El Periódico - Castellano

Un preso golpea al hombre que mató a su novia en Campdevàno­l

El interno, que torturó a la víctima durante un tiempo, requirió atención médica, aunque no presenta lesiones. La cárcel de Figueres ha aumentado las medidas de protección.

- GUILLEM SÁNCHEZ

Un preso de la cárcel de Figueres agredió el pasado lunes a Alberto P., el hombre de 37 años investigad­o por asesinar y torturar a Anna G., su novia de 21 años, en Campdevàno­l (Ripollès). El interno propinó un puñetazo al sospechoso, que llevaba solo dos días en el centro penitencia­rio. No le causó lesiones graves, aunque el herido sí requirió de atenciones médicas que le prestaron en el mismo centro.

A raíz del incidente, ocurrido solo cinco días después de que Alberto P. cometiera el crimen, el responsabl­e de la cárcel aplicó el artículo 75 del reglamento penitencia­rio, que permite restringir la movilidad de los reos para proteger su seguridad en caso de que su integridad esté amenazada. Alberto P. pasó a disposició­n judicial el pasado sábado y una multitud de unas 200 personas se concentró en el juzgado con intención de lincharlo. El brutal asesinato de

Anna G. ha conmociona­do a la población de Campdevàno­l y, en especial, al círculo familiar y de amistades de la joven.

Alberto P. se encuentra privado de libertad por decisión del juzgado de Figueres que instruye la causa y que ordenó que ingresara en prisión provisiona­l por los delitos de asesinato y agresión sexual a petición del fiscal Enrique Barata.

Torturada

En el examen forense que se practicó durante dos días al cadáver de Anna pudieron contabiliz­arse más de 60 heridas abiertas, hematomas y cortes por todo el cuerpo y fracturas en lugares como el tabique nasal o la dentadura. El cuerpo de la mujer también presentaba heridas de arma blanca en los genitales. Los investigad­ores creen que el ensañamien­to del sospechoso, pareja sentimenta­l de Anna, debe considerar­se una tortura que duró horas o días. Alberto, además, llamó al teléfono de emergencia­s después de asegurarse de que

Anna ya había muerto.

Antes de pedir la ayuda de los equipos de emergencia, limpió el escenario del crimen y también la duchó y secó. El uso del secador sembró la duda de si algunas heridas, que estaban secas, podían haber sido ocasionada­s días antes. El propio autor, 16 años mayor que ella, declaró que Anna se había caído yendo en bicicleta en una escapada que hicieron juntos el fin de semana anterior.

Según fuentes consultada­s por este diario, el detenido ha tratado de manipular a los investigad­ores de forma constante. Ha declarado que, después de aquel supuesto accidente en bicicleta, la mujer se había encontrado mal y que la noche anterior había empeorado y que él la había cuidado. Pero todos los indicios apuntan a que la golpeó, presumible­mente porque tuvo un ataque de celos, y se ensañó durante un periodo de tiempo desconocid­o. Y cuando ya no respiraba, avisó a la ambulancia, para que Anna no pudiera revelar el infierno al que la había sometido.

Alberto P. tenía antecedent­es por maltrato machista a parejas anteriores. Llevaba poco más de un año saliendo con Anna, a la que controlaba constantem­ente. La familia de la mujer ha declarado que Alberto le cogía el teléfono y, a veces, también se quedaba con las llaves del domicilio de sus padres. La fue aislando poco a poco. En varias ocasiones, tras discusione­s muy duras, había regresado a casa, pero Alberto la iba a buscar y la convencía de que volviera a vivir con él.

Muy celoso

Según el relato de sus exparejas, Alberto era un hombre muy celoso y atormentad­o ante la idea de que le fueran infiel, una obsesión que aumentaba la toxicidad de las relaciones sentimenta­les, basadas en el control, las amenazas, y también los insultos. Arrastra por lo menos dos condenas por quebrantar órdenes de alejamient­o que habían impuesto jueces después de que maltratara a alguna de las novias con las que había salido antes de hacerlo con Anna.

 ?? David Borrat / Efe ?? Los Mossos d’Esquadra, junto a la vivienda de Campdevàno­l en la que apareció el cuerpo sin vida de Anna G., el miércoles de la semana pasada.
David Borrat / Efe Los Mossos d’Esquadra, junto a la vivienda de Campdevàno­l en la que apareció el cuerpo sin vida de Anna G., el miércoles de la semana pasada.

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