Universitarios en la España vaciada
Represento a una de esas muchas personas que salimos del pueblo para ir a estudiar a ciudades más grandes y que posteriormente nos quedamos a trabajar allí o en otros lugares lejos de nuestra tierra. En mi tiempo, hubo un gran éxodo rural que ya había empezado antes y que todavía sigue vigente.
Ahora, Manuel Castells, ministro de Universidades, pretende repoblar esos núcleos con universitarios que estudien allí la carrera y hagan prácticas en esos territorios. Últimamente, he visto algún programa en la tele en el que aparecen jóvenes que, a pesar de haber ido a estudiar fuera, quieren regresar a sus pueblos y contribuir a rejuvenecerlos con sus aspiraciones. Hace unos días, salió el municipio donde nací, adonde voy de vacaciones, porque tengo mi casa y mi familia. Descubrí, con sorpresa, que la juventud, algunos con un currículo ligado a las necesidades y potencialidades del territorio, reclaman empleos que les permitan articular un proyecto de vida a largo plazo.
Celebro que la España vaciada sea uno de los temas presentes en la agenda política y que ello vaya unido a una propuesta inteligente que pretende que esos jóvenes, condenados a tener contratos precarios y que han de renunciar a vivir en sus lugares de origen, recuperen la esperanza, al tiempo que devuelven un futuro a los pueblos.
Labordeta, ese gran cantautor aragonés, ya reflejó en algunos de sus poemas la inmensidad del hueco de la ausencia al abandonar los pueblos: «Se han marchado ya todos/ y nadie ha vuelto/ para cerrar la puerta».
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