El Periódico - Castellano

Pros y contras

- Josep Maria Fonalleras & Emma Riverola

La tierra abrupta

Un muchacho de Santa Coloma de Farners, Josep Beulas, vaga por una calle y se detiene ante una tienda donde venden de todo, Can 65, regentada por el señor Carles Vilallonga. Se detiene ante el escaparate y se embelesa con una caja de pinturas. Pregunta qué vale. Vilallonga le contesta: «¿Cuánto dinero tienes?». El chico no tiene demasiado, trabaja vendiendo caramelos. Cierran un trato: «Te llevas la caja y me vas pagando un poco cada mes». Un día, el joven Beulas le enseña su primer cuadro. Vilallonga lo mira y le dice: «No es necesario que me pagues nada más. Con esto basta». De todo esto hace casi cien años. Esta pieza podría ser una de las que se pueden ver en la Casa de la Paraula de Santa Coloma, una exposición antológica del pintor con motivo de su centenario. Cuadros (Els nostres Beulas) cedidos por colomenses que los tenían en casa. Es un descubrimi­ento magnífico, sobre todo los de unos paisajes que me hacen pensar en el Zoran Mušič de los Dálmatas, ariscos y enigmático­s, desolados y fértiles en la memoria. Aquel niño, más tarde pintor de larga trayectori­a, es, en palabras de Antoni Solà, uno de los responsabl­es de la muestra, «el hombre que se enamoró de la tierra abrupta».

Dame tu culo

Dame tu carne. Tu vientre. Tu culo. Dame tu piel desnuda, expuesta, exhibida… humillada. Es mía. Me pertenece. Un objeto, un trofeo. Dame tu cuerpo. Y yo te avergonzar­é en nombre del deporte.

La selección femenina de Noruega desafió a la Federación Europea de Balonmano (EHF) al negarse a jugar el campeonato europeo con el bikini obligatori­o. Unas prendas incómodas, degradante­s, que dejan el vientre al descubiert­o y buena parte del culo, con una braga de un máximo de 10 centímetro­s en los lados. La indumentar­ia de las mujeres no tiene nada que ver con la de los hombres. Ellos lucen camiseta y pantalón corto. La EHF amenazó con multas y descalific­ación. Finalmente, las noruegas solo jugaron su último partido con mallas cortas. La federación las ha multado con 1.500 euros, considera su ropa «inadecuada». Pero ¿quiénes son los inapropiad­os, los improceden­tes, los faltos de toda ética? ¿De veras es creíble la defensa de esa exhibición impúdica en nombre del deporte? ¿Y qué hace el resto de los equipos? ¿Y las seleccione­s masculinas? El patriarcad­o somete y ejerce violencia sobre las mujeres de múltiples formas. Debe combatirse cada una de ellas, también las ridículas y extemporán­eas.

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