«Ser corresponsal en Rusia fue la aventura de mi vida»
La periodista y novelista Olga Merino, columnista habitual en estas páginas, rememora sus cinco años en Moscú, revividos durante la preparación de su último libro, ‘Cinco inviernos’, en un encuentro con la comunidad de lectores de EL PERIÓDICO.
La invasión rusa de Ucrania entra en una nueva fase con la llegada del llamado general invierno. Suelo convertido en lodo, tormentas de nieve que impiden avanzar fácilmente y temperaturas descendiendo hasta el punto de congelación. Y la población ucraniana, desabastecida, sin luz, ni agua potable ni calefacción. «Se me hace muy difícil hablar de la guerra, es muy triste», explicó el pasado jueves Olga Merino, periodista y excorresponsal en Moscú de EL PERIÓDICO, en un encuentro con la comunidad de lectores del diario organizada en la librería Nollegiu del Clot, en Barcelona.
Rodeada de libros, Merino presentó los suyos, en una charla con Leticia Blanco, jefa de cultura del diario, abierta a la participación de los asistentes. Empezó por Cinco inviernos, que tras cuatro novelas puras la devuelven al periodismo en un viaje tres décadas atrás, tras releer las siete libretas que condensan su experiencia moscovita. Entre 1993 y 1998. «Me decidí durante la pandemia y me pareció buen momento al coincidir también con el 30º aniversario de la disolución de la Unión Soviética. Sabía que tenía material, pero pensaba que acabaría haciendo un ensayito, no esta crónica tan personal», confesó.
«Al escribir novela, el trabajo mental es importante: inventar más, pensar en giros, crear personajes… Con este libro, el trabajo técnico es más fácil porque parto de unas libretas ya escritas, pero es algo muy emocional porque han pasado 30 años», contó la periodista, que en este libro combina dos voces, la de aquella joven periodista, idealista y bastante ingenua, y la actual, mucho más serena, sabia, realista, a ratos pesimista.
La corresponsalía llegó casi por casualidad, pues en su mente tenía ejercer como plumilla desde algún rincón de América Latina. No se lo pensó mucho cuando le dijeron que había una vacante en la capital rusa. Y no fue nada fácil, empezando por el idioma, pero se enamoró perdidamente del país y de su gente, forjada en el sufrimiento. Es eso o «salir pitando», no hay término medio con Rusia, sentenció entre risas. «Fue la aventura de mi vida», acaso la última, pues «a partir de los 50» ya no puedes dar semejante «volantazo» a tu existencia, aseveró con una sonrisa melancólica.
Ahora sus crónicas son diferentes, son columnas, cinco a la semana, en las páginas nobles del diario, compartiendo página con el director, Albert Sáez. «Tratar la actualidad me obliga a bajar al barro, siendo muy consciente de que no sé de todo», bromeó esta culta escritora todoterreno, demasiado autoexigente, lo que explicaría en parte que no sea tan prolífica literariamente como le gustaría (y sobre todo como desearía su legión de seguidores).
Desde la distancia
Ella, que vivió cinco años en territorio ruso, que conoce muy bien la idiosincrasia del país, eso que denomina «alma rusa», una construcción tan vaga como útil para entenderlos, nunca habría imaginado que al poco tiempo de publicar Cinco inviernos empezaría una guerra cruenta que si no se frena este invierno entrará en su segundo año. «Cuando presenté el libro en febrero se hablaba ya de unas maniobras militares, pero nadie pensaba que acabarían causando tanto dolor», recordó Merino, que ha optado por saltarse las páginas de internacional del diario y cambiar de canal si aparecen imágenes en el frente. «Al principio me quitaba el sueño –continúa la novelista–, pero ahora he tomado distancia». Algo se le remueve en su interior al hablar de la invasión; y dice tener algo de «síndrome de Estocolmo», pero al mismo tiempo puede discernir claramente quiénes son los culpables de tanto horror y tanto padecimiento.
La autora también habló de La forastera, de 2020, el libro que le ha valido un reconocimiento de la Real Academia Española (RAE) y el cariño de lectoras como Isabel Pérez, de 65 años, presente en el cara a cara organizado por el diario. «Es una novela muy bonita y muy potente, y como ya le dije me encanta especialmente la parte en la que la protagonista rememora su relación con el pintor», subrayó entusiasmada al finalizar el encuentro esta exbibliotecaria.
Sílvia Altimir acudió a la librería junto a su madre, Josefina Pons, de 81 años, con la intención de llevarse La forastera firmada por su autora. «Me recomendaron Cinco inviernos y se lo compré en Sant Jordi. Me fascina su vocabulario, tan rico, y sobre todo que consigue que te pongas en su piel de corresponsal», explicó esta vecina de Eixample.
Desde los 18 años rellena libretas. «Yo solo sabía que quería escribir y el periodismo ha sido un vehículo», confesó Merino, quien considera que la profesión ha cambiado pero es tanto o más necesaria que entonces. No cabe duda. Frente a la desinformación, el ruido de las redes sociales y el peligro de las noticias falsas, muchas Merinos.
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La escritora también habló de ‘La Forastera’, de 2020, premiado este año por la RAE