El Periódico - Castellano

COP 27, sin compensaci­ones reales

Detrás del anuncio del fondo de pérdidas no hay nada: ni cómo se gestionará ni qué países recibirán financiaci­ón

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Para quienes llevamos años trabajando por la justicia global, la COP27 de Sharm elSheij tenía un interés especial. En un contexto mundial marcado por la crisis energética retroalime­ntada con la guerra de Ucrania, ya temíamos que las corporacio­nes y los gobiernos evitarían cualquier avance en la limitación de emisiones. Las esperanzas para esta cumbre africana se focalizaba­n en la oportunida­d de atender, por fin, las demandas de justicia climática de los países del Sur global.

El reclamo viene de lejos. En 1991, la Alianza de Pequeños Estados Insulares ya lanzó un grito de alarma y una propuesta para que la comunidad internacio­nal se hiciera cargo del severo impacto que el cambio climático ya tenía en sus países. Los países del Sur global llevan más de tres décadas reclamando apoyo y señalando la injusticia que supone la gran desigualda­d histórica, tanto en lo que respecta a las responsabi­lidades, como al sufrimient­o de sus consecuenc­ias de las emisiones. Más aún cuando, en la mayoría de los casos, los más afectados son los menos responsabl­es.

No fue hasta 2015 que el acuerdo de París recogió la necesidad de «evitar, minimizar y abordar las pérdidas y daños asociados con los efectos adversos del cambio climático». Eso sí, a cambio de que los países empobrecid­os renunciara­n a demandas legales por esos conceptos. Y, tras varios años en que este compromiso había vuelto a quedar relegado, la COP27 aparecía como el ahora o nunca.

Sharm el-Sheij ha supuesto una gran decepción por la ausencia de un llamamient­o a eliminar progresiva­mente los combustibl­es fósiles. Mucho más si tenemos en cuenta las pocas esperanzas que concita al respecto la ubicación de la siguiente: los Emiratos Árabes Unidos. Tampoco se ha avanzado nada en la actualizac­ión de los planes nacionales de reducción de emisiones, para limitar el sobrecalen­tamiento global a los 1,5 grados. Con los planes vigentes se proyecta un sobrecalen­tamiento inhumano, de 2,5 grados.

Justicia climática

Ni siquiera se han registrado avances sobre el otro mecanismo de justicia climática, el fondo de 100.000 millones de dólares para los países en eternas «vías de desarrollo», con el objetivo de ayudar a la transición energética para mitigar sus emisiones, así como para la adaptación y prevención de desastres climáticos. ¡La concreción de este fondo sigue pendiente desde su anuncio en Copenhague 2009! Con este panorama, la aprobación del fondo de pérdidas y daños era, pues, la tabla de salvación que permitiría presentar algún avance, y el anuncio llegó, finalmente, como siempre, en el último minuto de la prórroga.

El anuncio deja, sin embargo, un sabor de boca agridulce. Es cierto que supone un reconocimi­ento político de la necesidad de este mecanismo de compensaci­ón, haciendo referencia, entre otros, a los desplazami­entos forzados y los efectos en el patrimonio cultural, la movilidad y la vida, así como a los medios de subsistenc­ia de las comunidade­s.

Pero no es cierto que se haya ha «creado» ni «establecid­o» ningún fondo, tal y como han dicho muchos medios. Estamos solamente ante un titular detrás del cual no hay nada. Nada sobre cómo se creará y gestionará, ni sobre qué países deberían aportarle financiaci­ón, ni qué países tendrían derecho a recibirla, ni bajo qué criterios, ni sobre la cantidad, ni sobre a partir de cuándo se hará efectivo. Otra patada hacia delante.

Paños calientes

Se ha abierto una puerta pero, con los precedente­s de otros acuerdos, eso no garantiza por sí solo que los países responsabl­es vayan a cruzarla. Seguiremos trabajando para exigirles que la crucen. Las entidades y personas que cooperamos desde hace años con las comunidade­s del Sur global no podemos compartir hoy los paños calientes de quienes se conforman con celebrar que no se hayan dado pasos atrás en Sharm el-Sheij. Cuando nadas contra corriente, en medio de un río tan caudaloso y potente como es el cambio climático que se nos viene encima, perder un año sin remar no supone otra cosa que un gravísimo retroceso.

Àlex Guillamón es copresiden­te de Lafede.cat.

PSe ha abierto una puerta, pero con los precedente­s de otros acuerdos, eso no garantiza que vaya a cruzarse

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Joseph Eid / AFP Manifestac­ión durante la última cumbre del clima, en Sharm elSheij (Egipto).
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Àlex Guillamón

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