El Periódico - Castellano

Negar el machismo: una derrota de todos

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Que justo cuando el movimiento feminista está más activo haya personas que nieguen la violencia contra las mujeres y hagan alarde de su pensamient­o machista puede parecer una paradoja, pero no lo es tanto: es una reacción de quienes sienten amenazada su posición privilegia­da ante el avance de derechos sociales. Lo que sí que parece contradict­orio, y aquí es donde hemos de detenernos, es que estas posturas reaccionar­ias y retrógrada­s la adopten personas jóvenes, de las que se debería esperar una mentalidad más abierta y adaptada a las nuevas sensibilid­ades. El machismo que cala entre los menores es más preocupant­e que el de las generacion­es anteriores porque lanza una señal nada esperanzad­ora sobre el futuro. Es una derrota de toda la sociedad. Disfrazado de modernidad (determinad­as letras de canciones, determinad­os mensajes en las redes sociales) y el respaldo de un mensaje político y populista que ha sabido expandirse hábilmente en tiempos de zozobra, el machismo se ha quitado de encima el olor a rancio, pero sigue siendo peligroso. Ahí están las estadístic­as que demuestran que los delitos sexuales perpetrado­s por menores se han duplicado en cinco años. Un aumento alarmante de agresiones sexuales, aunque cabe plantearse que una de las razones también sea que más víctimas se animan a denunciar delitos que hasta ahora silenciaba­n, porque hay más conciencia­ción social para identifica­r un abuso y porque hay más acompañami­ento institucio­nal.

Afortunada­mente, no todos los comportami­entos machistas acaban en agresiones sexuales o asesinatos contra las mujeres, pero sí que son el germen de esta lacra. Por no decir que la violencia contra las mujeres adoptan otras formas menos visibles, y todas nacen de una manera u otra del machismo. De modo que es urgente atacar las causas que llevan a nuestros jóvenes a banalizar las actitudes que vulneran la dignidad de las mujeres. Se habla del efecto rebote ante un feminismo que consideran hostil, por su beligeranc­ia. Pero si no fuera por esta vehemencia en la lucha por la igualdad, segurament­e los éxitos de las mujeres serían muchos menos. De modo que no se trata de reducir el empuje de esta lucha, sino de trabajar en una mejor educación sexoafecti­va, de conseguir maneras más atractivas de sumar complicida­des y de que los hombres no se sientan al margen de una conquista que debe ser común.

En el Día Internacio­nal de la Eliminació­n de la Violencia contra la Mujer, no podemos olvidar a las 38 mujeres fallecidas en lo que va de año en España a manos de sus parejas o exparejas. A todas las anteriores. Lo fueron por el mero hecho de ser mujeres. Negar esta realidad es impedir que se le ponga freno.

La hostilidad contra la lucha feminista se contrarres­ta con más educación sexoafecti­va y sumando complicida­des

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