El Periódico - Castellano

El culebrón del testamento de Raffaella Carrà

Nadie sabe todavía quién o quiénes serán los beneficiar­ios de la millonaria herencia -que incluye varios inmuebles- que la diva italiana deja tras su muerte el pasado 5 de julio a causa de un cáncer de pulmón. Por eso se han disparado las conjeturas en to

- IRENE SAVIO

Lo del testamento millonario de Raffaella Carrà ya es un culebrón en toda regla. Nadie sabe quién se quedará con la millonaria herencia de la diva italiana, y el asunto probableme­nte se debatirá hasta que el misterio, como lo han bautizado en Italia, no se aclare. Sobre todo porque se apunta a que la artista, fallecida el 5 de julio a los 78 años, deja un jugoso patrimonio.

Se trata del lujoso apartament­o del barrio romano de Vigna Clara, donde vivía hasta que murió. Además, era dueña de una mansión en cala Piccola, en el Monte Argentario, cerca del selecta localidad balnearia de Porto Santo Stefano, una de los pueblos costeros más codiciados por la burguesía romana. Y también otra casa en el burgo medieval de Montalcino (célebre por el homónimo vino), en la Toscana, así como cuentas corrientes y otros bienes que Raffaella Maria Roberta Pelloni, la Carrà, había atesorado en vida.

Muy dada a la beneficenc­ia

La popular artista nunca se casó, no pudo tener hijos, y, a dos semanas de su muerte, aún no es público si hizo o no testamento. De ahí que se hayan desatado las elucubraci­ones. Algunos han supuesto que la herencia acabará en manos de sus dos sobrinos, Matteo y Federica Pelloni, a los que estaba muy unida desde la muerte de su hermano Renzo, o a las hijas de su anterior pareja, el fallecido Gianni Boncompagn­i. Otros han aventurado que un beneficiar­io podría ser el director de cine Sergio Japino, antiguo compañero sentimenta­l de Raffaella durante 15 años.

Pero también se han barajado otras hipótesis más fantasiosa­s. Una: que Raffaella habría donado su fortuna a las decenas de niños que fueron beneficiar­ios de sus iniciativa­s a favor de la adopción a distancia, o a alguna otra organizaci­ón especializ­ada en proyectos de inclusión social. El mejor indicio que apoya esta posibilida­d procede de una revelación que se ha sabido tras su muerte: pocas semanas antes de fallecer, Raffaella donó el gimnasio de 160 metros cuadrados en el que solía entrenarse en el pueblo de Porto Santo Stefano.

En este caso el beneficiar­io ha sido la Confratern­idad de la Misericord­ia, que realiza tareas de ayuda a los desfavorec­idos. «Hace pocas semanas me llevó ante un notario de Roma. Me había llamado unos días antes para decirme que quería donar un inmueble de Porto Santo Stefano. Un regalo de grandísimo valor inmobiliar­io», contó el delegado de la organizaci­ón, Roberto Cerulli, al que hace meses Carrà le pidió «detalles» de cómo trabajaba la organizaci­ón.

El precedente de Maradona

Lo curioso es que, al parecer, Raffaella detestaba las discusione­s que provocaban las herencias de los famosos. Así lo dejó claro el año pasado, al comentar la muerte de su amigo Diego Armando Maradona. «Ahora, lamentable­mente, arrancará la telenovela sobre la herencia que deja. Pero digo yo, bendito hombre: ¿no podías usar condón? Le siguen saliendo hijos ilegítimos. Qué caballo más loco Diego, pero de pura cepa», decía la Carrà.

Tampoco se sabe a cuánto asciende el patrimonio de la estrella, que en su momento fue una de las presentado­ras mejor pagadas de la RAI, la televisión pública italiana y esa situación llegó incluso al debate político en el Parlamento. «Además están sus ingresos derivados de los derechos de sus canciones», recuerda el medio digital Il Sussidiari­o, que asegura que es probable que el testamento exista, pues la diva luchó contra la enfermedad que la aquejaba, un cáncer de pulmón, durante mucho tiempo. El misterio sigue.

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Maria Laura Antonelli / AGF

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