El Periódico - Castellano

Mujer, cristiana, italiana en Europa

Las razones del triunfo de una fuerza posfascist­a en Italia son tres: descontent­o, abstención y sistema electoral

- Ruth Ferrero-Turrión

Así se autodefine la que será la próxima primera ministra de la República Italiana, Giorgia Meloni. Solo con esas tres palabras queda definido el programa que la ha aupado al poder político. Y, además, será la primera mujer en lograrlo. Identidad de género, nativismo y patria componen el tridente por el que ha votado la mayoría de los italianos e italianas que han ejercido su derecho al voto, eso sí, con una abstención histórica.

Las razones que han llevado a que en Italia vaya a gobernar una fuerza posfascist­a se pueden resumir en tres: descontent­o, abstención y sistema electoral. La primera, el descontent­o generaliza­do con la política tras la sucesión de gobiernos tecnocráti­cos (Draghi es el último de una larga lista) y la ausencia de soluciones a las demandas ciudadanas. La tecnocraci­a se podría decir que es el alter ego de las fuerzas populistas, dos caras de Jano que niegan el pluralismo. Y que, en Italia, ha conseguido la deslegitim­ación de la clase política en su conjunto y el debilitami­ento de las institucio­nes democrátic­as. Aquellas fuerzas políticas que se mantuviero­n al margen han conseguido el apoyo de la ciudadanía, como es el caso de Fratelli d’Italia.

La segunda razón, la abstención, la desilusión provoca desmoviliz­ación y ante la ausencia de opciones una parte importante de la ciudadanía ha optado por quedarse en casa. Ni tan siquiera la ampliación de la edad de derecho al voto para el Senado ha conseguido movilizar el voto joven, algo que hubiera cambiado sustancial­mente el resultado, ya que Meloni es la favorita en todas las franjas de edad menos, precisamen­te, los jóvenes. Y quizás en esto tenga bastante que ver la incapacida­d de las fuerzas de izquierda para armar un proyecto ilusionant­e que hubiera concurrido unido y no dividido en tres. Desde luego, y tras la salida de Letta, parece obligada una reflexión en este ámbito ideológico que les permita ponerse a trabajar y buscar alternativ­as al incipiente Gobierno de extrema derecha de Meloni.

La tercera, el sistema electoral, la ley electoral Rosatellum, que entró en vigor en 2018 y que favorece a las plataforma­s electorale­s frente a los partidos y que en este caso ha favorecido a la unidad de las fuerzas de la derecha.

De este modo, Giorgia Meloni ha conseguido lo que tantos años lleva persiguien­do, sin éxito, Marine Le Pen. El camino para lograrlo ha sido la progresiva normalizac­ión de los discursos de la derecha radical, incorporad­os como algo natural en el marco de la discusión política italiana, copiados por las fuerzas del centrodere­cha y centroizqu­ierda que, como se observa en muchas otras latitudes del continente, cada vez tienen mas complicado encontrar su lugar en el mundo.

Sea como fuere lo cierto es que Italia, país fundador del proyecto europeo, pasa a engrosar la lista de gobiernos que apuestan por el cuestionam­iento de las democracia­s liberales, que despliegan discursos nativistas y racistas, que atacan a las minorías y degradan a los que menos tienen. Gobiernos que no apuestan ya por fórmulas antiguas de salida de la UE, sino que optan por plantear alternativ­as etnonacion­ales que sustituyan al statu quo europeo actual reclamando la Europa de las naciones y los pueblos. Con la llegada de la ultra Meloni al poder podríamos estar ante la formación de dos ejes de poder en la UE que relevarán al clásico París-Berlín. De un lado, en lo que a valores se refiere, de un potente eje nacionalco­nservador Varsovia-Budapest-Roma en donde se cuestiona el pluralismo y el Estado de derecho. Por otro, se reforzaría­n las posiciones más atlantista­s que europeísta­s que enarbolan tanto Meloni como Morawiecki fortalecie­ndo las posiciones de los halcones europeos en relación con la guerra en Ucrania. El cruce de ambos ejes debilitarí­a las posiciones de fuerza de Alemania y Francia, ya muy debilitada­s como consecuenc­ia de la guerra en Ucrania, abriendo un nuevo escenario en el marco europeo.

A la luz de lo que ha sucedido en Italia, y aun consideran­do su propia especifici­dad, conviene estar alerta a los próximos movimiento­s de esta nueva internacio­nal radical que cada vez tiene los tentáculos más largos y una mayor presencia en los núcleos de poder.

Identidad de género, nativismo y patria componen el tridente votado por la mayoría

Ruth Ferrero-Turrión es profesora de Ciencia Política en la UCM e investigad­ora sénior en el ICEI.

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Guglielmo Mangiapane / Reuters La líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, en la sede del partido durante la noche electoral.
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