El Supremo británico cierra la puerta a un nuevo referendo en Escocia
▶ Los jueces rechazan que Edimburgo pueda impulsar una consulta sin el consentimiento de Westminster ▶ Sturgeon plantea como respuesta convertir las elecciones de 2024 en un plebiscito
El Tribunal Supremo del Reino Unido, la máxima instancia jurídica del país, ha rechazado que el Parlamento escocés tenga capacidad legal para autorizar por su cuenta un segundo referendo de independencia sin el consentimiento del Parlamento de Westminster. Los cinco jueces de la Corte, presidida por el magistrado Robert Redd, adoptaron en un tiempo récord de seis semanas y por unanimidad el veredicto, en respuesta a la cuestión que había planteado la ministra principal de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon. La decisión significa que no se celebrará la nueva consulta sobre la independencia el 19 de octubre de 2023, como el Gobierno de Edimburgo planeaba. El debate retorna ahora al campo de la política.
«No es el resultado que deseaba, pero nos ofrece claridad», declaró ayer Sturgeon en una conferencia de prensa tras el dictamen, que calificó de «una píldora amarga que tragar» y dijo compartir la frustración de los independentistas. Sin embargo, insistió, «el referendo debe ser legal y democrático». La líder del SNP sigue tratando de buscar una vía para la consulta y anunció la celebración de una conferencia especial del partido a principios de año, a fin de decidir cómo pueden convertirse los resultados de las próximas elecciones escocesas, previstas para 2024, en un voto «de facto» por la independencia.
Consecuencias políticas
La propuesta, que Sturgeon ya había evocado anteriormente, podría ser una demostración de fuerza, pero no tiene validez legal. Los portavoces del primer ministro británico, Rishi Sunak, se apresuraron a rechazar esa posibilidad. El del Tribunal Supremo es «un veredicto claro y definitivo», declaró Sunak en la Cámara de los Comunes.
«El Parlamento escocés no tiene poder para legislar un referendo sobre la independencia de Escocia», señaló el juez Reed al leer la sentencia. El magistrado recordó lo argumentado por los letrados del
Gobierno escocés.
El propósito de la ley que pretendía aprobar el Parlamento de Edimburgo no se refería, según alegaron, a asuntos reservados al Ejecutivo de Londres porque el resultado del referendo, de carácter consultivo, «no supondría automática o directamente el fin de la Unión». Sin embargo, explicó Redd, «los efectos de la legislación con el propósito de decidir si trata de una materia reservada no se limitan a sus efectos legales, sino que incluye también sus efectos prácticos». En este sentido subrayó, «un referendo realizado legalmente tendría importantes consecuencias políticas relacionadas con la Unión y el Parlamento del Reino Unido». «El resultado poseería la autoridad de la expresión democrática del punto de vista del electorado escocés, en una constitución y cultura política fundada en democracia. Podría bien reforzar o debilitar la legitimidad de la Unión y de la soberanía del Parlamento del Reino Unido sobre Escocia
dependiendo del punto de vista que prevaleciera (en el referendo). Podría tanto apoyar o socavar las credenciales democráticas del movimiento de independencia», añadió el Supremo.
«Interés público»
El Supremo tenía la opción de inhibirse sobre el caso. Los abogados en nombre del Gobierno británico habían argumentado, durante los dos días que duró la vista el pasado octubre, que el Tribunal no debía manifestarse sobre algo que era una cuestión legal «abstracta», porque la ley no había sido aprobada aún. El Supremo ha resuelto, sin embargo, que tenía poder para decidir sobre el caso y no se trataba de una decisión prematura, dado «el interés público» de la cuestión y la necesidad de obtener «una decisión judicial autorizada sobre las competencias legislativas de Parlamento escocés antes de la introducción de la ley», como pedían los letrados de Escocia.
En 2014, el Gobierno británico, que entonces presidía el conservador David Cameron, autorizó al Parlamento escocés la celebración del referendo, al reconocer que en la Cámara había una mayoría en favor de la independencia. El resultado fue un no de los escoceses a la ruptura con el resto del Reino Unido. Dos años más tarde volvieron a decir no, está vez al Brexit. La permanencia en la Unión Europea, el seguir gozando de sus ventajas, había sido un argumento esencial en la campaña de los que se opusieron a la independencia.
La salida de la Unión Europea planteaba un nuevo escenario, lo que de acuerdo con Sturgeon justifica un segundo referendo. Los independentistas (SNP y Verdes) vuelven a tener mayoría ahora en el Parlamento de Edimburgo, pero en esta ocasión los últimos primeros ministros británicos, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y ahora Sunak, han denegado la petición de los independentistas escoceses.
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«No es el resultado que deseaba. Es una píldora amarga de tragar», admite la líder escocesa
La marcha del Reino Unido de la UE fue el desencadenante para pedir otra votación de independencia