El Periódico - Castellano

Cannes empieza con el paso zombi de ‘¡Corten!’

- NANDO SALVÀ

En casi todas las películas que ha dirigido a lo largo de su carrera, el francés Michel Hazanavici­us se ha dedicado a homenajear a otras películas, y siempre con más intención de reproducir que de reinterpre­tar; su sello de autor es el apropiacio­nismo. La minisaga OSS 117,

que le proporcion­ó su primer contacto con el éxito, recreaba el estilo y las narrativas de las primeras películas de James Bond; The artist

(2011), que lo lanzó al estrellato, emulaba el look y el ritmo de las películas mudas de Hollywood; y Mal genio (2017), su biopic de JeanLuc Godard, tomaba prestada la estética de parte de la obra del cineasta suizo pero no se tomaba la molestia de explorar realmente su personalid­ad. Y esta actitud recurrente frente a las películas que lo inspiran sirve para explicar tanto lo bueno como lo malo de su nueva ficción.

Encargada de inaugurar esta noche la 75ª edición del Festival de Cannes, ¡Corten! es un remake de One cut of the dead (2017), comedia de zombis japonesa de bajísimo presupuest­o en su día aclamada por los fans del género –su presentaci­ón en el festival de Sitges fue una fiesta– y hoy erigida en obra de culto. Resulta imposible describir esa pequeña joya sin caer en spoilers, y tómese eso como advertenci­a a los lectores más escrupulos­os en ese aspecto: en su primera parte utiliza un único plano secuencia para narrar cómo el rodaje de un cortometra­je sobre muertos vivientes se ve atacado por una horda de muertos vivientes, y en la segunda cambia completame­nte de tercio para revelarse como una cariñosa sátira sobre el esfuerzo colectivo que las películas exigen, especialme­nte las que se hacen con mucha prisa y muy pocos medios.

¡Corten! no solo replica la historia, el dispositiv­o narrativo y el amor por la cinefagia de su modelo; también sus personajes, casi todas sus situacione­s y hasta la mayoría de sus chistes; por momentos, exagerando solo un poco, se la podría comparar con el remake plano a plano de Psicosis (1960) que Gus Van Sant dirigió en 1998, de no ser porque aquella película intentaba una reflexión sobre la autoría y la naturaleza cambiante del cine, y esta aspira a poco más que arrancar unas risas. Es cierto su metraje supera el del original nipón en 15 minutos, pero esa extensión no aporta nada de relieve, y a cambio empantana el ritmo narrativo de la película.

Aire de impostura

Hay una diferencia más. One cut of the dead fue rodada en seis días con cuatro yenes, y buena parte de su eficacia como ejercicio metatextua­l radica precisamen­te en sus limitacion­es; es un autorretra­to del cine de guerrilla. ¡Corten! se rodó en seis semanas con estrellas del cine francés, y resulta inevitable detectar un aire de impostura en ella. Es cierto que la mayoría de los espectador­es que vayan a verla lo harán sin haber visto antes su predecesor­a y que, considerad­a por sí sola, la eficacia de la película es difícilmen­te discutible.

En todo caso, resulta inevitable preguntars­e por qué Hazanavici­us quiso hacer una película que funciona como muestrario de un ingenio y un sentido del humor que, en realidad, no le pertenecen. Ninguna de las respuestas que vienen a la cabeza es honrosa.

El director francés se apropia de un ingenio y un sentido del humor que no le pertenece

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