El Periódico - Castellano

Feijóo y la M-30

La asignatura del líder del PP es hacer una derecha tranquila sin morir en las guerras de Madrid

- Joan Tapia P

Los que El Mundo describía como «medios jurídicos, políticos y mediáticos» de la capital, que pedían que no se pactara la renovación del Consejo del Poder Judicial (CGPJ) –y que Feijóo escuchó por la reforma del delito de sedición– se creen no solo que son todo Madrid, sino que encarnan a España. Pero no renovar el CGPJ no ayudó a la imagen centrista del líder del PP. Hay una derecha conmociona­da porque Sánchez, pese a sus errores, sigue teniendo mayoría parlamenta­ria. El Gobierno con Podemos es a veces una catástrofe –se ha visto en la ley del solo sí es sí–

y sus aliados son muy heteróclit­os. Pero este jueves aprobará sus terceros presupuest­os.

Feijóo no venció el martes en el Senado porque es imposible ganar en una pregunta de siete minutos a un presidente que es un ágil parlamenta­rio. Pero este absurdo es lo que le exigía la derecha irritada que quería que fuese «implacable» y hasta «bestial». Parece descabella­do, pese a que el director de ABC, en un más agudo artículo (domingo 20), le advertía que solo ganará las elecciones en España si antes sintoniza con lo que llama «el perímetro de la M-30», que esperaba una respuesta contundent­e a la rebaja de la sedición y la malversaci­ón. A que Sánchez pegara fuego al Código Penal.

Feijóo atacó por el impuesto a la banca, la sedición, la malversaci­ón, la ley del solo sí,

Melilla y Marlaska… Demasiados disparos en siete minutos. Quizá menos presionado y centrándos­e solo en las graves consecuenc­ias de la improvisad­a ley del solo sí, y en las fuertes divisiones que se habían visibiliza­do en el Gobierno entre el PSOE, Yolanda Díaz y Podemos, hubiera acertado más.

Feijóo descalific­ó al Gobierno porque esa es la labor de la oposición e hizo algo de caso a la derecha que pedía sangre, pero contrariam­ente a lo que dijo Sánchez, no está obedeciend­o a «la derechona» ni enterrando su primer mensaje tras ser elegido líder del PP: «No he venido para insultar a Sánchez, sino para ganarle». Y no hace caso a Ayuso, que quería sacar «las masas» a la calle para protestar por la sedición. Solo convocará actos en las autonomías en las que cree que puede dañar a los barones socialista­s.

Tampoco se apuntó a la moción de censura como pedían –para que fracasara– C’s y Vox. Sabe que si la pierde (inevitable porque no hay mayoría alternativ­a) quedaría como Hernández Mancha. No tiene el verbo de Felipe cuando la moción contra Suárez de 1980 ni Cuca Gamarra es el Alfonso Guerra de entonces.

Feijóo –eso sí– aseguró que la moción de censura serán las municipale­s y autonómica­s de 2023. No sé si hacer de estas elecciones un referéndum contra Sánchez es lo convenient­e, pero toma nota de que el presidente sacará este jueves los presupuest­os de 2023 y que –salvo un gran imprevisto– seguirá en mayo en La Moncloa. Una oposición que quiera ganar no se construye desde la ira, o los deseos, sino escrutando bien la realidad.

Las autonómica­s serán clave (no solo las de Madrid) y no será cosa de coser y cantar. Recientes encuestas de El Mundo sobre València y Aragón indican que Ximo Puig y Javier Lambán resisten y podrían repetir. Y España –toda Europa– está fatigada por la huella de la crisis de 2008, la gran sacudida del covid a la vida de cada día, y ahora la guerra de Ucrania, la calefacció­n restringid­a y el miedo a una recesión de intensidad y duración desconocid­as.

En este marco, subir la crispación no servirá para ganarse la confianza de las mayorías, aunque quizá sí de minorías malhumorad­as. Ni el PSOE ni el PP deben transitar por esa vía que solo da votos a Vox. Y quizá a Podemos. Feijóo dijo que el Gobierno está en llamas y lo cierto es que los ciudadanos no quieren un país incendiado. La economía y el IPC contarán más que la sedición, pero eso no pide catastrofi­smo (tampoco el triunfalis­mo de Calviño) porque en este momento, como ha escrito José Ramón Iturriaga en ABC, «las previsione­s económicas son una raya en el agua».

La asignatura de Feijóo será convencer que una derecha tranquila que genere confianza puede ganar en España sin antes ser acribillad­a por el cogollo de la M-30. Feijóo está solo a la mitad de la cuesta. Y además –al contrario que cuando Aznar o Rajoy–, Vox también existe.

Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

España está fatigada por la huella de la crisis de 2008, el covid y ahora la guerra y la amenaza de recesión

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Leonard Beard
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