Una alarma oculta bajo la ropa
Entender por qué un adolescente se corta, aliarse con el instituto y buscar una terapia profesional y con evidencia científica son algunos pasos fundamentales para ayudar a los progenitores a superar el problema de sus hijos.
Recibir un e-mail del instituto alertando de casos de autolesiones entre el alumnado es demoledor para cualquier madre y padre. Si el que se autolesiona es tu hijo o hija, el dolor, el susto y el desconcierto se eleva al infinito. También puede ser que sea la propia familia la que detecte los cortes de casualidad o al extremar cautelas, cuando se percibe un cambio de actitud, malestar o ansiedad en los chavales. ¿Qué hacer? El primer paso es mirar de frente el problema y no entrar en pánico, sino tener una actitud serena. Muy difícil pero imprescindible. Tu hijo no es ningún bicho raro. Sucede más de lo que pensamos (sobre todo, a partir de 2º de la ESO). Estamos delante de un problema de salud pública.
1 Entender el porqué: es un fenómeno distinto al suicidio.
La autolesión aparece como síntoma en distintos diagnósticos clínicos. Por ejemplo, en el trastorno límite de personalidad, en conducta alimentaria y en ansiedad. Hace décadas se asociaba solo a esos diagnósticos. Sin embargo, ahora se sabe que las autolesiones tienen una entidad propia (asociada, sobre todo, a un problema de regulación emocional) y no tienen por qué estar relacionadas con esos diagnósticos. Es decir, la autolesión no solo se puede dar entre la población con trastorno de salud mental sino en población general. Daniel Vega Moreno, doctor en Psicología, psicólogo sanitario del Hospital Universitario de Igualada y coordinador del Grupo de Estudio y Tratamiento de la Autolesión (Greta), recuerda que las autolesiones son un fenómeno distinto del suicidio. La persona que se inflige daño de manera intencionada lo hace, en la mayoría de los casos, para intentar regular un malestar emocional que le hace sufrir. «O para regular una situación social complicada», añade Vega. Hay quien lo hace para sentirse más unido a su grupo de amigos o porque piensa que así le harán más caso. No tiene por qué estar vinculado con un trastorno mental grave.
2 ¿Cuándo pedir ayuda?
Aunque la autolesión no tiene por qué ser síntoma de un trastorno mental grave, hay que atajar el problema. Vega Moreno recuerda el papel fundamental de padres y madres, e insiste en que pedir ayuda profesional es imprescindible si se dan tres características en la autolesión de los hijos: el método que utiliza es severo, la práctica es recurrente y cumple la función de regular una emoción.
3 Aliarse con el instituto.
Antes de pedir ayuda, el paso fundamental es saber que tu hijo, efectivamente, se hace cortes. En estos casos (y en todos), el instituto debe ser un aliado para las familias porque los docentes pasan muchas horas con nuestros hijos e hijas. «Hay familias que lo saben y otras no. Es un problema muy complejo», advierten la psicóloga Eva Peraire y la pedagoga Toya García, que trabajan como orientadoras en el instituto Montgròs (Barcelona). «Tenemos que estar a su lado, que nos vean cercanos. Si no, no nos contarán las cosas», insisten. Tras destacar que las autolesiones «se han disparado» tras el confinamiento por la pandemia, ambas orientadoras piden a los padres y las madres que toquen todas las teclas para pedir información y solicitar ayuda. El instituto también puede echar una mano en este sentido. El problema es el de siempre: la saturación de los servicios públicos de salud, que hacen que las familias (las que tienen un nivel adquisitivo alto) acudan a la atención privada y las que no, se queden huérfanas. Pero es importante hacer una consulta con el pediatra o médico de cabecera, que es quien puede trasladar el caso a los profesionales de salud mental.
4 Buscar buenos profesionales.
Como todo trastorno, los hay más graves y menos. La terapia psicológica variará en función de cómo sea el problema de tu hijo o hija. El proceso de recuperación puede ser largo. Paciencia. Una regla fundamental es huir de chamanes, gurús y presuntos expertos en salud mental que, en realidad, ni están formados ni son psicólogos sanitarios. En resumen: huir de la seudopsicología y apostar por la psicología científica. «Hay terapias respaldadas por la evidencia científica y sabemos que funcionan», comenta Vega Moreno. Es un asunto complejo, pero el paciente deberá aprender a tolerar y a convivir con los malestares emocionales sin necesidad de hacerse daño para contrarrestarlos. Los chavales y chavalas terminarán siendo conscientes de las ventajas de no autolesionarse y habrán aprendido otras formas de resolver sus problemas y afrontar las emociones.
5 Terapias breves, y con móvil.
El grupo Greta nació en 2016 gracias al impulso de varios profesionales de la salud que se unieron para dar información científica sobre las autolesiones no suicidas, así como contribuir a su prevención. Su web es muy completa, ofrece información rigurosa y desmiente mitos. Coordinado por Vega Moreno, el grupo está trabajando ahora mismo en tratamientos psicológicos breves para tratar a estos pacientes. Incluso desarrolla una aplicación para móviles.
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