Catalunya pasa de la ola de calor al diluvio en unas pocas horas
Una tormenta de verano con una intensa actividad eléctrica y fuertes ráfagas de viento deja granizo en algunas localidades. El teléfono 112 recibe 202 llamadas por pequeñas incidencias.
A mediados de julio se vivió un fenómeno meteorológico que, observado desde el espacio, podía generar desde incredulidad hasta cierto desasosiego. Visualmente aquella situación se asemejó a la imagen que la gente asocia a las guerras nucleares, más concretamente al efecto de onda expansiva de una bomba atómica. Esa nube circular de enormes dimensiones, que se formó sobre Galicia y se pudo ver a través del satélite Meteosat y los radares meteorológicos, fue una inusual tormenta que se generó casi de la nada el 14 de julio y que sorprendió a los expertos por su celeridad y expansión.
Algo parecido, aunque no idéntico, ocurrió ayer sobre Catalunya, donde en pocos minutos el cielo se cubrió de negras nubes y una tormenta con un importante aparato eléctrico descargó con fuerza en apenas 20 minutos. En algunos puntos del Barcelonès, como Santa Coloma de Gramenet, la tormenta cayó en forma de granizo de considerable tamaño. En L’Ametlla del Vallès (Vallès Oriental) se recogieron más de 31 litros de lluvia en unos minutos, mientras que en El Masnou (Maresme) se acumularon 27 litros también en poco rato. El teléfono de emergencias 112 recibió 202 llamadas por pequeñas inundaciones y caídas de ramas y árboles. Por su parte, los Bombers de la Generalitat tuvieron en poco más de cuatro horas 115 avisos por incidencias.
A gran velocidad
La convección que causó el fenómeno se originó en la comarca del Ripollès y rápidamente se fue extendiendo en todos sus frentes, pero con un alcance decididamente mayor en dirección este, rebasando la última franja de los Pirineos para adentrase en el litoral francés y, por otro lado, engullir toda la Catalunya Central y el litoral de Girona y del norte de la provincia de Barcelona.
Fenómenos así siempre van asociados a una situación de tiempo violento con lluvias intensas, posibilidad de piedra y rachas muy fuertes de viento. La estación que el Meteocat tiene en Sant Pau de Seguries (Ripollès) registró una racha de 112,7 kilómetros por hora.
Este tipo de situaciones se producen en épocas de altas temperaturas y de sol dominante, justo como sucede en las olas de calor que se prolongan durante varios días. No es extraño que, en muchos casos, acaben descargando granizo. En España son habituales en verano, de ahí que sean conocidas como tormentas de verano, especialmente en julio y agosto, pero cada vez son más recurrentes en junio al ir desapareciendo la transición entre la época de temperaturas frescas y la de temperaturas cálidas.
¿Cómo se producen?
Esta clase de episodios meteorológicos tiene un nombre, convección atmosférica, y es el resultado de una inestabilidad de una capa de diferencia de temperatura en la atmósfera. Diferentes tasas de caída dentro de las masas de aire seco y húmedo conducen a esta inestabilidad. Esta convección húmeda conduce al desarrollo de tormentas eléctricas que a menudo incluyen granizo y, en casos extremos, incluso tornados.
Tal y como explica el Meteolab, los talleres de meteorología financiados por la Universidad Complutense de Madrid, «la convección surge de manera natural en la atmósfera». «En un día cálido y soleado, el sol calienta la superficie de la Tierra. Este calor se transmite a la capa de aire inmediatamente adyacente a la superficie mediante difusión molecular (conducción) y turbulenta, así como mediante radiación provocando que se expanda y disminuya su densidad», añade.
¿Qué es lo que diferencia las explosivas tormentas de Galicia y Catalunya del resto? Pues que no son el resultado de una sola, sino la suma de varias tormentas que acaban interaccionando entre ellas de tal manera que acelera su velocidad, aumenta su radio de alcance e intensifica su virulencia.
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