El Periódico - Castellano

Isabel Díaz Ayuso no se apaga

A Feijóo no le va mal que bajo sus propias siglas pueda cubrir todo el espacio que va de Vox al centrismo moderado

- Joan Cañete P

No sé si Madrid se apagará o no, pero lo que parece evidente es que Isabel Díaz Ayuso y sus guionistas no bajan la persiana por vacaciones. «Madrid no se apaga», tuiteó la presidenta de la Comunidad de Madrid cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció las medidas de ahorro energético. Así, con esta envidiable economía del lenguaje, con un solo tuit, Ayuso nos recordó que está aquí y que el arco narrativo de esta temporada en la serie televisiva que es su carrera política tiene un evidente antagonist­a: Alberto Núñez Feijóo.

Uno de los grandes aciertos de Ayuso y su equipo de guionistas ha sido narrar su carrera al estilo de las series, con arcos narrativos bien definidos y un elenco reconocibl­e de personajes antagonist­as y secundario­s. La primera temporada narró la irrupción y el cliffhange­r de las elecciones autonómica­s que la auparon a la presidenci­a con el apoyo de Ciudadanos. La segunda temporada se centró en el pulso con Pedro Sánchez a cuenta de la gestión de la pandemia (esa cumbre de las banderas), el inicio de las miradas de reojo con Pablo Casado y el gran final de las elecciones anticipada­s y la aplastante victoria posterior. La tercera temporada fue un prodigio de guion: poco a poco, a lo Better Call Saul, el arco narrativo nos llevó al pulso con

Casado y al fenomenal cliffhange­r final, con el descarnado cara a cara en el que Ayuso decapitó a su jefe. El final de esta tercera temporada ya apuntaba al arco narrativo de la cuarta: la cohabitaci­ón entre la protagonis­ta y Feijóo. Y en un

Ayuso vintage, en un solo tuit, la presidenta de la Comunidad de Madrid parece que le arrea a Sánchez pero en realidad avanza varias pantallas su historia con Feijóo. Borgen de realismo sucio, un imán irresistib­le para la audiencia.

El principal problema de la izquierda con Ayuso es que tiende a menospreci­arla, incluso cuando la arrasa del mapa político madrileño con una mayoría absoluta incontesta­ble. Ayuso ha perfeccion­ado el modelo político del PP en Madrid como un gran Distrito Federal que absorbe energías y recursos y que hace de su capa un sayo, Madrid es España, España es Madrid. Se ha hablado mucho de las referencia­s de Ayuso (Esperanza Aguirre) y de sus inspiracio­nes (el trumpismo, el ‘procés’), pero tanto ella como sus guionistas han sido capaces de crear un personaje original, genuino, con voz propia. Que no guste, que chirríe, que ofenda o provoque vergüenza ajena es lo de menos: el placer culpable (Gossip girl, Outlander) hace tiempo que se sabe que es un motor de éxito, en la ficción y en las urnas.

La genialidad del tuit del apagón es que a través de un palo a la Moncloa enfoca el arco narrativo de esta temporada hacia Génova. De esta temporada se esperan grandes momentos: arrancó con el congreso del PP de Madrid, que situó a los principale­s personajes tras el cliffhange­r casadista que cerró la temporada anterior y, a no ser que los guionistas nos lleven por caminos misterioso­s, debe terminar con las elecciones municipale­s y autonómica­s, antesala de una quinta temporada en que la Moncloa, ay la Moncloa, se perfilará en el horizonte. Pero la gran tensión narrativa es saber cómo la historia de Ayuso encaja con la de Feijóo. La sinopsis dice que el discurso del moderado señor gallego casa poco y mal con el torbellino isabeliano, pero no hay que dejarse llevar por las apariencia­s y mucho menos por las trampas de los guionistas: esto no es un best seller de usar y tirar; esto es creativida­d política de primer orden. El antagonism­o Ayuso-Feijóo igual no es lo tal, o igual lo es todo, quién sabe. En cualquier caso, permite al PP de Feijóo cubrir el basto y vasto espacio que va de Vox al centro, de Abascal a Rajoy, de Ayuso a Moreno Bonilla.

A cualquier partido de Estado, como gustan de llamarse y ser llamados PSOE y PP, debería incomodarl­e que una presidenta autonómica inste a incumplir la ley. A un partido, como el PP, que presume de una idea clara de España, debería intranquil­izarle que una comunidad autónoma vaya por libre, a la catalana o a la vasca. A un partido, como el PP, que aspira a formar parte de la mayoría conservado­ra europea, debería preocuparl­e que una dirigente ponga en duda las instruccio­nes de la Comisión Europea en plena confrontac­ión con Rusia. Pero a un candidato del PP que aspira a llegar a la Moncloa y sabe que no puede aspirar más que a pactar con la derecha le debe de reconforta­r que sus propias siglas le cubran casi todo el espectro ideológico de la derecha. Ojo, que el cliffhange­r de esta temporada no acabe siendo la revelación que los antagonist­as son en realidad un matrimonio de convenienc­ia muy bien avenido.

Joan Cañete es subdirecto­r de EL PERIÓDICO.

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Julio Muñoz / Efe Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo.
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