Vidas truncadas

Trabajo en un restaurante al que hace dos meses se incorporó una chica ucraniana. Cuando estalló el conflicto se marchó del país junto a sus tres hijos y su madre. Ella es profesora y no puedo dejar de pensar en que, después de haber estudiado tantos años y de haber construido toda una vida, la guerra de repente te lo quita todo.

La madre regresó a Ucrania porque no soportaba estar lejos de su familia, sentía que les había abandonado y adaptarse a un nuevo lugar, con un idioma tan diferente, tampoco era fácil. Hace unos días nos contaba con lágrimas en los ojos que su sobrina había fallecido en uno de los últimos ataques del ejército ruso.

Y es que, tras las cifras que aparecen en los medios, hay personas. Hay vidas que se han visto truncadas, personas obligadas a vivir en un lugar en guerra o a marcharse dejando todo atrás. ¿Cuándo aprenderá la humanidad a convivir en paz?

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