El megáfono de la política
De las primaveras árabes al ascenso de Donald Trump, la red social ha sido indispensable en la construcción de la realidad política de muchos países.
«Sin Twitter yo no estaría aquí». Cuatro meses después de iniciar su mandato, en 2017, Donald Trump confesaba orgulloso en una entrevista al Financial Times que había instrumentalizado la red social para llegar a la Casa Blanca, una improbable victoria que transformó la realidad política en Estados Unidos y que sentó un precedente sobre cómo podía ser usada como megáfono ideológico. Twitter nació a mediados de 2006 y la política tardó poco en detectar las oportunidades comunicativas que les daba. Barack Obama fue el más avispado y en 2007 se unió a Twitter, abriéndose así un canal para hablar directamente con los ciudadanos y para captar fondos. Un año después se convertía en el primer presidente afroamericano de EEUU tras capturar el 66% del voto menor de 30 años. Las elecciones ya se podían ganar en internet. Y pagando mucho menos que con publicidad tradicional.
La estrategia comunicativa de Obama cambió el terreno de juego político y su victoria evidenció que Twitter –y otras redes sociales como Facebook, Youtube o Instagram– podían ser herramientas cruciales para marcar el debate y opinión pública, un poder que sedujo a muchos. Sin embargo, la política no solo se libra en los despachos. El 4 de enero del 2011, el joven tunecino Mohamed Bouazizi se inmoló para denunciar la represión de la dictadura de Ben Ali. El fuego que abrasó su cuerpo hasta la muerte también prendió la mecha de la protesta social en Túnez, encontrando vacíos digitales en la censura del régimen y logrando su derrocamiento. Las marchas encontraron un aliado en plataformas como Twitter, que contribuyeron a viralizar las imágenes y su mensaje de denuncia, incendiando las calles de otros países como Egipto,
Libia o Bahréin. La naturaleza instantánea de la comunicación en las redes ayudó a dar forma a lo que se conoció como la Primavera Árabe.
Estos dos hitos contribuyeron a normalizar el uso de Twitter alrededor del mundo como un espacio donde acceder casi en tiempo real a lo que sucedía alrededor del mundo. Conscientes de ello, los periodistas hicieron de Twitter su red social favorita, pues les abrió la
puerta a seguir la actualidad, a contactar con fuentes y a construirse una comunidad propia de lectores con la que interactuar. Eso, a su vez, hizo que el poder político y económico acentuase su presencia en la plataforma, buscando así una mayor oportunidad de destacar en medio de una lucha frenética por captar la atención.
Trump y el incendio social
Sin embargo, las redes sociales no son un reflejo puro de la realidad, sino más bien un espejo deformado. En el campo ideológico, este sesgo de confirmación ha llevado a los usuarios a negar distintos puntos de vista, una cámara de eco que ha alimentado la polarización y radicalización de la sociedad. Donald Trump y sus asesores fueron más listos que nadie al detectar como las redes sociales recompensan las provocaciones, insultos y comentarios indignantes pues apelan a las emociones y generan más reacciones.
Más de 16 años después de su nacimiento, Twitter sigue siendo un espacio esencial para el debate político y la construcción de la opinión pública, Sin embargo, un estudio reciente del Pew Research Center señala que a pesar que un 33% de los tuits que publican los estadounidenses son políticos.
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