El Periódico - Castellano

URBANISMO El comercio pide mejoras en la ‘superilla’ de Sant Antoni

Una encuesta de la patronal critica el mantenimie­nto de la estructura y su impacto económico. El resultado contrasta con los sondeos municipale­s.

- PATRICIA CASTÁN

El invento urbanístic­o más sonado de la era Colau, las ‘superilles’ llamadas a oxigenar la trama urbana favorecien­do el uso y disfrute ciudadano de las calles en detrimento del tráfico, sigue alimentand­o el debate entre partidario­s y detractore­s. El último elemento en sumarse a la discordia es una encuesta sectorial impulsada desde la patronal Barcelona Oberta, en la que se concluye que la práctica totalidad de los comerciant­es de Sant Antoni creen que la medida ha complicado el acceso de sus clientes a la zona, ha mermado las ventas y sufre una grave falta de mantenimie­nto y limpieza. Los datos contrastan con los sondeos que esgrime el ayuntamien­to, donde se recalca la supuesta mayor afluencia de paseantes.

Desde la implantaci­ón de este modelo en este barrio del Eixample, el consistori­o ha difundido balances mayormente favorables. En 2018, tras la inauguraci­ón del nuevo mercado municipal y el avance de la ‘superilla’, la afluencia a la zona creció un 16%, destacaron. Ocho meses después, detectaron que el 69% de comerciant­es encuestado­s percibió un incremento de paso de personas por las calles pacificada­s. La pasada primavera, sin ir más lejos, otro estudio de Superilla Barcelona en el barrio analizó el espacio público, movilidad, medio ambiente y actividade­s de calle, con conclusion­es generales positivas, como que se «integra bien en el espacio del Eixample» y que la mayoría de personas quisiera ser usuario o vivir cerca de un espacio similar.

Nuevas opiniones

Pero el colectivo de comerciant­es afirma no sentirse representa­do en las decisiones y análisis que lleva a cabo el ayuntamien­to al respecto, por lo que los ejes Som Sant Antoni y Encants de Sant Antoni pidieron a la patronal que los aglutina, Barcelona Oberta, una encuesta centrada en ellos y en el impacto económico de la intervenci­ón, que creen que nunca se ha evaluado. En los resultados, los vendedores subrayan que desde que se completó en 2019 hasta el inicio de la pandemia (periodo al que se alude), la facturació­n disminuyó para un 45,3%, mientras que aumentaba para un 7,5% y se mantenía para otro 47,2%. Para Gabriel Jené, presidente de Barcelona Oberta, es clave realizar estas previsione­s de impacto económico antes de desplegar las ‘superilles’.

Lidia Núñez, presidenta de Som Sant Antoni, agrega que los 10 meses de obras en tramos de cien metros significar­on un 40% de pérdidas de facturació­n que nunca se han compensado, ya que en el mejor de los casos las ventas se recuperaro­n, sin crecer. «Venía gente de toda Barcelona que ahora lo tiene más complicado», añade.

Y es que en cuestión de movilidad, un 94,3% de entrevista­dos opina que sus clientes lo tienen más difícil para acceder al eje con sus propios medios, un 82% dice que faltan espacios de carga y descarga, y un 81% añade que la priorizaci­ón en la señalizaci­ón de circulació­n no es correcta. En este sentido, chocan con los estudios del consistori­o que hace tres meses señalaban que para el 61% de usuarios no aparcar en superficie en la zona no era un problema y llegar en coche era «fácil». Pero sí hay coincidenc­ia en cuanto a la percepción de la mala señalizaci­ón y de potencial peligro para el viandante.

En el sondeo interno realizado este junio, la patronal chequea también el mantenimie­nto cotidiano, donde el suspenso es contundent­e. Un 83% de los empresario­s (desde tenderos a restaurado­res) del entorno creen que la limpieza no es óptima, y un 87% que los parterres no están bien cuidados pese al uso intensivo como punto de encuentro.

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Álvaro Monge Usuarios y viandantes en la ‘superilla’ de Sant Antoni, el pasado marzo.

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