El Periódico - Castellano

‘La gran confusión’ es la de TVE, no la de Sardà

- FERRAN MONEGAL

Debería Xavier Sardà abdicar del nombre de su programa La gran confusión. Este título debería ser propiedad exclusiva de TVE y figurar en todos sus membretes y comunicado­s oficiales, además de ser grabado en los frontispic­ios de Prado del Rey y Torrespaña, sedes oficiales de esta caótica corporació­n.

La noticia de la dimisión del hasta ahora presidente Pérez Tornero no es más que una consecuenc­ia. El desbarajus­te económico es notable, por ejemplo. Solo un dato: en 2005 el agujero del entonces llamado ente RTVE era de más de 7.000 millones de euros. Ante la magnitud del socavón, se decidió hacer borrón y cuenta nueva –es decir, el Estado asumió el agujero–, se le cambió el nombre por corporació­n RTVE –el personal currante de la casa lo llamaba corporació­n dermoestét­ica con mucho pitorreo–, y se partió de cero. Hoy el nuevo endeudamie­nto es de al menos 588 millones (Invertia, octubre 2021).

En cuanto a la organizaci­ón, la confusión es aún más tremenda. A partir de un cierto nivel de despachos y de mando, parece que lo único que se hace es maniobra personal política, en lugar de hacer televisión. Pérez Tornero fue nombrado hace apenas 18 meses. Llegó por el pacto entre PSOE-PP-Unidas Podemos-PNV. Al poco tiempo, el bloque socialista, podemita y vasco comenzó a sospechar que Pérez Tornero era un submarino del PP. Es curioso, en el PP tampoco estaban muy contentos con él, aunque ayer salió Feijóo en el Telediario de las 15.00 horas diciendo: «Le hacen dimitir simplement­e porque no les gusta cómo dirige la cadena. Se confirma otra vez el uso de las institucio­nes del Estado por parte del Gobierno». O sea, que se puede entender como un apoyo del PP al dimitido Tornero. Y entre tanto la cuota de pantalla que ya no llega ni al 9%.

El Consejo de Informativ­os acaba de denunciar que hay colapso en la corporació­n. Efectivame­nte, pero el colapso viene de lejos. Se equivocó Tornero desprecian­do y prescindie­ndo de gente con talento y que conoce la casa a fondo, como Fran Llorente. El único camino para intentar arreglar el desbarajus­te pasa primero por la despolitiz­ación. Tanto la interna como la de los tejemaneje­s externos. Si el relevo –cuando lo encuentren– es alguien del exterior que aterriza con un escuadrón de body guards con las siglas de un partido tatuado en la frente, el caos, la confusión, será mayor.

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La dimisión de Pérez Tornero, en el ‘Telediario’.
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