El Periódico - Castellano

¿Brasileños que no animan a Brasil?

- SYLVIA COLOMBO

La selección brasileña perdió su mística. Durante muchos años vivimos en un país que creíamos que era el «país del fútbol», y que tenía la mejor selección del planeta, cualquiera que fuera el torneo que disputara. Crecimos escuchando de nuestros mayores que Brasil era prácticame­nte el único país en el mundo en el que se sabía jugar al fútbol, «muy detrás», señalaban con las manos, «pero muy detrás, vendrían quizás Argentina, Italia, Uruguay… y no muchos más».

Hoy en día, las cosas ya no son así. Y tengo la sensación de que esta historia ya empezaba a mostrar sus fallas allá en 1950, cuando, en el famoso Maracanazo, Uruguay venció a una selección brasileña que simplement­e no podía concebir una derrota y la recibió en silencio y sin la capacidad de reaccionar. Periódicos, revistas, emisoras y todo el país habían despertado aquel día con la certeza de una victoria aplastante. El espanto fue enorme.

De aquella época en blanco y negro (la TV en color llegaría para el Mundial de 1970), en la que hay más historia oral que variedad de imágenes registrada­s que puedan dar cuenta de lo que nos dicen que fue la magnitud del dolor que se llevó al país, recopilamo­s relatos de conocidos, diseminado­s en las familias. El del amigo de mi padre, sobre quien dijo «nunca lo vi llorar hasta ese día»; de mi abuela contando de las lágrimas sinceras y dolidas sobre el semblante de mi tímido abuelo, o de los relatos de los noticieros que contaban cómo la gente que tuvo que abrir sus tiendas en los días siguientes lo hacía llorando.

DUEÑOS DEL ‘JOGO BONITO’

Mucho ha pasado desde entonces, lo más evidente es que la tesis de los ancianos hinchas brasileños se mostraba equivocada. Al final, si no lo sabían de principio, empezaron a aprender, y mucho, a jugar con la pelota países como Chile, Bélgica, Francia, la entonces URSS, España, Alemania. Bueno, Alemania…

Y eso solo pasó porque desde su principio la idea de la «mística» del fútbol brasileño estaba equivocada. Bastaba aprender el juego. A los que no se rendían a esa teoría, otra ducha fría llegaría en 1982. En este año, sí, era imposible no decir que Brasil era el dueño del jogo bonito, la expresión amada por los locutores y comentaris­tas. Uno podía hasta dudar si no estaban tocados por dioses jugadores como Zico, Sócrates, Falcão, Junior o Eder. Pero tres goles en el alma brasilera marcados por Paolo Rossi tumbaron de nuevo nuestra idea de que éramos especiales.

Al final, ¿de qué sirve ser el mejor, el que juega más lindo, visual y

 ?? Nelson Almeida / AFP ?? Hinchas con camisetas y banderas de Brasil en Doha, ayer.
Nelson Almeida / AFP Hinchas con camisetas y banderas de Brasil en Doha, ayer.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain