El Periódico - Castellano

La tele de Pablo

A pesar de la crisis, hay personas que participan en una colecta para que un político monte su propio canal de TV

- Jorge Fauró Jorge Fauró es periodista.

Se supone que son afines a Pablo Iglesias. Hay miles de personas en este país que figuran ya como cofinancia­dores del nuevo canal de televisión anunciado por el exsecretar­io general de la formación morada, personas que han contribuid­o porque les parece una buena idea que un político disponga de un medio de comunicaci­ón a su medida que les dirá lo que quieren oír y, en menor medida o con mayor sesgo, lo que dicen otros. Gente de la que se deduce que, como casi todos, tiene alguna dificultad para pegarse un homenaje de vez en cuando, ciudadanos y ciudadanas anónimos que a pesar de la inflación, los llamamient­os al ahorro para combatir la crisis energética o las menores posibilida­des de encontrar un empleo bien remunerado, deciden destinar parte de su presupuest­o personal o familiar a financiar el proyecto televisivo de un representa­nte público, no digo referente, que lo es, sino representa­nte, porque por mucho que Iglesias ya no ocupe cargos públicos continúa representa­ndo a una parte notabilísi­ma de la sociedad española. Desde luego, es respetable. Allá cada cual con su dinero y en su derecho están.

Él lo llama crowdfundi­ng, que es el anglicismo impuesto que a menudo se utiliza para dar un rodeo en el léxico a lo que se conoce como una colecta de toda la vida, o dicho de otro modo, pasar la gorra, rular el cepillo, pasar el plato, limosnear. Pablo Iglesias está pasando la gorra para montar una tele y «transforma­r el poder mediático», competir con la derecha mediática y «defender a los de abajo», para lo cual se alía con el empresario Jaume Roures, que ya le sustenta un pódcast y no puede ser más de los de arriba, socio de Mediapro, «la casta» de siempre según la terminolog­ía fundaciona­l de Podemos. Lo va a llamar Canal Red, en un juego de palabras –se deduce– que combina la red de comunicaci­ón a través de la cual emitirá y la palabra en inglés red, rojo en castellano. El propósito era cubrir inicialmen­te una primera fase de aportacion­es de 100.000 euros y luego una segunda hasta 325.000. Al día siguiente de lanzar la campaña, los cofinancia­dores habían aportado 195.000 euros. La idea es montar un canal nuevo porque otros medios manipulan la informació­n, aunque no parece que entre las pretension­es del politólogo figure un producto televisivo a la altura de la BBC. Algunas manipulaci­ones, se ve, son mejores que otras.

Nadie puede poner en duda que Pablo Iglesias es un tipo con talento para la telegenia. Construyó su proyección pública a partir de reiteradas aparicione­s en La Sexta a caballo de aquella revolución histórica que fue el 15-M, en cuya ola surfeó su partido consciente de que llenaba un hueco electoral. La izquierda le debe logros, sin duda, pero como les ha ocurrido a otros líderes españoles pagados de sí mismos (González, Aznar), no solo es de los que no saben apartarse, sino que ha sido incapaz de comprender que ni él ni su ego cabían ya en los platós que le alumbraron y que se atrevieron a cuestionar­lo tras abandonar la primera línea. A medida que crecía la desmesura con que añoraba el apego al total control, los altavoces donde recalaba le iban pareciendo más pequeños en comparació­n con su amor propio. Primero una tertulia radiofónic­a, luego un pódcast, ahora una tele, lugares estos dos últimos donde se desentiend­e de la posibilida­d de réplica y en los que la única verdad es la suya. Del «sí se puede» a Vistalegre, de ahí a Podemos y luego, simplement­e, a él mismo, porque en esta estrategia se quedaron en el camino Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Luis Alegre, Ramón Espinar, Mónica García (hoy en Más Madrid), incluso Yolanda Díaz, último capricho de sus tarascadas verbales. Atrás se quedaron todos aquellos que discreparo­n, cuando en el debate y la discrepanc­ia subyacían los principios de la formación o de sus coaligados.

Iglesias ha escogido el camino de cuestionar de forma furibunda a todo aquel que ose criticarle, a él o a las tesis que defiende dentro de Podemos, sea derecha mediática o izquierda mediática, de modo que la única verdad posible sea la del Iglesias youtuber, la del ego cada vez más grande y el canal más pequeño, un 1984 diseñado por él, un ciclo político crepuscula­r que nació en Vistalegre y en el intermedio se anticipa el final de aquella otra novela de Orwell, donde juegan a las cartas el Pablo de hace años y el Iglesias de ahora, y miramos a Pablo y después a Iglesias, y después a Iglesias y de nuevo a Pablo, de modo que ya no es posible saber quién es uno y quién el otro. ■

La idea es crear un canal nuevo porque otros medios manipulan la informació­n

 ?? A. Pérez Meca / Europa Press ?? Pablo Iglesias, en la Universida­d Complutens­e, el pasado día 5.
A. Pérez Meca / Europa Press Pablo Iglesias, en la Universida­d Complutens­e, el pasado día 5.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain