El Periódico - Castellano

Francia se mete en octavos gracias a un Mbappé voraz

Dos goles de la estrella del Paris SG derrumban a Dinamarca, que se jugará el pase con Australia y Túnez en la última jornada.

- SERGIO R. VIÑAS

escenario futbolísti­co. Solo reprodujer­on el catálogo de tretas y aplicaron con devoción esa vieja máxima de que pasa el jugador o el balón. Ni un regate, ni una pared, ni una mínima cadena de pases. La hinchada mexicana coreó un par de «olé, olé» más como mofa de su rival que por el dominio de sus representa­ntes, como se confirmó al entonar el Canta y no llores.

Nadie quería jugar los 90 minutos. Trataron de reducir al máximo posible el tiempo, porque pretendían acortar el sufrimient­o, lo único que tenían garantizad­o. Eso de disfrutar es palabrería, postureo.

Fricciones y ficciones

Cada choque registró un muerto, con el consiguien­te tiempo invertido para reanimarlo. Nadie mejor que el italiano Orsato, versado en este tipo de fútbol, para gestionar con paciencia todas las fricciones y todas las ficciones que se representa­ron. Muchas más que las acciones

Cada choque originó un muerto en un partido que trataron de reducir al máximo

futbolísti­cas que fueran dignas de reseñar.

Un tiro de Messi que rechazó Ochoa de puños, antes de caer desmayado, y una palomita de Martínez a tiro de Vega fueron las dos únicas jugadas reseñables del primer tiempo. Ambas de sendas faltas directas. El único modo en el que no habría la interferen­cia de un rival para acabar una acción.

La armonía posicional de México, con sus tres centrales, los carrileros, los tres centrocamp­istas y los dos puntas contrastó con el dibujo argentino, asimétrico completame­nte. Los tres puntas (Di María, Messi y Lautaro) estaban concentrad­os en la mitad derecha del ataque mientras que por la otra banda, se supone, debía ser para que se colara el lateral sevillista Marcos Acuña o el interior Alexis Mac Allister. Se supone, porque eso nunca se vio. La presencia de Messi concentra todo el juego y el lado izquierdo nadie lo pisó. Quedó virgen. Bastó con Messi. Otra vez.

Kylian Mbappé muerde la maldición de los campeones del mundo, la mastica y se la acaba tragando con las fauces abiertas de par en par. Ni ese mal fario ni las numerosas lesiones que viene arrastrand­o frenan a una Francia que no necesita brillar para sumar seis puntos en las dos primeras jornadas y convertirs­e en la primera clasificad­a para los octavos. La derrotada Dinamarca (1 punto) deberá ahora jugarse el pase contra Australia (3) y Túnez (1) el miércoles en el epílogo del grupo.

España, Alemania, Italia y la propia Francia habían caído eliminadas tras levantar cuatro años antes el trofeo más preciado del fútbol. La selección de Deschamps esquiva ahora ese destino con solvencia, agarrada a la voracidad de un Mbappé que no necesitó hacer un partido enorme para marcar dos goles e igualar a Enner Valencia como pichichi provisiona­l del torneo. Tiene cosas que mejorar Francia, pero tiene margen para hacerlo.

Ganó pero no puede presumir en exceso. Dembélé percutía y percutía por la banda, acompañado esta vez por Koundé, que relevó

Lloris; Koundé, Varane (Konaté, m. 75), Upamecano, Theo Hernandez; Rabiot, Tchouaméni, Griezmann (Fofana m. 92); Dembélé (Coman, m. 75), Giroud (Thuram, m. 63), Mbappé.

Schmeichel; Andersen, Nelsson, Christense­n; Kristensen (Bah, m. 92), Hojbjerg, Eriksen, Maehle; Lindstrom (Norgaard, m. 85), Cornelius (Braithwait­e, m.4 6), Damsgaard (Dolberg, m. 73).

1-0, (m. 61), Mbappé; 1-1 (m. 68), Christense­n; 2-1 (m. 86), Mbappé.

a Pavard con respecto al primer partido (también entró Varane por Konaté). Griezmann apenas aparecía en esa posición híbrida que ejerce en Francia, a veces interior, otras mediapunta, en ocasiones casi en paralelo con Giroud.

Así que pasaron pocas cosas en la primera mitad en el estadio 974. Algo cambió tras el descanso. O bien Dinamarca adelantó voluntaria­mente sus líneas o bien, más probable, Francia tuvo la habilidad de forzarles a hacerlo. El caso es que la selección bleu supo construir esos espacios que tan bien aprovecha para incrementa­r los voltios de la calurosa tarde a orillas del Golfo Pérsico.

Avisó Mbappé con una cabalgada, después Griezmann tuvo un remate franco que mandó al cielo. Y finalmente, cuando se cumplía la hora de partido, fue la estrella del PSG quien fusiló a Schmeichel desde el interior del área para romper el 0-0 inicial.

Cabezazo de Christense­n

Lo más difícil para Francia estaba hecho... pero lo desaprovec­hó en apenas siete minutos. Fue en un córner, arte que los daneses dominan, que se resolvió con un cabezazo implacable de Christense­n ante un pasivo Rabiot.

El partido pareció reiniciars­e, con Francia de nuevo apostando por colgar balones al área, pero Dinamarca se revolvía, con dos buenas ocasiones de Lindstrom y Braithwait­e, el delantero del Espanyol que entró tras el descanso. La iniciativa, sin embargo, era francesa y la vigente campeona acabó certifican­do un triunfo justo a cuatro minutos del final del tiempo reglamenta­rio. Centró Griezmann desde la derecha y Mbappé entró como un avión para rematar con lo que pudiera, que en este caso fue el muslo.

Un gol, el segundo de la noche, que vale un billete para octavos y una oportunida­d para que Deschamps regule el esfuerzo de sus jugadores en el último partido, el próximo miércoles ante Túnez.

 ?? Antonin Thuillier / AFP ?? Los jugadores de Francia, con Mbappé en el medio, celebran el tanto del triunfo contra Dinamarca.
Antonin Thuillier / AFP Los jugadores de Francia, con Mbappé en el medio, celebran el tanto del triunfo contra Dinamarca.

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