En el campo siempre gana
Costa Rica ocupa el puesto número 31 del ranking de la FIFA. Una posición de tercera fila, cierto, pero por delante por ejemplo de la Noruega del supersónico Erling Haaland (42) o de la Arabia Saudí (51) que abatió a Argentina. Por eso que la sexta del mundo, España, debute con un 7-0 en un Mundial ante los costarricenses indica que Luis Enrique casi siempre tiene razón. Por lo menos en lo futbolístico, donde importa. Ya dijo en la previa que la selección iba a competir bien. Ni él podía imaginar que tanto.
Competir, para el volcánico técnico asturiano, significa salir al campo con una idea, con un equipo armado, en el que el protagonismo en el juego y un trabajo solidario ocupan los primeros renglones de su canon. Luis Enrique está, y seguirá, en el centro de eternos debates por una acusada personalidad y un verbo afilado, nada hipócrita, que tanto airean sus críticos. Pero lo que no admite discusión es que ejerce de timonel de una selección que ha resurgido tras la decadencia posterior a la gloriosa etapa entre 2008 y 2012. Él es el líder, lo repite sin vanidad, de un grupo al que protege y que le responde.
Y como es el líder decide, aunque tenga otros centrales, que Rodri juegue en el eje defensivo, aunque no sea su puesto en el City, porque da buena salida de balón y se asocia de maravilla. O que Marco Asensio tenga la confianza que tanto le cuesta ganarse en el Madrid. O que cite a última hora a un chaval como Balde y ya el primer día demuestre porque le llaman el avión. O que Gavi, y antes Pedri, cierren la boca partido tras partido a quienes tanto cuestionaron que los convocara cuando ni se afeitaban. O que Busquets y Jordi Alba jueguen en la selección sin el recuerdo constante de su DNI como les ocurre en el Barça. Y así se puede llegar a pensar, aunque suene a herejía, que su selección ha alcanzado un nivel futbolístico que parece incluso superior al del Barça del triplete de 2015 que dirigía. Con el tridente era otra cosa.
Ahora llega el test de someter a una Alemania muy herida. Hasta el domingo Luis Enrique se ha ganado seguir disfrutando de su faceta de streamer, aunque le tocará moderar el triunfalismo por la mayor goleada de España en un Mundial.
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