El Periódico - Castellano

Eros Ramazzotti, el último romántico

El cantante romano lanza ‘Latido infinito’, un álbum que presentará el año que viene en un concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

- JORDI BIANCIOTTO

Es corriente que los cantantes europeos no trascienda­n sus fronteras nacionales y que incluso más populares sean perfectos desconocid­os en el país de al lado. Ahí, una alta excepción es Eros Ramazzotti, artista que atrae audiencias amplias al norte y al sur del continente, así como en las Américas. «Lo fundamenta­l es tener personalid­ad. Muchas voces se parecen entre ellas, pero cuando escuchas a Eros, lo reconoces porque la voz es distintiva», explica el cantante romano, de 58 años, que ha lanzado disco estos días, Latido infinito (o Battito infinito en la versión italiana), título que apunta a su temática secular, relativa al corazón y a las cosas del querer.

Un álbum en el que se advierte, cuenta, «la huella de lo que hemos pasado con la pandemia», siempre con los ánimos en alto. «La clave del álbum es la idea de seguir adelante pase lo que pase, con espíritu positivo». Y poniendo el foco en los vínculos emocionale­s más hondos, como en ese medio tiempo con aires de declaració­n de principios llamado Los últimos románticos. «Un tema que habla del respeto y que dice que debemos volver a amarnos, y que eso sea algo más que una forma de hablar».

Latido infinito es fiel a la tradición sonora de Ramazzotti, con su sobriedad, su baladismo y alguna incursión quirúrgica en la latinidad y el funk. Su obra no es de las que brindan giros sonoros de un álbum a otro. «Soy así, crecí gracias al favor del público y no me gusta la idea de cambiar algo que gusta a la gente tal como es. Si este disco fuera distinto, no sería personal, y faltaría al respecto hacia quienes lo escuchan».

Ni principio ni final

Puede sorprender la larga duración del tema titular, que trepa hasta los ocho minutos y cierra el álbum dándole un sentido de obra compacta, deslizando un contraste con «el 99% de la música que escuchamos, que no tiene principio ni final», explica. Brilla ese encuentro con Alejandro Sanz en Soy, a añadir a su vistoso currículo de duetos, que va de Luciano Pavarotti a Cher. Una pieza esta con resonancia­s de canto a la amistad. «Yo le propuse otra canción, pero él no la aceptó. Me dijo que le sonaba demasiado fácil y me pidió un tema que sonara más italiano», explica, inconscien­te de que, a Sanz, cuando se dio a conocer, se le llegó a llamar «el Eros Ramazzotti español». «¿De verdad? No lo sabía. Me parece gracioso. Nos conocimos hace casi 30 años, en 1993, y siempre nos hemos llevado bien. Es amigo de Paco de Lucía, uno de mis guitarrist­as de referencia». El álbum ofrece otra cita, esta con Jovanotti, pionero del rap italiano, y una sentida reliquia, Cada vez que respiro, con música inédita del ya fallecido Ennio Morricone. «Fue un regalo de su familia y me siento orgulloso. Lástima que no llegara a conocerlo».

El valor de cantar en vivo

La semana pasada, el día 15, ofreció una première internacio­nal en La Maestranza, de Sevilla, y el año que viene emprenderá una gira que le traerá al Palau Sant Jordi de Barcelona (2 de abril). El directo es, estima, aquello que permite a los artistas distinguir­se entre el ruido de redes y plataforma­s. «Quien no esté a la altura cuando sube al escenario terminará su carrera rápidament­e. Hoy se pueden vender menos discos, pero lo importante es cantar en vivo», reflexiona Eros Ramazzotti, que siempre ha girado con bandas de músicos muy reputados, incluidos algunos procedente­s del hard rock y el metal: del guitarrist­a Laurie Wisefield (Wishbone Ash), que le acompañó en los 90, a su actual batería, Eric Moore (ex-Suicidal Tendencies). «El metal suena muy duro para mí, pero tiene buenas melodías y músicos excelentes», admite el artista.

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Giancarlo de Luca Eros Ramazzotti, en una imagen promociona­l de su nuevo trabajo.

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