La liberación de Jersón pone Crimea al alcance de las fuerzas ucranianas
▶ La escasez de agua y su dependencia económica dificultan la gestión de la península, ocupada por Rusia desde 2014 ▶ Las tropas de Kiev están a poco más de 130 kilómetros de esta zona
Durante mucho tiempo se pensó que Crimea sería el último escollo en una eventual negociación para resolver en el conflicto que libran Rusia y Ucrania desde 2014, dada su importancia estratégica, militar y económica para ambos bandos. Una realidad reconocida implícitamente por Kiev en la oferta de alto el fuego que presentó en Estambul a finales de marzo, en la que concedía a Moscú un plazo de 15 años para resolver el estatus de la península. Esa paciencia, sin embargo, parece haberse esfumado a raíz de sus victorias en el campo de batalla. La retirada rusa de la capital de Jersón hace dos semanas ha dejado al Ejército ucraniano a poco más de 130 kilómetros de Crimea. Y desde ambos bandos se contempla ya la posibilidad de que Kiev pueda tratar de recuperarla por la vía militar en los próximos meses.
«No hay duda de que recuperaremos Crimea», dijo a finales de octubre el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, poco antes de que sus fuerzas retomaran el control de las tierras al oeste del río Dniéper en la provincia de Jersón, incluida su capital. Uno de sus lugartenientes llegó incluso a ponerle fecha a la ofensiva: finales de diciembre, en palabras del viceministro de Defensa, Voldímir Havrylov. Y esta misma semana varios drones ucranianos atacaron instalaciones militares rusas en la península.
En Crimea pocos se lo están tomando a la ligera. Su gobernador ha reconocido que se están levantando «fortificaciones» en el norte de la península, unas defensas que incluyen kilómetros de trincheras, de acuerdo con las imágenes captadas por los satélites. Hay informaciones también de que parte de la población se estaría trasladando a la vecina región rusa de Krasnodar. «A raíz de esta tendencia podemos concluir que hay miedo y pánico a que las Fuerzas Armadas ucranianas sean capaces de liberar Crimea en un futuro cercano», dijo recientemente Emil Ibragimov, director de la organización ucraniana Proyecto Crimea.
Vital para el Kremlin
Crimea es un punto estratégico vital para el Kremlin, que ocupó la península sin apenas resistencia en 2014 y se la anexionó poco después con un referéndum ilegal. No solo tiene en Sebastopol la sede de su Flota del mar Negro, sino que utilizó su territorio como punta de lanza para invadir el sur de Ucrania en febrero. En los últimos ocho años, Moscú ha militarizado la región, ha impuesto la ciudadanía rusa a todos sus habitantes (2,5 millones) y se ha dedicado a alterar la demografía a golpe de purgas e incentivos. Cerca de un millón de rusos se han establecido allí desde entonces, según las estimaciones más generosas, al tiempo que las autoridades ocupantes deportaban a activistas ucranianos y perseguían a periodistas e indígenas tártaros.
Pero Crimea es también un bastión difícil de gestionar para las autoridades ocupantes. «Sin Ucrania,
Crimea es una isla incapaz de sustentarse por sí misma», afirma Oleksiy Melnyk, analista del Razumkov Center, con sede en Kiev. «El 75% de su presupuesto está subsidiado por Rusia. Tiene serias carencias de agua fresca y energía, y los precios son altos por las complicaciones logísticas. Problemas que Moscú no ha solucionado en estos ocho años». El agua es quizás el problema más acuciante que enfrenta. El grueso del suministro llega desde Dniéper a través del Canal del Norte de Crimea, que parte de la provincia de Jersón y antes de 2014 aportaba el 85% del agua consumida en la península.
Escasez de agua
Aquel mismo año, después de que Moscú se anexionara Crimea, Kiev decidió cerrar el grifo del canal. Pero las tropas rusas lograron reabrirlo al volar las compuertas de la presa de Kakhovskaya (Jersón) en los primeros compases de la invasión. «El agua ha sido siempre el talón de Aquiles de Crimea», asegura Nickolai Denisov, director adjunto de la Red Medioambiental Zoi, con sede en Suiza. «Tiene pocos recursos o están subdesarrollados y, sin las aportaciones desde Ucrania, su agricultura y sus municipios son muy vulnerables a la escasez de agua».
Ucrania no ha conseguido de momento bloquear nuevamente el caudal, dado que tanto la presa de Kakhovskaya como uno de sus nudos en Tavriysk (Jersón), siguen bajo control ruso. Pero Crimea es también vulnerable porque solo está conectada a Rusia por dos puntos: el estrecho de Kerch y el corredor terrestre que une las ciudades ocupadas de Mariúpol (Donetsk) y Melitopol (Zaporiyia) con Rostov.
Kiev ya demostró a principios de octubre que puede dejar el puente de Kerch inoperativo con relativa facilidad. Y las especulaciones apuntan ahora a que tratará de romper el corredor territorial que une las cuatro provincias ocupadas por Rusia en el sur y el este del país, lo que podría dejar a Crimea sin las líneas de abastecimiento de las que depende en gran medida la ocupación rusa.
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«El agua ha sido siempre el talón de Aquiles de Crimea. Sus pocos recursos están subdesarrollados»
La península solo está conectada a Rusia por dos puntos, una geografía que acentúa su vulnerabilidad