La justicia de Michael Connelly
El veterano creador de Harry Bosch habla del estreno en Netflix de ‘El abogado del Lincoln’, serie basada en ‘El veredicto’, una novela de otro de sus protagonistas estrella, Mickey Haller, que acaba de reeditarse. El escritor tiene la vista fija en Ucran
Un día, Michael Connelly (Filadelfia, 1956) fue a ver un partido de béisbol. El azar quiso que conociera a un abogado que le contó que trabajaba desde su coche, explica por videoconferencia desde Los Ángeles. De ahí surgió la idea de crear a Mickey Haller, abogado defensor que convierte su Lincoln Town Car en su oficina legal móvil. El escritor moldeó con él saga propia y ahora, encarnado por Manuel García-Rulfo, protagoniza serie televisiva producida por David E. Kelley (Big little lies), recién estrenada en Netflix: El abogado del Lincoln, que adapta El veredicto, segunda novela de la saga, publicada en 2008 y reeditada para la ocasión por AdN. Ello ha llevado a la editorial a aplazar a noviembre el lanzamiento de Las horas oscuras, nuevo caso de su célebre y veterano policía Harry Bosch.
Connelly, que fue periodista de sucesos antes de escribir thrillers de éxito, siempre se basa en historias reales. «Hablo con abogados, detectives, agentes de policía… y suelen ser el punto de partida de muchas de mis historias. En El veredicto parto de un hecho poco conocido sobre un juicio en el que el acusado salió declarado no culpable y luego fue asesinado en la vía pública –explica–. Fue el germen para esta trama donde ves que a veces la justicia no tiene lugar en el tribunal, sino en la calle, donde ves los fallos del sistema judicial y que existen tribunales y justicia paralelas». «Yo no me fío del sistema judicial –confiesa–. No funciona bien, hay mucha corrupción. El trato que recibes depende de si tienes o no dinero para un buen abogado que te defienda. Los libros de Haller exploran esas grietas por las que se cuela el sistema».
«Dos violadores sádicos»
En El veredicto, y en la serie, Haller hereda los casos de un colega asesinado; uno es el de Walter Elliot, magnate de Hollywood acusado de matar a su esposa y al amante de esta. También Las horas oscuras parte de una conversación real con un policía. «Me habló de lo poco frecuente que es que dos depredadores de perfil psicológico similar trabajen juntos. Aquí son dos violadores sádicos», avanza. En el libro los llama Hombres de Medianoche y a ellos se enfrenta la policía Renée
Ballard (otra cabeza de cartel en las novelas negras de Connelly) junto a su personaje estrella, Harry Bosch. De hecho, este coprotagoniza El veredicto junto a Haller (son medio hermanos por parte de padre), pero no El abogado del Lincoln, avisa el autor estadounidense: la nueva serie televisiva de Haller es en Netflix y la de Bosch, interpretada por Titus Welliver, acaba de estrenar ya la séptima temporada en Prime Video. «Al ser estudios distintos, ahora no conectan, pero no sé si en el futuro se podrá negociar», dice no demasiado convencido.
Connelly, que ha vendido más de 80 millones de ejemplares de sus libros en 44 países, opina que «no hay una receta mágica para el éxito». En su caso, lo atribuye a «una suerte enorme, algo de talento para contar historias, trabajar muchísimo y tener un buen equipo que te apoye».
Hace cuatro años se mostraba en estas páginas preocupado por Donald Trump y por el cambio climático. «Hoy sigo preocupado por ello, pero como el resto del mundo, tengo la vista fija en Ucrania. Me preocupa qué va a pasar y por qué Vladímir Putin y Rusia han sentido la necesidad de hacer lo que hacen. Y veo a mi país más dividido de lo que lo he visto nunca. Es imposible no preocuparse al ver a dos bandos cada vez más separados. Con una derecha muy conservadora y una izquierda muy liberal y sin posibilidad de reconciliación», lamenta.
«La clave de El veredicto es que todo el mundo miente. Y Haller debe trabajar en medio de ese bosque de mentiras y buscar la verdad, una tarea noble». Hoy, continúa, internet nos ofrece muchísima información y se cuelan muchísimas mentiras. La gente no contrasta y se lo cree todo si encaja en su forma de ver el mundo. Necesitamos más pensamiento crítico para analizar con una lupa más estricta lo que nos llega a través del ordenador».
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«No me fío del sistema judicial porque hay mucha corrupción», señala el escritor