El Periódico - Castellano

China castiga a Estados Unidos con la suspensión de acuerdos clave

▶ Pekín anuncia sanciones contra Pelosi y sus familiares tras el viaje a Taiwán ▶ Paraliza las conversaci­ones sobre cambio climático entre las dos potencias más contaminan­tes del mundo

- IDOYA NOAIN

Con la guerra en Ucrania y sus consecuenc­ias abiertas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, necesitaba en su agenda política cualquier cosa menos una crisis con China, la gran potencia que representa su principal «competidor estratégic­o» y con la que las tensas relaciones por la competició­n militar, económica e ideológica habían alcanzado ya un punto bajo. Pero una crisis, que asoma esa ya volátil relación bilateral al precipicio, es lo que ha puesto sobre la mesa para el demócrata la polémica visita a Taiwán de su compañera de partido y presidenta de la Cámara de Representa­ntes de EEUU, Nancy Pelosi.

Tras las 19 horas que pasó en la isla autogobern­ada que China reclama como parte de su territorio, Pelosi, segunda en la línea de sucesión presidenci­al estadounid­ense y la más destacada política en visitar Taiwán desde que lo hiciera en 1997 otro speaker, Newt Gingrich, se han ido sucediendo acontecimi­entos que subrayan los peligros de una escalada y disparan los miedos en la región. Y el maremoto cincela también los interrogan­tes sobre la política de Biden respecto a China y su futuro.

Sanciones

Ayer, a la par que seguían los ejercicios militares con fuego real anunciados hasta el domingo que han provocado lo que Taipei ha denunciado como un bloqueo marítimo y aéreo, y después también de que buques y aviones chinos cruzaran la línea divisoria del estrecho y de que sus misiles entraran por primera vez en la zona exclusiva de Japón, China anunciaba sanciones no especifica­das a Pelosi y a su familia inmediata.

En un paso de consecuenc­ias más significat­ivas, Pekín informa

ba también de la suspensión o congelació­n de varios mecanismos de cooperació­n con EEUU. Concretame­nte, China anunciaba que cancela reuniones de trabajo de los dos ministerio­s de Defensa, diálogos de seguridad marítima y comunicaci­ones entre mandos militares regionales.

Además, suspende las conversaci­ones sobre cambio climático entre las dos potencias más contaminan­tes, responsabl­es de prácticame­nte el 40% de las emisiones de combustibl­es fósiles. Deja también paralizada la cooperació­n en medidas antidroga, uno de los terrenos en los que como en medioambie­nte el diálogo bilateral había dado frutos, así como en la lucha contra el crimen transnacio­nal, en la repatriaci­ón de migrantes indocument­ados y en la asistencia en investigac­iones penales.

Una crisis acentuada

La ruptura de esas líneas de colaboraci­ón es el último quebradero de cabeza para EEUU y para Biden en su relación con China. En privado y a través de asesores el mandatario intentó convencer a Pelosi de que no realizara el viaje, advirtiénd­ole especialme­nte del momento particular­mente delicado en que llegaba. Xi Jinping se enfrenta al congreso del Partido Comunista en el que con su reelección cimentará su poder y necesita la línea dura con Taiwán para aliviar las críticas internas sobre otros temas como la economía o la pandemia.

Biden también cuestionó que el viaje fuera oportuno en público y lo hizo con referencia­s a las dudas mostradas por los militares estadounid­enses, un mensaje de discrepanc­ias internas que contrastó con la voz al unísono desde China de denuncia e indignació­n ante el viaje de Pelosi.

Finalmente el demócrata se vio forzado a defender la autonomía de la líder del legislativ­o y se ha visto también obligado ahora a poner todo el peso de su Administra­ción en la denuncia de la respuesta de China. Ha buscado el respaldo de aliados, que consiguió con el comunicado de los ministros de Asuntos Exteriores del G7, que urgieron a China a «no cambiar unilateral­mente por la fuerza el statu quo en la región y resolver diferencia­s por medios pacíficos».

Ayer, su secretario de Estado, Anthony Blinken, denunciaba en Camboya que «China ha optado por usar la visita de Pelosi como pretexto para incrementa­r su actividad militar provocador­a en el Estrecho de Taiwán y alrededore­s. No hay justificac­ión para esta respuesta militar, extrema, desproporc­ionada y de escalada», manifestó el jefe de la diplomacia estadounid­ense.

Washington insiste en que no ha cambiado tampoco el statu quo, que mantiene su política de «una sola China» y la «ambigüedad estratégic­a» con Taiwán. Pero

uno de los problemas para Biden es que esta crisis provocada por el viaje de Pelosi llega en la estela de una degeneraci­ón de las relaciones entre Washington y Pekín de la que advertían de antemano expertos como Ryan Hass, exdiplomát­ico en la Administra­ción de Barack Obama y ahora en la Institució­n Brookings, que ya en julio escribía que «los canales de comunicaci­ón para gestionar las tensiones se han derrumbado».

Según otros expertos, EEUU enfrenta además el problema de haber «sobremilit­arizado» la cuestión de China ante la ausencia de planes económicos específico­s y otros advierten de que se han estancado tanto las ideas diplomátic­as como la adaptación militar de EEUU frente a la progresión de China.

El propio presidente de EEUU trató de convencer a Pelosi de que no hiciera el viaje a Taiwán

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Dpa / Reuters Nancy Pelosi (izquierda) junto a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, el pasado miércoles.

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