imágenes que impactaron al mundo: cadáveres quemados en piras improvisadas, hospitales desbordados, enfermos que morían por falta de reservas de oxígeno, el mercado negro de medicinas... El estudio concluye que la primera ola fue mucho más letal pese al desinterés mediático. Hasta dos millones de personas podrían haber fallecido mientras el mundo le daba vueltas al misterio de una mortalidad del 0,2 % en contraste con el 2% global.
«Después de la primera ola, la India creyó que escapó de lo peor debido a los muertos que no se contaron. Eso llevó a una cultura de autocomplacencia. Pero en la segunda ola, todas esas horrendas imágenes que vimos acabaron galvanizando a la sociedad», explica Subramanian. Las causas que explican los elefantiásicos errores contables son varias pero ninguna más capital que la ineptitud de las autoridades y sus prisas por reabrir la economía.
«Es la mayor tragedia humana desde la independencia y la partición», sostienen los autores