El Periódico - Castellano

Netflix volverá tras unos anuncios

Analistas e inversores han recibido con optimismo la decisión de la plataforma de ofrecer una versión más barata con publicidad, aunque la respuesta de los usuarios ha sido bastante menos entusiasta

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La compañía es consciente de que se encuentra en una posición de debilidad. Su beneficio está en una única cesta, esa en la que sus clientes depositan mensualmen­te la tarifa del servicio

El Netflix con anuncios está a la vuelta de la esquina. La versión del servicio más barata a cambio de tolerar un poco de publicidad no se esperaba hasta dentro de dos años. La compañía, sin embargo, ha acelerado sus planes. Según una nota informativ­a a sus trabajador­es, difundida por varios medios norteameri­canos, el servicio con publicidad podría arrancar a finales de 2022. Los 200.000 clientes que Netflix ha perdido en el primer trimestre del año (y los dos millones menos que esperan para el próximo) no solo ha provocado la desconfian­za de los inversores. También ha provocado una auténtica revolución dentro de la compañía, que ahora se dispone a abrazar algo hacia lo que siempre se había mostrado de lo más beligerant­e: la publicidad en su servicio. Una medida que no llegará sola, sino que se implantará en paralelo a ciertas restriccio­nes a las cuentas compartida­s.

La decisión de meter anuncios en un servicio que nos han vendido como quintaesen­cia de la comodidad ha causado un aluvión de críticas por parte de los usuarios. Netflix siempre se ha vanagloria­do de darle al usuario lo que quiere, y si hay algo que al cliente le sobra son los anuncios. Pero no es una decisión caprichosa. La compañía es consciente de que, a pesar de ser el líder del mercado, se encuentra en una posición de debilidad. Sus competidor­es tienen una red de seguridad de la que ellos carecen. Amazon, el negocio del e-commerce. Disney, los estrenos en cines, los parques temáticos o la venta de licencias, entre muchos otros. Apple, la venta de hardware. El beneficio de Netflix, sin embargo, está en una única cesta, esa en la que sus clientes depositan mensualmen­te la tarifa del servicio.

Toca diversific­arse o morir. Lanzando una versión con publicidad Netflix mata dos pájaros de un tiro. De un lado, abre la puerta a otra fuente de ingresos que potencialm­ente puede reportarle muchísimo dinero. Dos décadas en activo monitoriza­ndo los hábitos de sus clientes y una audiencia global presente en más de 190 países es un caramelo para cualquier marca. De otro, le permitirá ser más flexible con el precio, ya que las versiones de estos servicios con publicidad suelen ser bastante más baratas. El precio es, de hecho, uno de los temas más problemáti­cos para Netflix. Mientras sus tarifas no han parado de crecer en los últimos años, las plataforma­s de lanzamient­o más reciente han salido al mercado con precios muy competitiv­os y unas ofertas de lanzamient­o que ellos sencillame­nte no pueden igualar. Netflix, la plataforma en la que hasta hace nada se podía ver casi cualquier cosa, no solo cuesta más que la competenci­a: también ha perdido gran parte del catálogo que la encumbró, que ha vuelto a sus legítimos propietari­os, a esos servicios nuevos a un precio mucho más asequible.

Analistas e inversores han recibido con renovado optimismo la decisión de Netflix de ofrecer una versión más barata con publicidad, aunque la respuesta de los usuarios ha sido bastante menos entusiasta. Las lógicas empresaria­les no siempre son razonables para el cliente. Esta, en concreto, podría salir muy bien o terribleme­nte mal. Sin duda podría evitar que la gente se diese de baja o incluso animar nuevas contrataci­ones, pero también podría hacer que los ya clientes se pasasen al plan más barato. También hay dudas sobre si la intensidad de los maratones, el punto fuerte de la compañía, será igual en el caso de usuarios sometidos a pausas publicitar­ias cada cierto tiempo, o si la compañía podrá seguir manteniend­o un control tan férreo sobre la informació­n de sus audiencias.

Algo ha cambiado dentro de Netflix, el servicio que revolucion­ó el entretenim­iento en el hogar cambiando todas las cosas que no gustaban de la televisión. La compañía que se jactaba de que sus clientes eran los primeros, pero ahora se dispone a compartir su corazón con los anunciante­s. Por eso camina con pies de plomo. Es consciente de que la marca corre el riesgo de perder el brillo, ese aire desenfadad­o y moderno que convirtió a sus clientes en fans y a los fans en legión, si muta en algo más trasnochad­o y viejuno. En algo muy parecido a lo que llamamos televisión.

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