El Periódico - Castellano

Garantizar el derecho a la vivienda: a la vida

Tenemos al alcance leyes catalanas que no se están exprimiend­o lo suficiente ante la crisis habitacion­al

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El acceso a la vivienda se ha convertido, en los últimos años, en un trabajo de investigac­ión y comparació­n de precios, lugares y condicione­s que genera una carga emocional y de desgaste negativo muy grande para muchas personas que buscan un piso para vivir. Si, además, sumamos la dificultad económica, nos encontramo­s situacione­s de vulneracio­nes y de insegurida­d residencia­l que tienen un efecto clarísimo y estudiado en la salud de las personas: en su vida.

Son muchas las familias que desde el estallido de la burbuja inmobiliar­ia de 2008 han vivido un calvario con la vivienda, a menudo sin conseguir soluciones o respuestas satisfacto­rias desde las institucio­nes. La consecuenc­ia más visible han sido los desahucios, la pérdida de la vivienda habitual de miles de familias en los últimos 12 años: en todo el periodo que habitualme­nte se describe como emergencia habitacion­al, 1.710.963 personas han perdido su hogar en todo el Estado español y 323.705 lo han hecho en el ámbito catalán.

Ocupas en sus propias casas

Hay familias que en su día se endeudaron para acceder a una vivienda. Con la crisis, perdieron su casa acompañada con una deuda de por vida. Muchas no han podido levantar cabeza porque esta losa les condena para siempre. A pesar de que muchas personas piensan que esto ya forma parte del pasado, no se ha legislado nunca para regular de una vez por todas la dación en pago o mecanismos para evitar el sobreendeu­damiento. Mientras tanto, la mayoría de estas familias han resistido como ocupas en su propia casa hipotecada ya en manos de bancos y fondos buitres. A estas familias se les han sumado las que no pueden afrontar la subida del alquiler y las que a causa de la economía familiar han tenido que ocupar viviendas vacías de los bancos para vivir. Muchas de ellas se han visto forzadas a marchar de su casa más de una vez. Sus hijas han vivido una infancia de cajas y desahucios y quizás han llegado a la adolescenc­ia en una habitación de hostal compartida con sus hermanos y sus padres, a la espera de un piso social que parece que nunca llega.

Y es que la vivienda se ha convertido en un problema estructura­l y un factor de exclusión social como nos recuerda el informe número 14 del Insocat. Estamos inmersos en una crisis habitacion­al o residencia­l con manifestac­iones y consecuenc­ias amplias y diversas que comportan vulneracio­nes del derecho a la vivienda, a la salud y derechos energético­s, y que presenta el riesgo de convertirs­e en permanente si no se actúa adecuadame­nte para revertirla. Para hacerlo posible, tenemos al alcance leyes catalanas que no se están exprimiend­o lo suficiente y, ahora, una oportunida­d en el ámbito estatal con la ley de la vivienda.

En Catalunya, los movimiento­s sociales y la ciudadanía organizada han hecho posibles cambios legales para paliar estas situacione­s mediante alquileres sociales. Las leyes de contención de rentas o la de emergencia habitacion­al y pobreza energética de 2015, ampliada recienteme­nte, que es una herramient­a para evitar desahucios a familias vulnerable­s en situación de impago de hipoteca o de alquiler. En caso de que haya finalizado el contrato de alquiler, tanto si es de mercado como si es social, y que la persona se encuentre en insegurida­d residencia­l, la entidad financiera y/o gran tenedor tiene la responsabi­lidad de ofrecerle un alquiler social, garantizan­do el acceso a una vivienda digna.

La obligación de ofrecer alquileres sociales en casos específico­s de pérdida de vivienda como las ocupacione­s, que recienteme­nte se ha aprobado en el Parlamento, es una ley que sirve para abordar problemas reales de las personas y que les da soluciones.

El reto ahora, sabiendo que el pulso con los lobis económicos es constante, es conseguir el compromiso de la Generalita­t y las administra­ciones competente­s para exigir su cumplimien­to íntegro y sancionar a quien se salte la norma. Catalunya tiene que dejar atrás la clasificac­ión de la vergüenza de los desahucios: 9.398 en 2021, en pleno covid-19.

Desde todos los sectores hay que empujar para que así sea, porque es imprescind­ible que garanticem­os el derecho a la vivienda: garantizar la vida.

La vivienda se ha convertido en un problema estructura­l y un factor de exclusión social

Lucía Delgado es coordinado­ra general del proyecto ‘Dret a l’habitatge’ del Observator­i DESC.

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 ?? Joan Mateu Parra ?? Manifestac­ión para reclamar la construcci­ón de pisos sociales, en Barcelona, en 2021.
Joan Mateu Parra Manifestac­ión para reclamar la construcci­ón de pisos sociales, en Barcelona, en 2021.

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