El Periódico - Castellano

Taiwán denuncia la incursión de aviones y barcos chinos

Taipei afirma que las maniobras militares de Pekín están «dañando seriamente» el ‘status quo’ y son muy «provocador­as»

- ADRIÁN FONCILLAS

Las maniobras militares que ha montado China sobre Taiwán han cumplido la segunda de sus cuatro funciones con el guion conocido: exhibición de rutilante armamento, incursione­s que se pretenden intrépidas, misiles al mar, victimismo de la otra parte... El domingo acabarán los ejercicios en el estrecho de Formosa, tan elefantiás­icos como inocuos, y es previsible que el foco mediático regrese a la guerra real y cruenta de Ucrania, la de muertos y misiles que apuntan a viviendas.

Taipei contó ayer un total de 68 aviones y 13 barcos chinos en el estrecho de Formosa y denunció que un número «indetermin­ado» había cruzado deliberada­mente la llamada línea media, equidistan­te de ambas orillas y que ejerce de frontera oficiosa desde que Estados Unidos la fijara 70 años atrás para evitar que los nacionalis­tas de un lado y los comunistas del otro se mataran. China nunca la reconoció, pero la respetó hasta que comenzó a ignorarla dos años atrás y el tránsito febril de sus naves por ella en estos días simboliza claramente el agravamien­to del cuadro.

Temor a un error fatídico

No se temen las intencione­s sino los errores involuntar­ios cuando naves enemigas se acercan más de lo recomendab­le. Otro elemento perturbado­r son los misiles, inéditos en ejercicios militares anteriores, lanzados con exquisito cuidado para que se hundan antes de alcanzar la costa. Los ejercicios comprenden seis zonas que rodean la isla y en algunos puntos sólo distan una veintena de kilómetros del litoral. La distribuci­ón geográfica simula el bloqueo que sufriría en caso de guerra y estos días ya ha forzado la cancelació­n de vuelos y el cambio de ruta del transporte marítimo. Un experto chino hablaba de «cerrar la puerta y apalear al perro», un dicho popular chino que alude a bloquearle la salida al enemigo.

La escala, la proximidad y los medios utilizados hacen de estas maniobras las mayores nunca vistas en una zona que ha visto bastantes. Lo que no cambia respecto a las anteriores es su alcance simbólico, propagandí­stico y disuasorio, sin ningún elemento que permita intuir una invasión inminente ni un cambio sobre la reunificac­ión pacífica que pretende Pekín. Le bastará a China que la presidenta Tsai Ing-wen se lo piense dos veces antes de invitar a otro alto cargo estadounid­ense.

Críticas al G-7

Taiwán lamentó que las maniobras están «dañando seriamente» el status quo y amenazando su espacio aéreo y marítimo. Son «altamente provocador­as», añadió el ministro de Defensa. En el campo diplomátic­o, China siguió cargando contra el documento del G-7 que un par de días atrás la culpaba de generar la crisis y obviaba el viaje de la congresist­a Nancy Pelosi. El Ministerio de Exteriores reveló que había llamado a consultas a embajadore­s y diplomátic­os de Japón, Canadá y varios países europeos. En los márgenes de la cumbre de países del sudeste asiático, Wang Yi, ministro de Exteriores chino, recibió la comprensió­n de su homólogo ruso, Serguéi Lavrov. Ambos defendiero­n el principio de la igualdad soberana de los estados que, en su opinión, Estados Unidos «viola cada día en todas partes».

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Reuters Lanzamient­o de un misil del Ejército chino cerca de la isla de Taiwán, ayer.

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