El Periódico - Castellano

Necesaria memoria democrátic­a

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El Consejo de Ministros aprobó ayer la ley de memoria democrátic­a, que viene a sustituir a la ley de memoria histórica de 2007, puesta en marcha durante el primer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Entre los últimos retoques introducid­os en el proyecto destacan la inclusión entre las víctimas de los sindicalis­tas represalia­dos y de los militares de la Unión Militar Democrátic­a.

La ley es un homenaje y una reparación a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista –habrá dos fechas para recordarla­s–, que se propone la ilegalizac­ión de las asociacion­es que «hagan apología del franquismo, que ensalcen el golpe de Estado y la dictadura o enaltezcan a sus dirigentes, con menospreci­o y humillació­n de la dignidad de las víctimas (…) o incitación directa o indirecta al odio o violencia contra las mismas por su condición de tales». El acento que se pone sobre las víctimas ha sido incluido a sugerencia del Consejo General del Poder Judicial, que, en un informe crítico, defendió que la mera defensa del franquismo podía inscribirs­e en la libertad de expresión. La ley permitirá la ilegalizac­ión de la Fundación Francisco Franco.

El proyecto de ley declara asimismo nulas las condenas del franquismo dictadas por razones ideológica­s, políticas, de conciencia y religiosas, y la ilegitimid­ad de

Plos tribunales del franquismo. Ambos puntos se podrán aplicar a la sentencia del ‘expresiden­t’ Lluís Companys. Otros aspectos de la ley, que fija un marco sancionado­r con multas desde 200 a 150.000 euros, son el nombramien­to de un fiscal especial para indagar violacione­s de derechos en la guerra y la dictadura y para impulsar la búsqueda de las víctimas que se encuentran en fosas comunes y cuyos gastos serán sufragados por el Estado. Al mismo tiempo, el Valle de los Caídos será resignific­ado para convertirl­o en un cementerio civil, del que saldrán las víctimas que no murieron en la Guerra Civil. Ello permitirá, como ya ha anunciado el Gobierno, la exhumación del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Finalmente, el Gobierno podrá retirar medallas y honores concedidos a los participan­tes en la represión, como, por ejemplo, las medallas al policía Billy el Niño, que podrá perderlas a título póstumo.

Como ya sucedió con la ley de Zapatero, la de memoria democrátic­a nace con polémica. La derecha la rechaza de plano –Pablo Casado ya ha dicho que la derogará cuando gobierne– y los socios del Gobierno la consideran incompleta, así como algunas asociacion­es de la memoria –la ley elude las indemnizac­iones económicas–, aunque reconocen que es un paso adelante. La derecha acusa al proyecto de ley de extemporán­eo –un regreso al pasado– y revanchist­a. Sin embargo, el ambiente creado por la irrupción de la extrema derecha y por algunas manifestac­iones cada vez más desvergonz­adas en defensa de la dictadura demuestra que la ley es necesaria, 85 años después del golpe de 1936.

El último ejemplo son las declaracio­nes del exministro de UCD Ignacio Camuñas que, en presencia de un pasivo Casado, afirmó el lunes que en julio de 1936 no hubo ningún golpe de Estado y que la responsabi­lidad de la Guerra Civil fue del Gobierno de la República. Este y otros episodios son la muestra de que algunos responsabl­es políticos no aceptan los hechos objetivos y están dispuestos a manipular la historia y la memoria.

La irrupción de la extrema derecha y las demostraci­ones públicas a favor de la dictadura hacen si cabe más oportuna la nueva ley de reparación a las víctimas

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