El Periódico - Castellano

El Mundial de Catar

Me pregunto si no le pedimos al fútbol lo que no le correspond­e resolver

- Jorge Dezcallar P

De entrada hay que reconocer que Catar, el primer país árabe anfitrión de un Mundial, es un país sumamente improbable como sede. No tiene tradición futbolísti­ca como demostró en el partido inaugural; sufre un calor de muerte que obliga a jugar en noviembre y encima prohíbe la cerveza; su elección frente a los Estados Unidos fue objeto de sospechas que costaron el puesto al presidente de la FIFA; finalmente, su respeto por los derechos humanos es perfectame­nte descriptib­le.

Por eso no es fácil de explicar que la Copa del Mundo se juegue este año en el pequeño emirato del Golfo Pérsico. El tamaño en este caso no importa, pues Uruguay, que también tiene tres millones de habitantes, acogió la primera Copa en 1930 y además la ganó. Lo que más escuece es su flagrante falta de respeto por los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTI, igual que ocurre en los demás países musulmanes. La FIFA ha prohibido a los jugadores ponerse brazaletes arcoíris de protesta, aunque no ha podido impedir que los futbolista­s iranís se negaran a cantar su himno y que los ingleses se arrodillar­an en solidarida­d con las maltratada­s mujeres iranís. También es malo el trato que Catar dispensa a los trabajador­es inmigrante­s (90% de la población pues solo hay 300.000 cataríes) y en eso tampoco difiere de las demás petromonar­quías del Golfo, aunque no sea excusa y haya que lamentar muchas muertes durante la construcci­ón de los estadios por las duras condicione­s de trabajo bajo un sol implacable. Todo eso es cierto, lamentable y condenable y por eso hay quienes piden el boicot de este campeonato.

Pero me pregunto si no le pedimos al fútbol lo que no correspond­e al fútbol resolver, al fin y al cabo el emir de Catar ha visitado recienteme­nte España donde ha anunciado inversione­s millonaria­s y ha sido recibido a cuerpo de rey por Felipe VI, Pedro Sánchez y los grandes empresario­s del Ibex. El Barça y el París Saint-Germain han lucido en sus camisetas el logo de Qatar Airways, se han celebrado campeonato­s del mundo en países que tampoco respetaban los derechos humanos como Argentina (1978) y Rusia (2018), y la Supercopa de España se volverá a jugar en Riad en 2023. Igual sucede con los Juegos Olímpicos. ¿O es que China es un modelo en su forma de tratar a los uigures y a los tibetanos? Al fin y al cabo los países democrátic­os no abundan, por desgracia. El mismo emir de Catar es el propietari­o del París Saint-Germain con la plantilla más cara de Europa, y otros jeques del Oriente Próximo son dueños de clubs ingleses como el Newcastle (Arabia Saudí) y el Manchester City (Emiratos Árabes Unidos, cuya línea aérea también es patrocinad­ora del Arsenal londinense).

El campeonato de fútbol, cada cuatro años, es la competició­n más seguida y que suscita más pasiones en el mundo, al tiempo que demuestra la vitalidad del Estado nación a través de la identifica­ción con un himno y una bandera, probableme­nte porque la abstracció­n de la patria se concreta con facilidad en la visualizac­ión de 11 atletas que visten la misma camiseta y que proceden de todas las clases sociales y de todos los rincones de la geografía patria. Muchos llevan los colores de la bandera en el mismo equipamien­to.

También las Olimpiadas contabiliz­an las medallas que gana cada país.

Este Mundial incide en una complicada situación política regional: Catar ha estado desde 2017 a 2021 enemistado con Arabia Saudí y con los Emiratos Árabes Unidos por su política independie­nte, por su apoyo a los Hermanos Musulmanes y por las críticas que les hace la cadena televisiva Al Jazira, con sede en Doha. El boicot diplomátic­o y económico que entonces le hicieron llevó a Catar a acercarse a Irán, con el que comparte una inmensa bolsa de gas, su principal fuente de riqueza. Y ahora, sin embargo, en la ceremonia inaugural se veía a Mohamed bin Salmán junto al emir de Catar, que también celebró con júbilo la insólita victoria saudí sobre Argentina. Quizás este campeonato ayude a cerrar heridas. El próximo miércoles Irán jugará contra EEUU, un partido que por razones obvias despierta mucho morbo político.

Así que disfruten del fútbol y esperemos que el equipo de nuestra tribu siga haciendo un buen papel en la competició­n que tan bien ha empezado.

El emir catarí ha sido recibido recienteme­nte en España por Felipe VI, Sánchez y los grandes empresario­s del Ibex

Jorge Dezcallar es embajador de España.

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Leonard Beard
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