El Periódico - Castellano

David Muñoz, el siguiente

- EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Por supuesto que nos podemos equivocar. Por descontado que la vida da muchas vueltas. Y más, la vida que se vive a 225 kilómetros por hora. Pero, a día de hoy y tras su exhibición y remontada en Silverston­e, el sevillano David Muñoz, de 16 años y dos meses, es el siguiente a Pedro Acosta.

Es probable, sí, que cuando ustedes empiecen a leer este perfil, piensen en algo así como «vaya, ya nos descubren al próximo Marc Márquez» cuando, desde hace ya un año, se está hablando de que el nuevo Marc Márquez es el murciano Pedro Acosta, el tiburón de Mazarrón, campeón de Moto3 y piloto de Moto2.

Solo les contaré un detalle: Acosta no significa novedad alguna. El motociclis­mo pare, cada 10 años, una estrella de relumbrón. A Valentino Rossi le siguió Marc Márquez y a MM93, le sigue el tiburón de Mazarrón. Por eso David Muñoz, el niño de 16 años y 2 meses de Brenes (Sevilla), es digno de destacar, porque es tan bueno, tanto, que ha roto con esa escalera de color. Se diría que ha nacido, surgido y deslumbrad­o antes de lo que le tocaba, antes de hora.

Lo que ha hecho David Muñoz, subcampeón de la Red Bull Rookies Cup, en su aparición en el Mundial de Moto3 no es normal. Y, no solo porque tiene poco más de 16 años (edad que ya no tiene nadie en la parrilla menor), sino porque lo ha hecho con un atrevimien­to descomunal, con una determinac­ión digna de admiración y porque no se ha asustado. «Llego tarde para ser el Pedro Acosta de este año, pero ¡ojalá! el año que viene lo pueda ser», comenta el de Brenes.

José Enrique Boé, propietari­o del equipo BOÉ Motorsport­s, tuvo enjaulado a Muñoz durante siete grandes premios, pues aún no tenía los 16 años para debutar. La pantera estaba inquieta. Arrancó en Italia, deslumbró al mundo en Barcelona, donde fue ya segundo en su segunda cita mundialist­a, fue noveno en Alemania, peleó por el podio, de nuevo, en Assen y, el domingo, fue la estrella de la matinal.

En medio de una jauría impresiona­nte, repleta de otros 29 pilotos que le superan en edad y experienci­a, Muñoz asombró a todo el mundo, o casi, arrancando desde la 19ª posición de la parrilla y, pese a sufrir una long lap penalti, ya era octavo en la séptima vuelta. Davidillo inició en cuarta posición la última vuelta. Cuando se fue al suelo –«algún error debí cometer, seguro, pero estoy orgulloso de la carrera que hice, la mejor de mi vida»– estaba a punto de ganar, sí, sí, o, como poco, de conseguir su segundo podio ¡en cinco carreras!

Acabada la carrera, un stewart le llevó, en su Honda de motocross, hasta el boxe de su equipo. Muñoz no quiso entrar. Nadie le esperaba fuera. Y él se sentó, roto, destrozado, en la escalerill­a del camión. Y lloró amargament­e su mala suerte. Y lo hizo durante más de 10 minutos. Solo. Hasta que llegué y le dije, ante su mirada atónita, que había sido un piloto valiente. «Que sepas –le dije (perdonen mi atrevimien­to)– que los 29 pilotos de la parrilla se han enterado hoy de que, pronto, les ganarás».

Cara de niño, toneladas de coraje

Fue entonces cuando entramos en el boxe y todos, todos, desde Boé hasta el maravillos­o José Luis Cardoso, expiloto de relumbrón, su descubrido­r y mánager, le aplaudiero­n a rabiar y le felicitaro­n. Emergió un lago de lágrimas sobre la moqueta del boxe. «Has hecho lo que debías: intentarlo hasta la última vuelta. Estas caídas serán las que te llevarán, pronto, a lo más alto», le gritó Cardoso, cuyo hermano, Álex, cuida y mima a su purasangre.

Ya nadie duda de esa escalera de color: Rossi, Márquez, Acosta y Muñoz. Nadie. Lo que ocurre es que este joven, con cara de niño silencioso pero con toneladas de coraje en su sangre, se ha adelantado a su tiempo. Cuando logró la segunda plaza en el circuito de Montmeló, le pregunté qué había hecho: «He hecho lo que me ha pedido José Luis: ‘Haz lo que sabes, correr, correr y correr hasta el final, hasta el podio. Simplement­e, he hecho lo que me han pedido’».

 ?? Alejandro Ceresuela ?? Retrato de David Muñoz, que, abajo, es consolado por Aurora, una familiar, tras caerse en Silverston­e.
Alejandro Ceresuela Retrato de David Muñoz, que, abajo, es consolado por Aurora, una familiar, tras caerse en Silverston­e.
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