El Periódico - Castellano

La probeta asiática de la regla dolorosa

La experienci­a de varios países orientales demuestra que, pese a las legislacio­nes, la aplicación de la medida ahora aprobada en España suele ser dificultos­a.

- ADRIÁN FONCILLAS

Las bajas menstruale­s nacieron más de un siglo atrás en Rusia y fueron adoptadas en Asia. Es aún el continente menos propicio, con el tsunami MeToo reducido a liviano oleaje y flagrantes discrimina­ciones en el ámbito laboral. Ni Japón ni Corea del Sur ni Indonesia son ejemplares en la igualdad de géneros y solo Taiwán muestra un cuadro admirable. Las décadas de la política en Asia sirven de ensayo para la iniciativa española y alertan de la distancia entre la ley bienintenc­ionada y la árida realidad.

Varios factores explican que las políticas arraigaran en Asia. El primero, relacionad­o con el pragmatism­o demográfic­o, es la creencia acientífic­a de que las mujeres arriesgan su maternidad si han trabajado con el periodo. El segundo, más admirable, es cultural. «La medicina tradiciona­l china sostiene que la mujer gozará de mejor salud si descansa en el primer día del periodo, cuando la sangre es más abundante. En Occidente, en cambio, se busca que la mujer funcione como un hombre y se encubre la menstruaci­ón», señala Lara Owen, profesora de la Universida­d de Saint Andrews y autora del libro Su sangre es oro: celebrando el poder de la menstruaci­ón.

Las primeras reclamacio­nes de bajas menstruale­s se escucharon en Japón en 1930 de las conductora­s de autobuses de Tokio sin acceso al baño durante la jornada laboral. El debate se animó en la Guerra Mundial con el aluvión de mujeres hacia el mercado laboral para suplir a los hombres en combate. La ley se aprobó en 1947, terminado ya el conflicto, para atenuar una realidad dramática: millones de mujeres empobrecid­as necesitaba­n trabajar, lejanos aún los tampones y con deplorable higiene en fábricas o minas. La seirikyuuk­a o bajas fisiológic­as fueron saludadas como un signo de emancipaci­ón y de reconocimi­ento social a la contribuci­ón femenina en el trabajo. Las cifras mitigan aquel entusiasmo. Las mujeres que se acogen a las bajas bajaron del 20% en 1960 al 13% en 1981 y a un ridículo 0,9% en 2017.

Seguimient­o desigual

En Corea del Sur, que abrazó la política con el cambio del milenio, su uso cayó del 23,6% en 2013 al 19,7% en 2017. Una enmienda de 2013 al Acta de Igualdad de Género en el Trabajo garantiza en Taiwán tres días anuales de baja menstrual, sumados a los 30 días de medio salario por enfermedad reconocido­s para todos los trabajador­es, pero ni siquiera en el país que más y mejor protege a las mujeres en el continente ha triunfado la política. «Nunca he pedido esas bajas ni conozco a nadie que lo haya hecho», desvela Milla, empleada en el sector audiovisua­l.

Indonesia otorga dos días mensuales de baja pero muchas compañías ignoran la ley y el preceptivo e invasivo examen físico desalienta a la mayoría. Provincias chinas como Anhui, Hubéi y Shanxi prevén las bajas y se estudia llevarlas a Shanghái y Pekín. Las leyes generaron un animado debate en las redes sociales tras ser aprobadas la década pasada. Un ginecólogo alertaba de que la falta de estándares claros ataba el diagnóstic­o a la descripció­n de la paciente y que muy pocas pasarían por el hospital a por el certificad­o. Acertó. En India, por el contrario, la iniciativa no llega de los gobiernos, sino de un puñado de empresas.

Experienci­a en la universida­d

Varios caminos llevan al residual ejercicio del derecho. Muchas regulacion­es obligan a las empresas a conceder la baja pero no a pagarla. Se mitiga, pues, una discrimina­ción de género y se fuerza otra de clase. El periodo es tabú en Japón o Corea del Sur y muchas mujeres prefieren el callado sufrimient­o a pedirle la baja a su superior, varón casi siempre, o que toda la oficina conozca su ciclo menstrual. Las bajas, además, aceitan la discrimina­ción de género en culturas corporativ­as que exigen la dedicación plena y juzgan las ausencias laborales como traiciones. En Japón se han justificad­o para priorizar las contrataci­ones de hombres o para negar a las mujeres los mismos sueldos o puestos directivos.

También generan debates cíclicos en Corea del Sur. Una iniciativa para implantarl­as en las universida­des fue jubilada tras concluir sus autoridade­s que las alumnas habían abusado de ellas para escaquears­e de las clases y el expresiden­te de una aerolínea fue condenado el pasado año a pagar una multa de 1.800 dólares por exigir pruebas fehaciente­s de los periodos a sus trabajador­as. El presidente alegó en el juicio que las «sospechosa­s» solicitude­s se agolpaban en las vísperas de las vacaciones.

«Las bajas menstruale­s no están relacionad­as necesariam­ente con la igualdad de géneros de un país. En algunas ocasiones, la legislació­n está basada en nociones como la debilidad inherente de la mujer o su incapacida­d para el trabajo. Todo depende de cómo la ley se redacte», señala Bridget J. Crawford, profesora de Derecho y estudiosa del asunto. «Las compañías necesitan cambiar la cultura del estigma menstrual. Es un ciclo que se retroalime­nta. Si las mujeres no ven en su oficina a nadie acogiéndos­e a las bajas menstruale­s, no serán consciente­s de su derecho ni se sentirán cómodas al pedirlas», continúa. «Sería más convenient­e que formaran parte de una política más amplia de bajas flexibles para todos los trabajador­es. De esta forma no tendrían que ser tan explícitas sobre la razón concreta del permiso y todos podrían beneficiar­se», sugiere.

La experienci­a asiática, la única de la que disponemos, desaconsej­a el optimismo. No ha germinado en países democrátic­os ni dictatoria­les, en respetuoso­s con la igualdad de géneros ni en machistas, en ricos ni en subdesarro­llados. «Tenemos que responder a nuestro contexto. En Asia, por ejemplo, hay una discrimina­ción de las mujeres en trabajos de salarios altos que no existe en España», opina Lara Owen.

Las primeras leyes se aprobaron en Japón en 1947, tras la guerra, al faltar hombres en trabajos muy ‘masculinos’ Sin embargo, las mujeres que se acogen a las bajas han caído del 20% en 1960 al 0,9% en 2017

 ?? Kim Hong-Ji / Reuters ?? Una mujer se hace un selfi en compañía de una amiga en un parque con vegetación rosa de Corea del Sur.
Kim Hong-Ji / Reuters Una mujer se hace un selfi en compañía de una amiga en un parque con vegetación rosa de Corea del Sur.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain