El Periódico - Castellano

EMPATE COMO MAL MENOR

Ochoa detuvo el tiro del azulgrana, que desperdici­ó uno en la Liga, y sigue sin marcar en un Mundial (0-0).

- JOAN DOMÈNECH

Se marchó Robert Lewandowsk­i del Barça con un penalti fallado y una expulsión, y la mala racha, que a veces la desventura no entiende de colores ni camisetas, continuó con Polonia. El ariete azulgrana volvió a fallar desde los 11 metros, tal vez la mejor ocasión para anotar su primer gol mundialist­a.

El drama de Lewandowsk­i coincidió con la gloria de Guillermo

Ochoa, un meta que saltó a la fama internacio­nal en el Mundial de 2014 con una estelar actuación ante el Brasil de Neymar. Dejó a cero al anfitrión con una colección de intervenci­ones, lo que le valió pasar del Ajaccio al Málaga (dos temporadas con más banquillo que titularida­d) y una cesión al Granada, donde despuntó. Ante Polonia, de menor pedigrí que Brasil, le bastó con una parada para recordar lo buen portero que sigue siendo con 35 años.

El error de Lewy frente al Almería pudo quedar subsanado con el tiempo que quedaba de partido y por el acierto de Dembélé y De Jong; el cometido frente a México, poco después del descanso, aún corregible con media hora por delante, resultó decisivo. Dejó a los dos equipos repartiénd­ose un punto, lo que alivió a Argentina porque redujo la repercusió­n de su grave tropiezo frente a Arabia Saudí.

Afán conservado­r

El impacto de la debacle del favorito del grupo ante el gran comparsa fue perceptibl­e desde el inicio. Aunque se disputaban la teórica segunda plaza –el pronóstico general antes de que diera comienzo el primer partido–, saltaron al césped con un mayor afán de evitar el gol de la derrota que de marcarlo por ganar. A un remate forzado de Vega y los intentos a través del balón parado se resumieron las acciones de peligro del primer tiempo, lo que evidencia el afán conservado­r que planeó desde el inicio.

Intentó el México de Tata Martino enhebrar el juego avanzando pase a pase, pero sin un criterio muy definido. La idea de avanzar por las bandas resultó fallida, porque ahí no pudo crear situacione­s de superiorid­ad numérica. Tampoco por dentro. Lewandowsk­i quedó abandonado a su suerte, allá a lo lejos, entre Montes y Moreno, los centrales mexicanos, ya que Zielinski, el delantero del Nápoles, se replegaba para ayudar atrás, sin ejercer de enganche con el ariete azulgrana. Lewandowsk­i solo recibió balonazos aéreos lejanos imposibles de ser aprovechad­os.

Impacto emocional

Adelantó Zielinski su posición para igualar el dos contra dos en ataque pero tan rudimentar­ia era la construcci­ón polaca que solo fue una declaració­n de intencione­s, inútil a efectos prácticos. Solo un despiste individual podía generar una ocasión de gol. El fallo de Lewandowsk­i, el tercero consecutiv­o de Polonia en una fase final (Deyna marró uno en 1978 ante Argentina y Zurawski frente a EEUU en 2002), nadie pudo ni supo repararlo. El equipo polaco está enfocado para que sea él quien finalice el juego, a excepción de las acciones de estrategia, cuando acuden a rematar todas las torres. Polonia tiene a 15 jugadores por encima del 1,85.

El impacto emocional de la jugada más relevante del partido excitó a México, como si hubiera recibido una señal del destino. Hubo una cierta aceleració­n del juego en el instante que luego continuó con la entrada de tres futbolista­s que no mejoraron a los sustituido­s.

El astro del Barça solo recibió balonazos aéreos lejanos imposibles deseraprov­echados

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