Uno de cada ocho casos de covid arrastra síntomas persistentes
Cerca del 13% de quienes han superado la infección desarrollan complicaciones entre tres y cinco meses después de haber superado el coronavirus, según apunta un nuevo estudio.
El estudio más grande realizado hasta la fecha sobre el conocido como covid persistente (o long covid) apunta a que una de cada ocho personas que ha contraído el coronavirus arrastra síntomas relacionadas con la enfermedad entre tres y cinco meses después de haber superado la infección. Según recoge el análisis publicado esta semana en la revista científica The Lancet, cerca del 13% de las personas que han pasado el covid-19 acarrea al menos un síntoma a medio o largo plazo incluso tras haber superado la enfermedad inicial.
Tras encuestar a casi 75.000 pacientes con diagnóstico leve o moderado de covid-19, el estudio consigue afinar en cuanto a cuáles son los síntomas más recurrentes y duraderos que arrastran las personas que han pasado por el covid-19. Según se desprende de la experiencia de los mismos pacientes, los síntomas más comunes de covid persistente incluyen dolor torácico, dificultad para respirar, dolor al respirar, dolor muscular, pérdida del gusto y el olfato, hormigueo en las extremidades, nudo en la garganta, sensación de calor y frío, pesadez en brazos y/o piernas y cansancio general. La severidad de estos síntomas se estabilizó a los tres meses de la infección y, según relatan los pacientes, no disminuyó más en los meses posteriores.
Sín vínculo directo
El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Groninger (Países Bajos), apunta a una serie de síntomas que parecen no incrementarse ni en frecuencia ni en gravedad entre los tres y los cinco meses posteriores a la infección. Es el caso de afecciones como dolor de cabeza, picazón en los ojos, mareos, dolor de espalda y náuseas. En estos casos, los expertos apuntan a que estas dolencias podrían no estar directamente relacionadas con la infección por covid-19. Mientras la sensación de hormigueo sí parece estar directamente provocada por la infección, síntomas como el dolor de cabeza parecen no tener un vínculo tan directo con el virus.
El covid persistente ha sido y sigue siendo una de las grandes incógnitas de la pandemia. No hay cifras claras para saber cuántos afectados hay por esta dolencia. Tampoco hay protocolos claros sobre cómo tratar este tipo de síntomas persistentes. Según apunta un informe del Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GTM), un órgano de expertos que asesora al Gobierno sobre el impacto y la evolución del covid-19, en España podría haber más de un millón de personas afectadas por long covid. En Catalunya, las estimaciones apuntan que 300.000 personas podrían estar arrastrando secuelas de la infección. A partir de estas cifras, los expertos piden investigar más acerca de las causas de este fenómeno y, a su vez, preparar el sistema sanitario para poder atender a este tipo de pacientes.
Otra de las grandes inquietudes en torno al long covid tiene que ver con las reinfecciones. El mayor estudio acerca del tema, publicado hace unos días en la revista Nature Scientific Reports, sugiere que el riesgo de sufrir síntomas de covid persistente se incrementa cada vez que nos reinfectamos.
En este caso, no importa tanto la variante del coronavirus que provoque la infección como el número de reinfecciones por las que pasa el paciente. Sobre todo a la vista de que, tras la llegada de ómicron (y sus subvariantes), muchas de las personas que ya habían pasado por la infección se están volviendo a contagiar de covid.
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La edad media de la primera relación sexual con penetración es de 13,8 años en Catalunya, según los resultados de un estudio realizado en 2021 por la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Catalunya (AIFiCC), que ha evaluado la salud y las competencias sexuales de casi 250 alumnos de cuarto de ESO de varios institutos de Terrassa (Vallès Occidental). La media de edad de los encuestados fue de 15 años: un 51%, chicas; un 47%, chicos, y un 2%, de sexo no binario.
En aquellos adolescentes que ya habían mantenido relaciones sexuales con penetración, un 62% usó métodos anticonceptivos. Por otro lado, un 25% utilizó la píldora de emergencia, con una media de uso de dos veces. El estudio también examina la educación sexual que reciben los menores.
De todos los encuestados, un 35% de los adolescentes aseguran no tener confianza con nadie de su familia para hablar de sexualidad y solo un 9% recibió formación sexual durante la educación primaria, y precisamente, estos utilizaron métodos anticonceptivos en su primera relación sexual.
Formación
Un 83% de estos adolescentes se consideraban «muy formados» en temas de sexualidad. De hecho, la edad media a la que recibieron su primera formación en educación sexual fue alrededor de los 12 años.
Un 80,4% consideró que la formación los había ayudado a resolver sus dudas, y un 34,3% expresó querer recibir más información sobre todo de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y métodos anticonceptivos. Sus principales fuentes de información fueron: los amigos (35%), internet (19%) y los padres (19%). Un 9% de los adolescentes tuvieron su primera relación sexual por la influencia de alguien externo a ellos y un 16% se dejaría convencer para no usar el preservativo.
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Las secuelas suelen ser dolor muscular, dificultad para respirar y pérdida de gusto y olfato