Ansia de libertad en Illa Fantasia
Algunos activistas tachan el evento de hedonista, pero para los asistentes es una bocanada de oxígeno
El ministro Iceta, relajado y sin corbata, no falla y participa en el acto al atardecer
La fiesta acuática del festival Circuit bate récords con más de 10.000 gais en Barcelona. Tras dos años de parón, el encuentro desborda las previsiones. Los participantes de más de 80 países emiten su grito liberador por encima del covid y la viruela del mono.
Edward y John son pareja desde hace ocho años, residentes en Nueva York y activistas en favor de los derechos de los homosexuales. Habían estado dos veces en el festival Circuit de Barcelona, que califican de «apoteósico», y después de dos años de parón por el coronavirus, contaban los días para poder volver a la capital catalana.
«Teníamos las entradas hace meses, pero luego tuvimos dudas con la viruela del mono. Finalmente, hemos decidido que era más importante nuestra salud mental, volver a divertirnos, a viajar, a relacionarnos», relatan. Como ellos, más de 10.000 personas del colectivo LGTBI+ abarrotaron la fiesta Water Park Day, en Illa Fantasia, un montaje que bate récords. La convocatoria que por 13ª edición convoca el catalán Matinée
Group se enfrentaba al reto de retomar la normalidad tras una pandemia que amputó la socialización, que fomentó la distancia física. Justo todo lo contrario de lo que representa el festival, de carácter abiertamente lúdico pero también reivindicativo, al que llegan homosexuales de todo el mundo, en muchos casos desde países donde su identidad sexual es incluso delito.
Alwin S., inglés de 34 años, acudía con su compañero, Eliah, por primera vez: «¿Cómo veis esto en Barcelona, genera rechazo?», preguntaba a este diario. El gentío en bañador, desmelenado y chapoteando en la piscina principal del parque acuático, le hacía creer que aquello era «irreal, como en un sueño». Ni hablar de la viruela símica, que afecta sobre todo a homosexuales y despunta en España.
Al Circuit algunos activistas le recriminan una imagen demasiado lúdica y hedonista, en un entorno en que muchas lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales ven tan recortados sus derechos. Pero para los 70.000 asistentes que suman sus fiestas en la provincia de Barcelona supone una bocanada de oxígeno, un grito liberador, afirman.
Recién llegado de Madrid, Christian S., de 35 años, campaba por un parque acuático a reventar de hombres fornidos en bañador con la sensación de que los dos años de la pandemia del covid no hubieran existido. «Estamos en el mismo punto, pero me alegro porque vivir con miedo no ayuda» reflexionaba, acompañado de su marido y amigos.
Miss Almeja de Plata lucía banda y descaro en una de las largas colas para tomar una copa, ajena al chapoteo en la piscina principal, con 26 bailarines en short agitándose en el escenario. El despiporre podía apabullar: cientos y cientos de torsos fornidos, de cuerpos de gimnasio, de rostros multiétnicos de Estados Unidos, Alemania, Japón, Tailandia, Israel, China, Dubai, Brasil, Sudáfrica, Bélgica, Australia y un sinfín más, alojados en Barcelona y que han movilizado a una enorme flota de taxis, Cabify y transfers privados para llegar a Vilassar de Dalt (Maresme).
La fiesta acuática es el punto álgido de un festival de nueve jornadas (este año) que aglutina a visitantes de más de 80 países alojados en Barcelona, donde no solo participan de las convocatorias que se montan en diversos puntos del área metropolitana, sino que pasan sus vacaciones, con un alto impacto económico en el alojamiento, comercio, restauración y diversos servicios, sobre todo en el Gayxample y la zona de playa.
La organización ha contratado a cientos de personas para hilvanar una macrofiesta vertiginosa con una multitudinaria vertiente matutina a remojo, zonas de picnic y demás bajo una temperatura terrorífica que no ha amortiguado el entusiasmo, y una segunda parte nocturna. En esta última, en zona cubierta, todas las entradas estaban vendidas. Fuentes de Matinée Group confiesan que, tras dos años en blanco, su público ha vuelto más motivado que nunca y la afluencia bate sus récords en cada convocatoria.
En la fiesta de un lunes tórrido había lugar para todos: cuerpos Danone con mil horas de gimnasio para la cita, cuerpos fofisanos y desacomplejados... «Llevo 12 años viniendo, soy un tirillas, pero aquí todos tienen su sitio, es maravilloso, divertidísimo», relataba el treintañero Julio J.. «Se liga, pero yo no vengo a ligar. Mis primeros siete años fueron en pareja», agregaba. Y se permitía también una comparación: «Aquí no hay pesados, como en una disco hetero». Un no es un no.
Cita en L’Hospitalet
La agenda del festival, hasta el día 14, volverá a tener otra fecha punta el próximo sábado en Gran Via 2, en L’Hospitalet. El macroevento sigue sin encontrar encaje para desarrollar las grandes fiestas en Barcelona, cuyo ayuntamiento parece tener alergia a toda forma de ocio nocturno.
El primer teniente de alcalde de Promoción Económica, Jaume Collboni, no acudió por estar de vacaciones. Pero quien no falló a la cita al atardecer fue el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, eso sí, sin corbata, pero desplegando buen rollo y mucho más vestido que el resto.
■