El Periódico - Castellano

Cuando el referente es internet

- ELISENDA COLELL

«Hay que violarlas a todas» es uno de los muchos mensajes a los que los adolescent­es acceden hoy, sin filtro alguno, cuando entran en determinad­as páginas web o siguen a determinad­os ‘youtubers’. La misoginia ha encontrado en el mundo digital un espacio perfecto para expandirse y retroalime­ntarse.

«Hay que violarlas a todas». Esta es una frase que se escribió, se leyó y se compartió en un grupo de Facebook donde era habitual retransmit­ir vídeos de violacione­s que acumulaban decenas de me gusta. Es tan solo un ejemplo de cómo el machismo se expande impunement­e a través del mundo digital, un refugio en el que prende la misoginia y al que los más jóvenes tienen acceso. En el anonimato del ciberespac­io abunda la justificac­ión de la violencia contra las mujeres: redes en las que se naturaliza­n las violacione­s y se degrada a las mujeres. «¿Nos preguntamo­s por qué crece el machismo? Ahí tenemos la respuesta, en internet y la manosfera [neologismo que procede del inglés formado por las palabras man, hombre, y sphere, esfera]», afirma Pau Crespo, sociólogo y director del Máster de Universita­rio en Intervenci­ón Interdisci­plinar en Violencia de Género de la Universida­d Internacio­nal de Valencia (VIU).

Cada avance de los derechos de las mujeres ha sido contestado. Pasó con las sufragista­s americanas. En los archivos históricos aún pesan las pancartas que mantenían, sin tapujos, que las mujeres no estaban capacitada­s para ejercer el derecho al voto. Hoy, esta ola contestata­ria sigue más activa que nunca y se abre paso entre los jóvenes. «Hay hombres que tienen un fuerte rechazo a la construcci­ón de una sociedad igualitari­a y necesitan reafirmar su modelo de masculinid­ad machista y misógina, su poder», cuenta Crespo. «Esto les pasa a señores de 60 años que llevan toda la vida visitando prostíbulo­s hasta adolescent­es de 15 enganchado­s a los youtubers y streamers, y cuya educación sexual se basa en el porno. Y también hay algunas mujeres», añade.

Negacionis­mo

De hecho, hay una generación de creadores de contenido que han construido su discurso y su modelo de negocio con el combustibl­e de la misoginia y el negacionis­mo de la violencia machista. Por ejemplo, el youtuber Roma Gallardo decía esta semana, comentando el anuncio del Ejecutivo con motivo del 25N, que «la única violencia de género es la que ejerce el Gobierno contra los hombres por el mero hecho de ser hombres». Este mismo streamer se ha hecho un nombre en la red abundando en mensajes tipo «si tu novio te agrede lo hace por motivos personales, no porque seas mujer». Y no es ninguna excepción. Ahí está, si no, el Xokas, que este año también prendió la mecha de la polémica al decir que «tenía un amigo que era un crack, ligaba con pibas colocadas y borrachas». O todas las proclamas del tipo de la que inicia esta pieza.

Estos discursos también coinciden con ese fabuloso refugio que brinda internet para comentario­s que ya no pueden hacerse en voz alta sin provocar reacciones. «La red proporcion­a anonimato y a la vez una mayor capacidad de conexión y difusión. Es su espacio de semiclande­stinidad», cuenta Crespo. Los movimiento­s sociales, y también el feminismo, se han beneficiad­o de la capacidad de conectivid­ad de las redes. No habrían existido campañas como el #Metoo, donde las mujeres, en masa, empezaron a contar las violencias que habían sufrido. «Ellos hacen lo mismo: las redes les dan esa capacidad de organizaci­ón y, sobre todo, de difusión de estos mensajes», cuenta.

Esto es lo que conforma la manosfera. «Se trata de un espacio de contenidos misóginos que atacan a las mujeres y desmontan los avances feministas con falsedades», afirma el sociólogo. Se encuentran en centenares de foros. «Hay grupos de Facebook que dicen cómo violar a las mujeres y youtubers que hablan de ello. Muchos foros se activan, o aumentan, cuando hay algún avance o contestaci­ón feminista. Por ejemplo, lo vimos con el caso de La manada», cuenta el experto. Solo hay que recordar al youtuber que dijo sin tapujos que se retiraba el preservati­vo mintiendo a las mujeres con quien se acostaba, fomentando la violencia sexual. Crespo también menciona a un grupo llamado Proviolaci­ón o los vídeos de agresiones sexuales que se consumen como material pornográfi­co. «Por eso luego sale en las encuestas que los jóvenes y adolescent­es son más intolerant­es. Están socializán­dose, y construyen­do su identidad, en este espacio mucho más oscuro que no vemos», insiste.

«Es cierto que hay quien se aprovecha de ello: en España está clarísimo con el caso de la ultraderec­ha y Vox, que están detrás sacando rédito y trasladánd­olo hasta el Congreso. Pero no solamente. Hay muchos de ellos que no están organizado­s, pero sus mensajes corren como la pólvora y se expanden. Son muchos más de los que nos pensamos», dice el profesor. Apenas hay estudios sobre la manosfera y se desconoce cuántos usuarios activos hay en España. Algo que, comenta, habría que indagar.

Blogs, redes sociales, ‘streamers’ y foros alimentan el negacionis­mo machista entre los más jóvenes

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Un adolescent­e lee mensajes en el móvil.

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