Alemanes que están por todas partes
Los seguidores del Eintracht llenarán hoy las gradas del Estadio Olímpico de Helsinki, tal como hicieron en Barcelona y Sevilla camino de su victoria en la Europa League. Se espera a 8.000 alemanes viendo la final en directo, pero en las calles de la capital finlandesa habrá muchos más sin entrada.
Cuando los jugadores del Real Madrid levanten la cabeza y contemplen las gradas del Estadio Olímpico de Helsinki solo verán camisetas blancas, pero cometerán un grave error si creen que son sus aficionados que les están animando para que consigan el primer título del nuevo curso. Porque quienes tendrán arriba gritando y cantando no serán los suyos, sino los adversarios, miles de alemanes que una vez más se han vuelto a movilizar, a cruzar media Europa si es necesario, para que el sueño del Eintracht, otro trofeo, otro éxito, sea una realidad.
No hay en la actualidad, en el panorama europeo, y posiblemente mundial incluyendo a las aficiones de los principales clubs de Brasil y Argentina, ningún equipo de fútbol que sea capaz de movilizar a tantos seguidores, a los que les da igual disponer de una entrada para ver en directo a sus jugadores. Se conforman con respirar el mismo oxígeno que sus estrellas, quedarse en un bar cercano, ponerse tibios de cerveza y regresar a sus casas felices porque el Eintracht sigue haciendo historia por Europa.
Son los hinchas que se ven por todas partes y cuya rama más violenta se deja notar tanto en su país como fuera de él. Si se atraviesa
Alemania en coche, por ejemplo a finales de junio, y se pasa por los alrededores de Fráncfort, sorprende que hasta a un centenar de kilómetros de la capital financiera del país, los puentes que cruzan la autopista que lleva hasta Hamburgo y Dinamarca, estén llenos de pintadas alusivas al Eintracht.
Evidentemente no es un hecho para presumir en un país que tiene la mayoría de las autopistas patas arriba por las obras, pero muestra el pulmón, aliado en este caso al gamberrismo, de los ultras del conjunto alemán, los mismos que protagonizaron una pelea para olvidar en el centro de Sevilla y contra los aficionados del Glasgow Rangers, que tampoco son mancos, antes de la final que ganaron los alemanes a los escoceses y que les dio el derecho a jugar la Supercopa de Europa frente al Madrid, campeón de la Champions.
Y es que en la principal cita ciclista anual, donde se reúne más gente, la subida del Tour a Alpe d’Huez, lejos de los ambientes a veces violentos del fútbol, solo se vio a una afición relacionada con el balón y los goles. Los hinchas del Eintracht de Frankfurt también se desplazaron a los Alpes para tomar posesión de la curva 19 (la tercera de las 21), la que está dedicada al corredor neerlandés Hennie Kuiper, y exhibir banderas y camisetas a sorbos de cerveza.
La ocupación del Camp Nou
En la memoria de todos los barceloneses que se quedaron en la capital catalana un Jueves Santo ha quedado la imagen de más de 30.000 aficionados del Eintracht yendo en manifestación desde el centro de la ciudad al Camp Nou para ocupar las gradas del estadio y provocar una imagen catalogada como la de la vergüenza, con la hinchada de Fráncfort apropiándose del templo del Barça.
En Helsinki habrá en la grada 8.000 alemanes por 1.800 madridistas, pero las calles de la capital finlandesa hablarán alemán con muchos más hinchas... Los que se ven por todas partes.
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A Barcelona llegaron más de 30.000 y tomaron posesión del estadio donde fueron mayoría